¿El fin del indigenismo?

En este texto nombraré Indigenismo a una política de Estado diseñada para asimilar a las culturas de los pueblos originarios a una supuesta cultura nacional, basamento del nacionalismo mexicano. Por supuesto, el indigenismo tiene antecedentes antes de llegar a ser un diseño programático, cimentado en una teoría elaborada por los antropólogos a partir del triunfo de la Revolución Mexicana iniciada en 1910. Con ese movimiento armado, la sociedad mexicana inició el siglo XX, siete años antes de la Revolución Bolchevique encabezada por Lenin en 1917. Como parte del movimiento revolucionario mexicano, surgió el proyecto indigenista como un proceso de aculturación inducida, cuyo final llegaría con el establecimiento de una Cultura Nacional mestiza y la adopción de un Idioma Nacional único, el castellano. Como veremos, los pueblos originarios de Chiapas jugaron un papel central en ese proyecto.

Foto: Isaac Guzmán

En sentido estricto, el indigenismo, como una forma de tratar a los pueblos originarios a raíz de la imposición del régimen colonial, tiene sus antecedentes en ese período. Es desde esos días, que se construyó la noción de indio, al uniformar los castellanos a todos los pueblos originarios sin distinción de sus diferencias lingüísticas y culturales. Los intelectuales de la época, principalmente los sacerdotes y los académicos de la Universidad de Salamanca, España, iniciaron el estudio de las lenguas vernáculas (más de doscientas) para, a través de ellas, castellanizar y cristianizar. Es decir, diríamos actualmente, iniciaron la aculturación inducida para cambiar la visión del mundo de los vencidos e introducirlos al cristianismo occidental. Más aún, desde el discurso de Montesinos, el fraile dominico, pronunciado en la Isla de la Española, hoy República Dominicana, se suscitó una intensa discusión entre los pensadores españoles, que discutieron el derecho de hacer la guerra a los indios, como único medio eficaz para lograr su incorporación al mundo occidental. Bien escribió Guillermo Bonfil, en uno de sus textos más lúcidos, que “indio” es una categoría del sistema colonial, una designación de la condición del dominado.

Reinando en España Carlos I que a su vez era Carlos V de Alemania, y estando el Rey y su corte en la ciudad de Valladolid, se congregaron al llamado del monarca, los intelectuales interesados en la cuestión indígena. Por una parte, destacaron Fray Bartolomé de la Casas y Francisco de Vitoria y por la otra, Ginés de Sepúlveda. Ambos bandos estuvieron de acuerdo en la necesidad de evangelizar a los considerados infieles. Pero Fray Bartolomé y Vitoria condenaron la crueldad y la guerra, las encomiendas y la situación de esclavitud de los pueblos indios. Ginés de Sepúlveda, por el contrario, apoyó la guerra y la esclavitud como medios para lograr los propósitos que se buscaban. Un año duró esa confrontación, de 1550 a 1551, que pasó a la historia como la “discusión de los naturales”. Podemos decir que Fray Bartolomé y Vitoria obtuvieron una sonada victoria, pero sólo en algunos aspectos,  porque la crueldad continúo, si bien se suprimieron las encomiendas y se promulgaron las Nueva Leyes de Indias, que reconocían a los pueblos indios como súbditos del Rey. Fue un avance notable, porque de facto, era reconocer la igualdad de indios y españoles frente a la Corona.

La Independencia no cambió mucho la condición subordinada del indígena. El racismo siguió imperando en la sociedad mexicana emergente. Los indios y los negros ocuparon las escalas más bajas de la desigualdad social imperante. Pero se consolidó la idea de asimilar a las culturas indígenas y crear una cultura mestiza como base para cimentar a la nueva Nación y al Estado Nacional que surgió con el proyecto Republicano, después de obtenida la independencia de la Nueva España. Si examinamos las discusiones habidas en el siglo XIX entre Liberales y Conservadores, nos percatamos de que un tema central fue el de qué hacer con los indios y el acuerdo generalizado de que era necesaria su asimilación a una cultura nacional. Esa discusión pasó al siglo XX y fue retomada por los revolucionarios de 1910.

