De miserias y mezquindades en tiempos de pandemia
Introducción
Hay un cuento de Guy de Maupassant donde el personaje, Jean d’Espars, narra su encuentro con dos mujeres enfermas de difteria, cuya situación de pobreza y muerte inminente le resultan incomprensibles, cuando él tenía claro que su propia muerte sería rodeado de médicos y una mesa repleta de medicamentos.
¿Era verdad que ocurrían cosas semejantes? ¿Qué se moría así? Y miraba en las esquinas sombrías de la choza como si hubiera esperado ver, acurrucado en un ángulo oscuro, una forma horrible, innombrable, espantosa. La que acecha la vida de los hombres y los mata, los carcome, los destruye, los ahoga; la que ama la sangre roja, los ojos encendidos por la fiebre, las arrugas y las marchiteces, los cabellos blancos y las descomposiciones.
Al final huye de esa choza, perseguido por los silbidos de las dos gargantas, hacia su casa donde le esperaban sus empleadas domésticas quienes le preparaban una buena sopa. Hay un momento en el cuento donde d’Espairs habla de su propia percepción de la miseria humana: “la veo por todas partes, con ojos agudos, la encuentro donde ustedes no perciben nada, ustedes, que van por la calle con el pensamiento en la fiesta de esta tarde o en la fiesta de mañana.”
Frente a la muerte y la enfermedad nos descubrimos, retiramos máscaras y aflora nuestros peores y mejores sentimientos. El miedo nos hace correr, huir, sin mirar atrás. Es una reacción de autoconservación que casi no ha cambiado desde que los antepasados de nuestra especie corrían de los depredadores en los bosques. En la huida, al igual que aquellos monos, dejamos atrás a los demás, les pasamos por encima, tiramos todo a nuestro alrededor y gritamos despavoridos.
Algunos de esos antepasados dejaron de huir, se organizaron, colaboraron, se cuidaron mutuamente, tejieron redes.. y sobrevivieron (siglos después se convertirían en el depredador mayor y llevarían al planeta entero al borde de la desaparición, pero eso es otra historia que será contada en otra ocasión).
Toda esta introducción solo para platicar sobre lo que va pasando en Chiapas, mientras la gente en Santa Fe canta, mientras un sector de las redes exige pruebas para saber si su catarro es Covid-19, mientras las oposiciones de derecha e izquierda ven el modo de ganar adeptos.
Encuentros y desencuentros
1. Ahí que lo vean.
Laura trabaja como empleada doméstica en San Cristóbal. Trabajaba, porque su patrona decidió que ante la contingencia era mejor que ella no llegara a su casa con los virus que agarra en la calle y el colectivo. Además, desde que cerraron las escuelas tenía que llevar a su hija al trabajo y su presencia molestaba al señor de la casa.
—¿Y tu familia no te ayuda?
—Uy, desde que quedé embarazada y el papá no la quiso reconocer, me tuve que salir de la comunidad. Ahí quedó toda mi familia. Aquí estoy sola.
Los 250 pesos semanales que le pagaban apenas alcanzaban, entre la renta de su cuarto y el pago a la señora que cuidaba a la niña cuando salía del kinder (dos horas antes de que ella saliera de su trabajo).
—¿Pero tienes ayuda del gobierno? ¿las becas y todo eso?
—Pues metí mis papeles, pero luego ya no me llamaron, ni nada.
En la colonia donde vive Laura, al igual que en varias otras de San Cristóbal, los dirigentes territoriales impidieron la entrada a los Servidores de la Nación, exigieron que los recursos se les siguieran entregando a ellos y no directamente a las personas.
2. Los precios y el pánico
Los de la autoayuda cuentan que hay un refrán chino que dice “Toda crisis es una oportunidad”. No existe tal refrán, solo una mala traducción de la palabra wei-chi’, sin embargo la “traducción” le ha servido a muchos emprendedores para disfrazar su voracidad y agandalle.
En un chat de Whatsapp jóvenes de diferentes partes del estado de Chiapas platican del aumento de precios:
—En Petalcingo la azúcar pasó de 16 a 20 pesos.
—Hola igual aki en Yajalon el maíz en algunas tiendas ya subieron de 6.50 a 8.50 el kilo…
Alguien de Tila interviene:
—Aquí la paca de Maseca de 115 a 125 pesos.
Otra (u otro, no distingo los nombres) integrante del chat, que vive en Chilón, rompe el record de precios:
—Aquí el azúcar ya está en 25 pesos
Por último, una de las jóvenes describe su situación en varios mensajes:
—Por aquí es un caos total ya cerraron las carreteras estoy atrapada en Tecpatan, las cosas han subido mucho.
