Paisajes migratorios en Tapachula: nuevos rostros, nuevas realidades sociales
Por Daniel Villafuerte Solís
Tapachula ha experimentado a lo largo de las últimas cuatro décadas transformaciones económicas significativas. Su agricultura, el sector más importante, ha pasado del cultivo del algodón a las plantaciones de marañón; transitando por la revolución de la soya y del mango ataulfo. La rama de producción que se ha mantenido por más de un siglo, con sus ciclos de crisis, ha sido el café, lo mismo ha ocurrido con el banano. Estos cambios han impactado en la dinámica de población, sobre todo de la población flotante de jornaleros agrícolas que llegan a las cosechas del café y de otros productos. Los cambios en la economía agrícola han modificado el rostro del soconusco y de Tapachula en particular, pasó de ser un espacio de llegada de migrantes a una región dormitorio, un lugar de paso y de solicitantes de refugio de Centroamérica, el Caribe, Asia y África.
Algunos medios han referido a Tapachula como cárcel porque muchas personas que buscan refugio “han quedado atrapadas” (El País–El Faro, 23 de noviembre, 2019[i]) y viven en condiciones precarias, sobre todo africanos, aguardan, como medida de presión, en pequeñas casas de campaña improvisadas con plásticos, bajo temperaturas que alcanzan los 38 grados a las afueras de la Estación Migratoria Siglo XXI para obtener un salvoconducto. El paisaje es desgarrador, muchos niños y niñas se agolpan y juegan a la sombra de la facha del edificio de la estación migratoria.
En el parque central el paisaje es distinto, el espacio es ocupado por mujeres y hombres haitianos, el número de niños es menor. Este grupo busca la sobrevivencia día a día con la venta de bebidas y comida; la venta de servicios diversos como reparación de ropa, bolsos, carteras, peluquería y confección de trenzas. Esta percepción es corroborada por la Encuesta sobre la Población Refugiada en México (ENPORE): “El principal sector en que se emplean las personas refugiadas es en la prestación de servicios (55%), dentro de este rubro los principales tipos de servicio a que se dedican son: la preparación de alimentos, trabajo doméstico y salones de belleza” (2017:4)[ii]. Muchos de ellos llevan esperando varios meses la definición de su situación legal en el país.
Otros paisajes visibles son el grupo de haitianos vinculados al programa de empleo temporal que barren las vías públicas, pintan y resanan edificios públicos. También son visibles el grupo de cubanos que tienen barberías muy bien equipadas, ambientados con música de reguetón y otros ritmos de moda, exitosos diríamos. En general, un elemento que distingue a este grupo de solicitantes de refugio es que están vinculados a actividades económicas remuneradas en el sector servicios.
Frente a estos paisajes visibles, hay un mundo subterráneo del que dan cuenta varios reportajes, uno de ellos es el recién publicado por El País y El Faro, en el que se menciona la explotación sexual, un negocio jugoso de viaja data en Tapachula pero que la presencia de mujeres caribeñas le han dado un nuevo impulso.
La presencia de los migrantes solicitantes de refugio ha dado un nuevo rostro a Tapachula, sobre todo asiáticos, africanos y haitianos, ha opacado la presencia de hombres y mujeres centroamericanas, en particular guatemaltecas, que en otro momento ocupaban los espacios públicos. Todos los días, se observa una enorme fila que da vuelta a la manzana donde se ubica la oficina de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), ahí se observan rostros desesperados, la mayoría jóvenes de Centroamérica y de Haití.
Parte del nuevo paisaje de Tapachula han sido las protestas de migrantes africanos, una de ellas fue la marcha realizada el día 31 de agosto de la Estación migratoria Siglo 21 al parque central con pancartas que decían “Nosotros sólo queremos transitar, no queremos refugio, no somos apátridas, criminales y objeto de interés político. Agrupados en la Asamblea de Migrantes africanos y africanas en Tapachula”[iii], demandaron transitar libremente para llegar a Estados Unidos, no piden refugio sólo un salvoconducto.
La migración de tránsito aparentemente ha disminuido debido a que ahora en las casas del migrante predomina la presencia de solicitantes de refugio, sobre todo familias hondureñas. Sin embargo, debe tenerse en cuenta los datos duros del Instituto Nacional de Migración y de la Patrulla Fronteriza: por ejemplo, de junio a septiembre fueron deportados 16 450 migrantes por Chiapas[iv], la mayoría de la región norte de Centroamérica; en tanto que, en el mismo periodo, la Patrulla Fronteriza reportó para los mismos meses un total de 258 071[v] detenidos, de estos una proporción muy significativa de centroamericanos. Lo que ocurre es que muchos migrantes de tránsito mantienen los mecanismos tradicionales y cambian de ruta para evitar ser detenidos.
