MORENA: Renovación y Reforma
Por Jordan Orantes Rovira
Morena se debate en el proceso de renovación de la dirigencia que lo gobierna, de los comités Ejecutivos y Consejos nacionales y locales. Se trata del primer ejercicio democrático como partido en el gobierno: Es una oportunidad para demostrar su capacidad interna para organizarse, negociar, conciliar y llegar a acuerdos, pero sobre todo, para mostrar respeto a la voluntad de los militantes. En síntesis, es el momento cúspide de la organización política para definir las pautas de su desarrollo, y marcar en definitiva, la diferencia entre Morena y los demás partidos de la vieja y caduca partidocracia en México.
Esta fuerza política fundada en 2014 emerge como partido de oposición, establece una agenda política disruptiva y un antagonismo férreo al sistema político tradicional, autoritario y corrupto. En su primer ejercicio electoral, las elecciones federales de 2015, alcanzó apenas el 8% de la votación, logró, con esfuerzo, ser la cuarta fuerza política con 35 diputados. Hoy, se configura como el partido hegemónico, con mayoría en ambas cámaras, producto de la aplastante votación del 53% en 2018. Morena ganó en 31 estados, en 92% de los distritos electorales y en el 80% de los municipios.
En tan solo 3 años, el escenario nacional se ha transformado: El cambio de régimen se ha puesto en marcha, el modelo neoliberal se ha desterrado de la economía y los privilegios que poseía la alta clase política se han eliminado. El partido devenido en gobierno ha marcado un punto en la historia política del cual es casi imposible volver atrás. Las bases institucionales que impulsan el cambio ya se encuentran en acción, los mecanismos gubernamentales de atención a sectores vulnerables y excluidos están en operación en muchas zonas del país, los programas sociales para el bienestar que se entregan a estudiantes, jóvenes, adultos mayores, madres solteras y personas con discapacidad se están ejecutando de manera masiva. Existe un escenario político distinto y el bienestar social de la población ha aumentado, por esa razón Morena tiene la tarea de absorber la nueva realidad del país, y no solo buscar la Renovación de su dirigencia, sino también la Reforma de sus documentos básicos.
Morena surgió con el propósito de acabar con el régimen de opresión, corrupción y privilegios, nació como oposición a la simulación y el autoritarismo del sistema político priista y la violencia cruenta generada por el PAN, hoy ese régimen se derrumba y empieza la construcción de uno nuevo. La declaración de principios está sustentada en la experiencia del viejo régimen, por eso es necesario reconstruir los elementos programáticos y la doctrina con una visión de futuro, pensar en los principios guía como la orientación ideológica de las futuras generaciones quienes tomarán las decisiones del partido y consolidarán su crecimiento.
El programa de acción, como la inspiración del movimiento de regeneración nacional, tiene que adecuarse a los nuevos retos como partido en el gobierno sin que eso signifique perder su esencia originaria: Una democracia al servicio del pueblo y una ética republicana como una nueva forma de intervenir en los asuntos públicos. Morena como espacio abierto, plural e incluyente debe continuar como un principio inquebrantable para permitir la integración a todos los sectores de la sociedad, a todos los movimientos y organizaciones, grupos de interés social y ciudadanos independientes que tengan la convicción de coadyuvar a las tareas de transformación y regeneración nacional.
La vitalidad, fuerza y dinamismo del partido se encuentra en dar cabida a luchas históricas de los movimientos sociales, a las exigencias de los diversos grupos, a tener representación de los distintos sectores, es decir a que el partido abraza la diversidad y condensa las demandas y luchas de todas y todos en el marco de la unidad nacional. Por esa razón, las actuales disputas entre los líderes de morena, en el partido o en las cámaras del Congreso de la Unión, no definen la ideología del partido, mucho menos la agenda y la dirección del movimiento.
La nueva dirigencia debe ser capaz de gobernar el crecimiento del partido, evitar contaminarse por el contacto en el poder, no caer en un pragmatismo a ultranza que provoque el olvido de los principios, e impedir la fragmentación del partido en corrientes o ¨tribus”, las cuales terminen sepultando el interés supremo de lograr la 4ta transformación de la historia de México. Lo trascendente, lo importante es mantener la unidad en el partido, ser la plataforma de formación de cuadros que seguirán impulsando a la 4T, lo demás es politiquería sin sentido, retrógrada y reaccionaria, la cual, como dijera de manera muy afortunada el presidente, debe irse al carajo.
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