El maíz está a $10
El azúcar está a $30
El frijol a 25.00 apenas anoche estaba a $18
Las pequeñas localidades que van de Tecpatán a Copainalá están cerradas, el paso está cerrado.
Esperamos salir con unos compañeros de trabajo en el carro, pero es peligroso
Si me quedo aquí ya no hay comida ya todas las localidades compraron todo, todo está vacío.
Espero salir con los compañeros.
Luego de ver este chat me puse a preguntar a diferentes personas en otros lugares, aquí algunas respuestas:
—En San Cristóbal el carbón estaba a 130 y ahora está en 180.
—En las tiendas chicas es en donde más subieron las cosas, el azúcar está en 25 y el atún que me costaba 17 pesitos cuesta 30 (SCLC).
—Me habían dicho que el casillero de huevos estaba en 100 pesos, pero lo encontré en 65
—En Larrainzar el maíz está en más de 500 la bolsa de 50 kilos.
—En Ocosingo la población ya vaciaron las tiendas, se va a poner muy feo.
—En Pantelhó subieron muchísimo el maíz, decían que de 50 pesos lo querían subir hasta a mil.
—En Simojovel el cono de huevo está entre 60 y 67 peso, el azucar y el arroz a 20 el kilo, el aceite a 30.
—En Ocozocuautla sacaron sus productos viejos, un almacén muy conocido vendió huevo podrido. La gente está muy enojada.
—En Tapachula las grandes tiendas pusieron en los anaqueles todos sus productos a punto de caducar, la gente los compra porque está asustada, pero ni les van a durar.
En Pantelhó hicieron asamblea. Decidieron multar a los comerciantes que estaban subiendo los precios. En Chenalhó también, los agentes rurales de las 134 comunidades que integran el municipio serán encargados de vigilar y sancionar con una multa de 20 mil pesos a proveedores y comerciantes que suban los precios.
Habitantes de Oxchuc hicieron la siguiente denuncia:
TENDEROS #ENCARECEN LOS VIVERES EN #OXCHUC HASTA EN UN 75%
A LAS AUTORIDADES COMPETENTES, SOLICITAMOS SI INTERVENCION, EN LAS TIENDAS DE LA CABECERA MUNICIPAL DE OXCHUC, TALES COMO, ABARROYES MILO, 5 ESTRELLAS , QUINTO SOL,, HAN AUMENTADO EL 75% DE LOS COSTOS DE LOS PRODUCTOS BASICOS APROCHANDOCE DE LAS NESECIDADES PRIOROTARIOS DE LA GENTE HUMILDE, SABEMOS QUE EN NINGUN MOMENTO SE HA ANUNCIADO EL AUMENTO DE COSTO DE LOS PRODUCTOS BASICOS POR ELLO SOLICUTAMOS A *PROFECO* , SANCIONE A ESTAS ABARROTERAS YA MENCIONADAS CON ANTELACION, SE LE EXORTA A LA POBLACION DE OXCHUC , QUE NO DEBEMOS PERMITIR ESTOS ABUSOS QUE ESTA HACIENDO ESTOS ABARROTES, EL GOBIERNO FEDERAL Y EL GOBIERNO ESTATAL NO HAN ANUNCIADO AUMENTO DE PRECIOS ALCONTRARIO EN ESTA CRISIS MUNDIAL BAJARA LOS PRECIOS DE TODO EL CONSUMO HUMANO.
NO AL ABUSO DE LOS PRECIOS DE PRODUCTOS BASICOS.
EXIGIMOS SANCION O CIERRE TOTAL DE LAS ABARROTERAS QUE DESDE A MEDIO DE HOY 19 DE MARZO ELEBARON LOS PRECIOS . ESTO ESTA PASANDO EN OXCHUC.
SI VAS A COMPRAR EN CUALQUIER ABARROTES EXIJA TU NOTA QUE POR DERECHO TIENEN QUE DAR.
No sé si los comerciantes de Chiapas hayan leído o escuchado los discursos de autoayuda y emprendedurismo, quizá simplemente estén haciendo los que hicieron sus antecesores: aprovecharse de los que menos tienen, desde su posición de proveedores únicos, en una tierra el Estado son ellos mismos.
3. “Vende caro, la gente lo va a comprar”
Hay algunas fiestas que no pueden detenerse. Una familia en la zona norte de San Cristóbal prepara el cumpleaños de la abuela. Para ello llevan varios días preparando la comida porque llegará toda la familia (a pesar de que una de las primas, que es paramédica, les ha insistido que lo mejor sería cancelar la fiesta).