Ahora bien, regresando a los solicitantes de refugio, algunas personas llevan hasta 5 meses en las en casas del migrante donde aguardan la respuesta de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar). Unos, en la desesperación por la larga espera, están pensando en regresar a su lugar de origen. Otros optan por inscribirse al programa federal de empleo temporal donde pueden obtener un ingreso de 180 pesos por día. Sin embargo, no todos están por esta opción porque implica dejar el albergue y pagar la renta de un cuarto, pero el recurso resulta insuficiente para cubrir gastos de vivienda y comida.
La presencia de migrantes y solicitantes de refugio genera dinámica económica: la renta de viviendas en las colonias periféricas de la ciudad o en los cuartos de hostales en el centro, la demanda de comida y otros productos básicos permiten que la circulación de dinero en la ciudad crezca la economía local. Sin embargo, el aumento del circulante, que beneficia preferentemente a algunos sectores del comercio y los servicios, tiene un lado negativo que es la parte humana, del sufrimiento que se refleja en los rostros de la desesperación por no poder concretar su proyecto migratorio.
La impresión es que el gobierno ha sido rebasado en sus capacidades institucionales por el incremento exponencial de solicitudes, para dar respuestas ágiles y favorables para la población que reclama protección. No hay claridad sobre la cantidad de dinero que se está gastando en atender y mantener a la población solicitante de refugio. Lo que sí es una realidad es que el presupuesto asignado a la Comar es del todo insuficiente. Es una institución que tiene poco personal; además, para los migrantes asiáticos y africanos, y algunos haitianos se necesita un equipo de traductores para hacer todos los trámites, especialmente para las entrevistas. Esto dificulta la agilidad en los trámites, que normalmente se lleva tres meses en dar una respuesta.
Hay un punto crítico sobre la debilidad institucional, y es que la Comar, como hemos indicado arriba, se ha visto rebasada para atender la creciente demanda:
“Desde la publicación de la ENPORE 2011, se han incrementado tanto las solicitudes como los reconocimientos de la condición de refugiado, al mismo tiempo que ha cambiado la distribución de los países de origen de esta población; en particular, ha aumentado exponencialmente el número de solicitudes de la condición de refugiado por parte de personas del Norte de Centroamérica; El Salvador, Honduras y Guatemala” (EMPORE, 2017:3).
En efecto, la Comar registra que en 2013 se presentaron 1 296 solicitudes de refugio, y en el periodo enero-octubre de 2019 fue de 62 299, de estas 65.7 por ciento se llevaron a cabo en Chiapas[vi]. Es importante puntualizar que, del total de solicitudes en este periodo, 27 750 correspondió a hondureños, esto significa 44.5 por ciento.
La ENPORE apunta a un tema relevante para pensar los posibles escenarios para México, y es que una proporción importante de la población refugiada piensa quedarse en México, quizá como consecuencia del endurecimiento de las medidas antimigrante del gobierno de Estados Unidos: “De las personas refugiadas que piensan establecerse en México, 67.4% planea quedarse en la misma ciudad donde viven actualmente; de ellos, la mayoría reside en la Ciudad de México, Monterrey, Tapachula y Tijuana” (EMPORE, 2017:7). Como se puede ver, Tapachula está dentro de los lugares donde la población refugiada piensa quedare, el tema es particularmente relevante porque la localidad por ahora no tiene condiciones para atraer población, tan es así que muchos locales se encuentran trabajando en Estados Unidos.
Si consideramos que el número de solicitantes de refugio podría cerrar al 31de diciembre en 80 mil, significaría 23 por ciento de la población del municipio de Tapachula que fue estimado en 348 156 personas en 2015. El escenario puede tornarse más complejo en 2020 si pensamos que el número de refugiados alcance las 100 mil personas. En este contexto, las manifestaciones de rechazo a los migrantes de algunos sectores de la población local son patentes en medios como el Orbe con titulares como “continúa infestado el parque central de migrantes”. El tema es complejo y es deseable que los tres órdenes de gobierno se articulen para ofrecer respuestas plausibles.
[i] El País-El Faro, 23 de noviembre, 2019. https://elpais.com/internacional/2019/11/22/actualidad/1574412254_489288.html
[ii] Encuesta sobre la Población Refugiada en México (ENPORE). (https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/513677/B191126_Principales_Hallazgos__2_.pdf
[iii] Enríquez, Elio, 2019. “Hartos de esperar, migrantes africanos en Chiapas piden libre paso hacia EU”. La Jornada en línea, 31 de agosto. En: https://www.jornada.com.mx/sin-fronteras/2019/08/31/hartos-de-esperar-migrantes-africanos-en-chiapas-piden-libre-paso-hacia-eu-7230.html.
[iv] INM, Boletín Estadístico Mensual, 2019. Disponible en: http://portales.segob.gob.mx/work/models/PoliticaMigratoria/CEM/Estadisticas/Boletines_Estadisticos/2019/Boletin_2019.pdf
[v] CBP, 2019. En: https://www.cbp.gov/newsroom/stats/sw-border-migration/fy-2019
[vi] Estadísticas COMAR, 2019. En: https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/508174/CIERRE_DE_OCTUBRE_2019__06-nov_.pdf
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