Fue el período en que el General Lázaro Cárdenas del Río gobernó al país que se gestó el marco institucional del indigenismo como una política de Estado. Cárdenas gobernó de 1936 a 1940, inaugurando así los períodos sexenales que aún persisten. Durante su gobierno se fundó el Instituto Nacional de Antropología e Historia, la Dirección de Asuntos Indígenas y sobre todo, se llevó a cabo el Primer Congreso Indigenista Intercontinental en la Ciudad de Pátzcuaro, Michoacán, en 1940, justo unos meses antes del término del sexenio. Fue en ese Congreso que se acordó crear el Instituto Indigenista Interamericano que después pasó a ser un organismo de la OEA y cuya sede se fijó en la Ciudad de México. En 1948, con Miguel Alemán como Presidente de México, se instaló el Instituto Nacional Indigenista (INI) que fue substituido por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas en los tiempos del Presidente Fox y que actualmente fue, a su vez, relevado, para crearse el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI).

Al crearse el INI, Gonzalo Aguirre Beltrán propuso una teoría conocida bajo el concepto de “regiones de refugio”. En el marco de esa propuesta es clave la noción de Centro Rector y de sus “satélites”. Una región de refugio es aquella en donde subsisten los pueblos indígenas pero bajo el dominio de un Centro Rector en manos de los no indígenas, que acapara todas las funciones básicas de la sociedad: económicas, religiosas, políticas, culturales, en su más amplia acepción. Por esa razón, Aguirre Beltrán propuso la instalación de Centros Coordinadores del INI, en Regiones de Refugio claves. Así, después de una intensa discusión, se instaló el Primer Centro Coordinador Indigenista en la Región de Refugio de los Altos de Chiapas, en un lugar denominado “La Cabaña” en la Ciudad de San Cristóbal de Las Casas, en el año de 1951. De ese año a nuestros días, ha corrido mucha agua. Los altos y bajos de la política indigenista requieren de un análisis detallado y documentado. En términos generales, es evidente que el indigenismo no logró su propósito de aculturación y los pueblos indios aún persisten. Más aún, aumentan su demografía o bien, resurgen como está pasando en Baja California, con grupos que se creían extintos y que hoy se alzan reclamando sus derechos. Es evidente que toda cultura tiene el derecho de desarrollarse y cultivarse, incluyendo a su idioma. El caso Mexicano no es la excepción. Necesitamos educar a la sociedad para que valore la gran riqueza que significa la variedad cultural e idiomática. Por ello, estamos a la expectativa de cuál será la nueva relación entre el Estado Mexicano y los Pueblos Indios en el contexto de la llamada Cuarta Transformación. Es temprano para descifrarlo. Pero no tardará mucho en manifestarse el rumbo que seguirá el Estado Nacional en su relación con los Pueblos Indios. Es una relación clave para la estabilidad del país y su desarrollo.

Ajijic. Ribera del Lago de Chapala.  A 14 de diciembre de 2019.

 

Un comentario en “¿El fin del indigenismo?”

  1. ANTONIO TENORIO ADAME
    18 enero, 2020 at 18:38 #

    iNTERESANTE ANALISIS CRITICO PARA ENTENDER EL PROCESO DE ALINEACION POLITICA INDIGENA, POR SU PARTE STAVENGAHEN HAY QUE RECODAR SU ENFOQUE CRITICO A CADA POLITICA INDIGENISTA QUE EL ESTADO MEXICANO HA PUESTO EN PRACTICA
    ADE,MAS ES VALIDO DESTACAR LA SOBREVIVENCIA DE LOS MODOS DE VIDA PRESERVADOS POR LOS PUEBLOS ORIGIANARIOS QUE HOY EN DIA SE RECONOCE SU AUTENTICIDAD EN LOS TERMINOS DE SOCIEDADES COMUNITARIAS.
    SALUDOS

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