—El 16 fui al mercado Tielemans a comprar tomates y me vendieron el kilo a 25.
—¿En cuánto estaba antes?
—Estaba en 18, pero según que ya no iban a dejar entrar ni salir carros, que por eso le habían subido el precio.
Tres días después (el 19) regresó al mercado, pero en esta ocasión buscó a una persona que conoce hace tiempo y es de su confianza. Le vendió el tomate a precio normal.
—Me tocó escuchar como los muchachos de los puestos se gritaban “¡Vende caro, la gente lo va a comprar!”, y no solo los de las verduras, también subieron precios los puestos que venden aceite, papel y cosas enlatadas. La señora que me vendió el tomate me dijo “Ya ve… si supiera que vendiendo caro voy a vivir más…”
4. Los turistas y su ausencia
Ayer me cancelaron el último viaje que tenía reservado para este año —me dice Alejandro, guía de turistas independiente— era una familia de Malasia, me hablaron muy apenados diciendo que ni siquiera podían salir de su casa. Habrá que buscar la paga por otro lado.
Mientras hace un recuento de las cancelaciones, carraspea. Le pregunto si está bien. “No te preocupes, no es el coronavirus, jajaja, el año pasado me detectaron un par de tumores en la garganta que necesitan ser extraídos, pero no he tenido lana. Ahora tendrán que esperar otro año”. Lo platica así, como si cualquier cosa. Luego se despide y sigue su camino.
Como él hay muchas personas en San Cristóbal que dejarán de tener ingresos para todo el año: guías, choferes, vendedores/as de artesanías (y sus proveedores), meserxs, cocineras, garroteros, recepcionistas… y todas sus familias. Una egresada de la Universidad Intercultural dice:
—Mi primo que da tours me dijo que a él todavía le van a decir si sale o no a trabajar en Semana Santa, está en el limbo porque él de eso vive al 100%, me dijo que no le han asegurado nada y está en veremos.
Los hoteles fueron los primeros en notarlo: llovieron las cancelaciones para semana y vacaciones de verano. La gran mayoría ha “solucionado” sus pérdidas despidiendo a su personal. Pero no parecen darse cuenta del golpe que recibirán. Tuvieron una reunión con la presidenta municipal, algunos en concordancia con sus organizaciones nacionales pidieron, exigieron no pagar impuestos ni prestaciones y que el gobierno les otorgue servicios gratuitos de luz y agua potable, pero otros se limitaron a repetir lo que siempre dicen en estas reuniones, sea por terremotos, bloqueos de carretera o cualquier otra causa:
—Es urgente que desalojen a los vendedores ambulantes, lo de la plaza y los de Santo Domingo, esas personas solo afean la ciudad y alejan al turismo.
Cuando dicen “esas personas” se refieren a los indios, parecen haber cambiado pero siguen igual, nada los mueve, no miran más allá de sus prejuicios y lo inmediato.
Bares y cafeterías han empezado a cerrar, no tanto por las medidas de la Secretaría de Salud o del municipio, sino porque ya no hay clientes ni ganancias. También ahí, las primeras acciones de “saneamiento de las finanzas” fueron los despidos. B, una becaria de Jóvenes Construyendo el Futuro platica el caso de su prima:
—Ella estaba trabajando en una cafetería del centro y la despidieron.
—¿le dieron liquidación o algo?
—No, nada. Solo le dijeron que ya no la necesitaban, que quizá pasando todo la llamarían, pero ya no le dieron fecha.
—¿Tiene otros ingresos? ¿qué planea hacer ahora?
—Ninguno, era el único ingreso. De su trabajo pagaba la colegiatura de su universidad. Me comentó que buscará en otro lugar pero que lo ve difícil por la situación. Si no encuentra nada, pues se dará de baja.
Hay otros lugares de la región donde en cambio no quieren más turistas. Se han cerrado las entradas con letreros que dicen “no se aceptan turistas”. El virus viene de Europa y Estados Unidos, de donde vienen también los turistas. Cerrarles la puerta evitará la llegada “del virus que está de moda en las redes sociales”, dicen.
En las cascadas de Agua Azul habitantes de algunas comunidades y comerciantes tuvieron una asamblea para decidir si iban a recibir turistas o no. Acordaron que sí, puertas abiertas al turismo. Lo mismo en Bonampak, los lacandones de Lacanjá mandaron mensajes a grupos de guías de turistas:
—No se va a cerrar, sí lo van a recibir la gente. Eso decidió la comunidad. Pero no se va a permitir ver las pinturas, solo la pirámide. Eso es lo que me avisaron.
