Cuando el destino nos alcanzó
Para mis familiares que se desempeñan en el sector salud y a todos
mis amigos que me ayudan a comprender estos fenómenos.
Muchas gracias por sus generosos comentarios.
En la época de la instantaneidad de los acontecimientos y la velocidad meteórica de las comunicaciones, casi todos permanecemos al tanto de lo que ocurre en nuestros lugares de origen y en lugares tan lejanos que la imaginación no nos alcanza siquiera remotamente a configurar. Por eso mismo, muchos teóricos y académicos denominan a las sociedades actuales y al momento histórico que ahora vivimos como la era de la información. Y en esta etapa estamos bombardeados de información por todas partes, cosa que nos crea la ilusión de sabernos conocedores de muchas cosas y las redes nos ofrecen el espacio ideal para alimentar nuestro hedonismo al sentir que somos escuchados por un público masivo allende nuestras fronteras físicas y lingüísticas.
Bajo esa lógica, pueblan el espectro mediático una legión de conocedores y expertos. Pero esto resulta inevitable y hasta natural que ocurra, cuando la tecnología literalmente nos pone al mundo en nuestras manos. No ha existido en la historia de la humanidad un momento así. En este escenario, todos tenemos el derecho de hacer circular nuestras opiniones en el ciberespacio usando las más modernas tecnologías de la comunicación, siempre y cuando esto no anule nuestra capacidad de discernimiento. Nuestros verdaderos problemas inician cuando se usan las plataformas de comunicación para mentir expresamente y se busca algún tipo de beneficio como resultado de tales acciones. El presidente de los Estados Unidos, George Bush, mintió cuando aseguraba que Irak contaba con armas de destrucción masiva, lo que justificaba la intervención militar. Vicente Fox, aseguró que el país crecería al 7% anual y fue solamente una quimera. Felipe Calderón, aseguró que con su estrategia de guerra contra las drogas bajarían los índices delictivos y ha sido uno de los sexenios más sangrientos de los últimos años. Enrique Peña Nieto, pretendió excusarse de obtener beneficios indebidos mientras su gobierno otorgaba contratos a un empresario constructor.
Traigo todo esto a colación porque, con esto de la pandemia del coronavirus, no solamente tenemos que reconocer la fragilidad global en la que nos encontramos ante eventualidades de esta naturaleza sino que, también, este hecho hace patente justamente que vivimos en un mundo en que todo está interconectado. Es cierto, sin embargo, que nuestra condición global puede remitirnos cinco siglos atrás, pero sin lugar a dudas las condiciones sociales, políticas, culturales, económicas, comunicacionales e incluso ambientales son muy diferentes en la actualidad. La cantidad de personas y la velocidad con que se trasladan de un lugar a otro del planeta es muy superior en estos tiempos (pos) modernos.
No he leído muchas cosas acerca de la tesis según la cual la pandemia por el coronavirus se debe a una suerte de guerra biológica entre las principales potencias a escala mundial. Las bases de esta opinión es la sospecha del por qué este brote se presentó en China y no en otra parte del mundo. Hace apenas unas semanas algo de esto registró en el espectro mediático sin ningún impacto en la prensa internacional.
Si bien Estados Unidos y China tienen elementos de sobra como para escalar un conflicto que desde hace algunos años viene confrontando a las dos naciones, no es menos cierto que escalar los conflictos comerciales que las confronta podría terminar afectando a los dos países y a la economía mundial en su conjunto. Y no olvidemos, tampoco, que actualmente China es el principal motor de la economía global. De modo que a nadie conviene desatar una guerra biológica que, al final, terminaría afectado a todos los países o a la mayoría de ellos, sin excluir a las principales potencias del mundo; tal y como vemos que está ocurriendo ahora mismo.
Aquella tesis igualmente pasa por alto el hecho de que se trata de un problema sanitario derivado de prácticas ancestrales por la ingesta de animales exóticos, los que han sido huéspedes en el desarrollo de ciertas enfermedades. Al menos eso se colige después de que los médicos chinos ubicaron el foco de contaminación en un mercado de la ciudad de Wuhan.
