Zeitgeist; las revueltas de los excluidos

En la influyente filosofía alemana, la palabra “Zeitgeist” significa el “espíritu de la época” o el “espíritu de los tiempos”. Significa que algo o alguien domina las características de una época dada en la historia del mundo.

Hoy donde en varios países hay protestas y manifestaciones, los ciudadanos del mundo comparten por lo menos dos cualidades; la capacidad de organizarse a través de las redes sociales y la coincidencia unánime en que son los políticos la causa de sus males. El ciudadano común y corriente de varios países, siente una especie de aversión hacia los políticos que los gobiernan.

En Latinoamérica; Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Colombia, Venezuela, Haití; en Europa, España, Inglaterra, Francia y súmeles también países de toda Asia, Hong Kong, Irak, Kazajstán y Líbano en donde las protestas sociales están a la orden del día; todas ellas en contra de los políticos y del sistema de gobierno.

Las protestas globales comparten temas de enojo sobre la situación económica y una falta de esperanza en que por lo menos, la situación política de sus países cambie.

A simple vista, las protestas que iniciaron por temas económicos; fueron provocadas por aumentos pequeños en el costo del pago de los impuestos o los servicios públicos. Los precios de la gasolina, los precios del “metro”, los precios de los alimentos. Sin embargo, ese aumento lleva implícito el aumento de la desigualdad; es decir, la brecha que separa a ricos de pobres.

Pero la desigualdad de ingresos no es el único factor económico que enfrentan muchos de los países que ven protestas. La desaceleración del crecimiento económico está generando incertidumbre y las expectativas de crecimiento económico mundial para los próximos años no son halagadoras.

Aunado a esos problemas internacionales, la ciudadanía de varios países no cree que sus problemas puedan ser resueltos por los gobiernos en funciones. A ello hay que sumarle que los considera gobiernos corruptos.

Esa convicción sobre las particularidades de cada gobierno nacional explican por qué aun cuando varios gobiernos han dado marcha atrás a las medidas que provocaron las protestas, estas no terminan y los ciudadanos siguen saliendo a las calles a manifestarse.

Los últimos tiempos la idea de libertad era prioritaria en el mundo, caían los muros ideológicos y físicos, también las dictaduras. El neoliberalismo de la mano con su estrategia central denominada Consenso de Washington se impusieron y dominaron casi todo el mundo. Pero ahora, su viabilidad como ideología económica salvadora de las libertades mundiales está en entredicho. Incluso por quienes en algún momento la promovieron.

Lucha contra la corrupción, contra la desigualdad, el deseo de independizarse y la ira por sentirse excluido dominan las manifestaciones mundiales. Pero también la defensa contra lo que se considera atenta el bienestar local.

En el mundo actual derrocan o vencen electoralmente a la izquierda, o la derecha es sacada del poder y lo asume la izquierda; entonces inicia de nuevo el ciclo de la movilización social y la sempiterna búsqueda de la democracia efectiva. Es así como aparecen los populismos.

Ahora bien; ante la indignación mundial y el peligro de crisis social, a los políticos en el poder se les olvidan las lecciones del pasado; recurrir al monopolio de la fuerza empeora más la situación y amplía el ansia de buscar las libertades sociales.

 

¿Entonces el camino es el populismo o el monopolio de la fuerza?

En los tres años transcurridos desde el Brexit británico y la llegada de Donald Trump, a la presidencia americana, un movimiento populista global ha cobrado impulso: Jair Bolsonaro en Brasil, Victor Orban en Hungría, Matteo Salvini en Italia. ¿Cuánto tiempo durarán en el cargo? Los mandatarios anteriores a ellos calificados como populistas; Xi Jinping en China, Vladimir Putin en Rusia y Recep Tayyip Erdogan en Turquía se han afianzado en el poder.

Nacionalismo y populismo es el binomio que promueven y ello incuba el autoritarismo. Se apela a la identidad nacional porque ese sentimiento nacionalista es un ingrediente esencial para las democracias, se basan en la asunción de una identidad común y de un estado de bienestar al que hay que proteger de las personas que llegan de otros lados; es decir, los inmigrantes que no tienen nuestras mismas costumbres.

¿Quién es el enemigo? ¿la ideología de derecha, la de izquierda, las redes sociales que replican y multiplican todo, la desigualdad, los nacionalismos? ¿Quién perturba la tranquilidad mundial?

Lo perturba la falla sistémica de los gobiernos de derecha o de izquierda; ninguno ha sido capaz de construir tres condiciones esenciales para hacer gobiernos efectivos ante la situación económica mundial, es decir; ninguno ha logrado implementar impuestos progresivos, o sea cobrar tasas impositivas a quien más riqueza posea evitando la evasión de impuestos, en segundo lugar, no se ha logrado construir mejores servicios sociales y tampoco aumentar el ingreso de quienes menos tienen, por lo menos aumentando los salarios mínimos.

El espíritu de los tiempos es protestar. Esas protestas está clara que la encabezan los que se sienten excluidos del futuro. Un futuro en donde la desigualdad se enseñorea y se prevé arraigada en los países; porque no hay confianza en quienes instrumentan las políticas públicas.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

 

 

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