—Bonampak no se va a cerrar, aquí está abierto para visitar, la cascada, el cenote, la ciudad perdida, los que quieran venir aquí los reciben con las manos abiertas.
Pero igual hay cosas que no cambian, un grupo de transportistas de Agua Azul circuló un mensaje para pedir que no se suban a los transportes de la competencia: “no se deje engañar de personas que ofrezcan su servicio de traslado ya que solo es una estafa de cobrar el doble del valor del boleto de viaje”.
5. Los retornos
La Riviera Maya es un destino laboral de cientos de personas originarias de Los Altos de Chiapas. Pero ahí también el turismo dejará de acudir. Empresarios del ramo dicen que ya llevan 2.5 millones dólares en pérdidas por cancelaciones, que de 160,000 habitaciones ya están cerradas 60,000. Hay hoteles que han cerrado por completo, las grandes cadenas con cuatro o cinco hoteles reacomodan a sus huéspedes en uno solo para cerrar los otros. Por supuesto, hay despidos masivos.
Carlos, originario de Los Altos, se fue a trabajar a Playa del Carmen al terminar la preparatoria. Cerraron el hotel donde trabajaba y le han ofrecido seguir pagándole el sueldo mínimo. Dice que apenas le alcanzará para pagar la renta y está considerando regresarse a su comunidad. “Muchos están como yo, ya nos veremos por allá”, dice para cerrar la llamada.
Los ingresos que llegaban desde la península dejarán de fluir, legales e ilegales.
Una mujer, habitante de Romerillo, municipio de Chamula, platica de sus hermanos:
—Ellos estaban trabajando en Sonora y los acaban de despedir. Por lo mismo de la pandemia. Se tuvieron que regresar y ahora están aquí, sin trabajo.
Gladys es empleada doméstica en Cancún, es de Guatemala y decidió quedarse en su lugar de trabajo, a diferencia de muchos de sus amigas compatriotas que intentaron regresar a sus pueblos
—Muchos se están quedando en la frontera, no los dejan pasar, los están reteniendo y los tienen encerrados. Yo le dije a mi amiga “No te vayas, te vas a quedar a la mitad del camino”, pero pus decidió irse y ahora está ahí en la estación migratoria de Tapachula, sin poder ir a ningún lado.
Unos regresan, otras no se pueden ir.
6. Aguantar
La Mary tiene un restaurante que abrió con mucho esfuerzo y disciplina. Además de su buen sazón, una de las características del lugar es que contrata a puras mujeres. En los tiempos inmediatos pasados el lugar estaba lleno siempre, con clientela de turistas y locales. Ahora está desierto, una o dos mesas a la hora de la comida. Ella está decidida a no despedir a nadie.
—Son 24 mujeres las que dependen de este lugar. No podemos cerrar, no puedo despedirlas, no quiero. Vamos a aguantar.
—¿Cuánto tiempo? ¿un mes?
—Pues yo espero que más, lo que aguantemos. Aunque cerremos no puedo dejar de pagarles, así me quede sin dinero. Yo vengo de abajo, sé sobrevivir con poco, pero con ellas tengo una responsabilidad.
Muchos restaurantes han buscado estrategias, unos venden vales para ir a comer pasada la contingencia, otros ofrecen servicio a domicilio (se abrió un grupo de Facebook donde todos colocan sus ofertas), publican ofertas del tipo “pide tres platillos y solo paga dos”. Quienes tienen locales en los andadores la tienen más complicada por las rentas estratosféricas. El socio de uno de esos lugares me dice:
—Vamos a negociar con el dueño, espero que acepte porque si no tendremos que cerrar, él se queda sin su renta y nosotros nos quedamos sin nada. Ya hicimos cuentas y esa es la única posibilidad de que podamos mantener el negocio sin despedir a nadie, cosa que no vamos a hacer. Es una pena porque es un proyecto al que le dedicamos ocho años de nuestra vida, pero por como veo las cosas, no creo que logremos sostenerlo.
Restaurantes, espacios culturales, librerías, tiendas de textiles, muchos pequeños negocios que lograron combinar concepto, principios éticos y propuesta social miran un futuro ominoso y sin mucha perspectiva.
Hay otros grupos que apenas comienzan a organizarse: redes de colaboración, espacios de intercambio, apoyo mutuo. Casi todo es complicado por la cuarentena, pero van caminando, kun kun, paso a paso. La necesidad les hará florecer si se logran superar viejas rencillas y recelos, que en esta ciudad, en esta región y en este estado, a veces pareciera que son más importantes que la misma sobrevivencia.
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