¿Quién o qué gobierno podría estar interesado en desatar una guerra biológica a sabiendas de que esto, en cualquier momento, puede afectar a su propia población? Sería realmente suicida intentar una cosa de ese tipo e incluso podría ser calificado como diabólico pretender provocar un daño a un país, dado el grado de interconexión de la economía mundial y el grado de movilidad de las personas por todo el planeta; puesto que eso, como ya lo hemos visto, resulta extremadamente difícil poder controlarlo.
Quienes sí aprovechan el momento para incidir en un cambio en el régimen de acumulación mundial es Rusia y Arabia Saudita, puesto que procedieron a literalmente inundar de petróleo al mercado, provocando estrepitosas caídas en los precios en todo el mundo. Nada más como ejemplo, el barril de petróleo de la mezcla mexicana hace unas semanas estaba en alrededor de 40 o 50 dólares, hoy en día se encuentra entre 14 y 20, una baja en más de la mitad de su valor anterior.
Como se sabe, pero vale la pena repetirlo, el coronavirus afecta las vías respiratorias y se manifiesta con las características muy parecidas del catarro común o la influenza; enfermedades que atacan nuestro sistema respiratorio todos los años en estas épocas. Por esas razones los médicos hablan de la influenza estacional, es decir, derivada de las condiciones ambientales que nos hacen más susceptibles o vulnerables a dicho padecimiento. A diferencia del catarro común, el COVID19 es un nuevo virus del cual carece de registro nuestro sistema inmune, lo cual nos hace vulnerables a la enfermedad.
Ahora bien, no hay que olvidar el tema de la población. Todos los años fallecen en el mundo personas por influenza. De hecho, el año pasado murieron más personas por influenza que lo que hasta ahora se lleva contabilizado por coronavirus. La mayoría son personas adultas o con problemas crónico degenerativos. El covid19 se ensaña con los adultos mayores, es decir, las personas mayores a los 65 años; eso es lo que se ha podido ver hasta ahora. No es que no afecte a la población más joven, sino que aquellos resultan más vulnerables porque el sistema inmunológico ya no responde eficazmente a las exigencias de una nueva enfermedad en un cuerpo que se va acercando al final de la existencia. Los jóvenes y los niños desde luego que pueden ser portadores del virus, pero lo que se observa es que son más resistentes a este padecimiento. Y ahí está uno de los problemas, que el contacto tan cercano en nuestra vida cotidiana puede acelerar los contagios y perjudicar a las personas más vulnerables.
Los chinos lograron construir un hospital en 10 días para atender la cantidad de enfermos que estaban contagiándose con el nuevo virus. Antes de eso, fueron los científicos chinos quienes alertaron sobre la existencia de este nuevo coronavirus bautizado como COVID19, cosa que el gobierno intentó mantener en secreto. Fue la investigación de los especialistas que prendieron las alarmas y no solamente eso sino que, adicionalmente, se ubicó el epicentro de la enfermedad. Hasta donde se sabe, se trata de un virus que se aloja en el cuerpo de los animales y de ahí pasa al humano. El periodo de incubación es de 14 días días y en ese tiempo podemos sentir los efectos de una gripe a la que estamos acostumbrados: incremento de la temperatura, dolor de cabeza, tos, escurrimiento nasal y dolor de cuerpo.
Según los datos de la Universidad Johns Hopkins de los Estados Unidos, hasta el momento han fallecido en el mundo 17,159 personas que dieron positivo del virus COVID19. Por países, hay que decir que China muestra signos alentadores y es plausible lo que hicieron en tan poco tiempo para controlar la epidemia. Corea del Sur, es otro ejemplo encomiable y aunque se tomaron medidas casi militares, la gran cantidad de pruebas hechas ha mantenido bajo control la enfermedad. Otros país como Italia, por ejemplo, sufren las consecuencias de un impacto en la salud de las personas y lo peor es que no parece que tengan el control del brote hasta el momento. Por lo pronto, es el país que más muertos contabiliza y ya es el doble de los decesos ocurridos en China que son poco más de 3,200 fallecidos.
Ahora bien ¿Cuáles fueron los motivos de la alarma global? Aparte de informar sobre la existencia de un nuevo virus, el problema es la velocidad de los contagios y esto se debe al roce interpersonal cotidiano. Por lo tanto, el reto es detener el crecimiento de los contagios a fin de evitar el colapso de los sistemas de salud, debido a que nos es posible en ningún país del mundo atender adecuadamente, ni existe el instrumental médico necesario, para paliar la enfermedad en un número de crecimiento súbito de casos. La primera ministra de Alemania, Angela Merkel, lo dijo de manera muy clara, lo que se necesita es ganar tiempo y procurar distribuir el número de contagios de tal manera que eso no sature los sistemas de salud para estar en mejores condiciones de atender a las personas y salvar vidas.
