Sabines, el cónsul purificado por la 4T
El regreso de Juan Sabines Guerrero como cónsul en Orlando, Florida, coloca en muy mala situación a la 4T, de la que se esperaba una renovación de cuadros y no la recuperación de políticos que simbolizan la corrupción y hasta la maldad.
El peor gobernador de Chiapas ha sido Juan Sabines. Nadie se le acerca. No solo porque dejó como herencia una deuda de 42 mil 300 millones de pesos, entre pagos pendientes a proveedores y adeudos a largo plazo, sino porque se ensañó con miles de chiapanecos como si fueran sus enemigos.
Prohijó, además, a una generación de políticos con esas mismas características: generosos con el dinero público, venales y hasta diabólicos.
El dinero del erario, prácticamente sin límites, del que dispuso Juan Sabines le permitió comprar protección. Repartió dinero por todos lados: a políticos sin chamba y a políticos en campaña, lo mismo perredistas, priistas que panistas. No hubo distingos. Su camino lo sembró con favores provenientes del presupuesto.
Se protegió de tal manera que quien se convirtiera en presidente de la república o en gobernador necesariamente le debería el favor. No tengo la menor duda de que Sabines, además, videograbó a todo aquel que recibió dinero de sus enviados. No se salvó nadie, y a otros les tendió trampas. Los grabó con amantes. Los filmó embrutecidos de drogas. En conversaciones comprometedoras.
Y con tanto saldo a favor en sus cuentas, Sabines todavía reparte dinero a diferentes candidatos. En Puebla se le vio muy activo con Miguel Barbosa y en Morelos con Cuauhtémoc Blanco.
Incorporar en las filas de Morena a Sabines es echar tierra al discurso de honestidad, que ha predicado el presidente Andrés Manuel López Obrador, porque el exgobernador es un político que reúne los elementos de la perversidad y la vileza. No creí que hicieran esta concesión. Me equivoqué. Se ve que la 4T está para eso y otras vergüenzas más.
Muchos políticos han sido corruptos porque el sistema se los ha exigido y merecen posiblemente el perdón, mas no aquellos que como Juan Sabines que desplegaron con regusto y con pasión ruindad y tortura.
En una ocasión en que hablé con uno de sus colaboradores más cercanos, me dijo que había estado arraigado en tres ocasiones, después de unas borracheras en casa de gobierno. “Pero yo también me defendí”, me comentó, “influí para que arraigaran también a Mauricio Perkins”.
Era una diversión cotidiana para el exgobernador encerrar a sus colaboradores; amenazarlos, y después premiarlos con maletines de dinero en efectivo y con festejos interminables en donde, a decir de este exfuncionario, fluía los cocteles más exquisitos de droga y de trago.
Aunque los detenidos más visibles fueron Pablo Salazar, por mucho el mejor gobernador al menos de este siglo y varios de sus funcionarios, muchos líderes sociales pisaron la cárcel, acusados de delitos tan disparatados como haber matado a sus abuelitas, ordenado un secuestro o haber vendido la propiedad de sus padres.
Un muestrario de las averiguaciones previas en esa etapa daría material a miles de psicólogos para desentrañar la mente perversa de Juan Sabines Guerrero, hoy acólito de la 4T y miembro del cuerpo diplomático mexicano asentado en Estados Unidos.
Lástima que se otorgue este premio al peor gobernador de Chiapas; al campeón del disimulo, de la corrupción, de la perversidad y de la maldad.
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