Pese a que estamos ante una emergencia y un fenómeno de salud pública que no se conoce plenamente, la velocidad con la que los científicos han trabajado a fin de saber los componentes del bicho ha sido sorprendente. De finales del año pasado a estas fechas ya se conoce la naturaleza del covid19, es decir, de qué está hecho y cual es su estructura. Esa es una base importantísima para empezar a diseñar la o las vacunas que podrían eventualmente neutralizar las enfermedades que este nuevo virus provoca en los humanos.
Quien ha desaparecido de los medios ha sido el doctor, Li Wenliang, quien descubrió la presencia de un nuevo virus después de atender a muchos de sus pacientes con insuficiencia respiratoria severa. Para su mala fortuna, el médico adquirió la enfermedad y a finales de enero falleció. Es admirable la valentía de ese médico porque no solamente luchó atendiendo a sus pacientes sino que, además, soportó el acoso de las autoridades que, en principio, descalificaron sus hallazgos.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente el 80% de quienes se infectan con el nuevo virus tienen afecciones leves, un 15% tiene padecimientos graves y el resto con efectos muy graves en su salud.
¿Cuál es la racionalidad del pánico? No creo que existe una sola forma de explicar las ráfagas de pánico que se han desatado una vez decretada la pandemia por la Organización Mundial de la Salud. Desde luego, se trata de un asunto de la más alta prioridad, sobre todo por la presión que puede ejercerse sobre los sistemas de salud al verse rebasados por la cantidad de contagios y que un número importante de ellos evolucione en términos de casos graves. Sin embargo, puede deberse al miedo que provoca en la población una enfermedad desconocida, la falta de credibilidad de los gobiernos, intereses de los opositores que estimulan el pánico para evidenciar al gobierno, sembrar temor entre la población para aprovecharse de la circunstancia; entre muchas más razones que pueden sumarse. No obstante, hay que encarar sin temor una enfermedad que, si nos descuidamos, puede provocarnos algún tipo de malestar, pero sobre todo debemos ser conscientes que la mejor manera de cuidarnos es una sana distancia y la mayor asepsia posible.
¿Por qué un virus de este tipo pone contra las cuerdas a los gobiernos del mundo? La incubación y, sobre todo, la velocidad del contagio hace que se incremente significativamente la demanda de servicios médicos para atender a los pacientes que dan positivo. Esa puede ser una cantidad inmanejable para los sistemas de salud, como ocurre en Italia. Todos los países tratan de evitar que no se les acumulen los casos. Por lo tanto, entre más tiempo puedan retardar el impacto de los contagios comunitarios mejor preparados pueden estar los sistemas para atender a los pacientes. Por lo menos tendrían un número de enfermos que no rebase la capacidad de los centros hospitalarios.
¿Cuál es el problema? Tratándose de un nuevo virus, la humanidad no dispone de una vacuna con la cual pueda suprimirse los efectos en la salud de las personas. La enfermedad provocada por el nuevo coronavirus ha sido particularmente severa en países europeos debido a que el promedio de edad supera los 50 años, de modo que se tiene una población particularmente vulnerable a este tipo de enfermedad, como sabemos que ha estado ocurriendo en países como Italia, por ejemplo. En Africa, por ejemplo, aparentemente no hay un impacto significativo en las personas en tanto que el promedio de edad es menor a los 30 años, aunque la esperanza de vida es menor a 40 y en Europa es casi del doble.
¿Por qué los chinos construyeron un hospital en menos de dos semanas? Desde luego, no es porque nos quieren demostrar al mundo la capacidad que tienen para asumir retos tan grandes como ese, sino porque sabían que necesitaban más hospitales para el número creciente de contagios que tendrían y, desde luego, eso obligaba a atender más personas enfermas por el virus en el corto plazo.
Lo que se preve es que habrá una recesión mundial no solamente por la crisis sanitaria desatada por el cobid19 y es probable que eso nos pegue más duro que el propio virus.
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