López Obrador: Izquierdas/derechas
Partamos de la pregunta: ¿Quién usó por vez primera el sustantivo calificativo para distinguir las ideologías? La fecha exacta es aún discutida, pero los términos derecha /izquierda para calificar a las posturas ideológicas en pugna, surgió en el contexto del llamado Tercer Estado convertido en Asamblea Nacional en Francia en 1789. Sucedió que los miembros de la Asamblea Nacional debían votar qué tipo de gobierno se deseaba para Francia, en el contexto de la Revolución. Aquellos que sostenían que el Rey debería seguir teniendo un poder absoluto, incluyendo el de vetar las decisiones de la misma Asamblea Nacional (que representaba al poder social), se colocaron a la derecha; quienes defendían los derechos individuales, el poder popular y la derogación del derecho de veto al Rey, se sentaron a la izquierda. Por último, y para decirlo en castellano de Chiapas, los “aguados”, indecisos, se sentaron al centro. A esta colocación de los delegados franceses, la llamó Mirabeau, “La Geografía de la Asamblea” y de aquí, según varios analistas, proviene el vocablo usado por los políticos refiriéndose a la “geometría política”. En aquella primera geografía política, los miembros de la Asamblea Nacional sentados a la derecha, pertenecían a los sectores aristocráticos, ultra-conservadores y al clero, además de contra revolucionarios; apoyaban incondicionalmente al Rey y pugnaban por el absolutismo. Los colocados a la izquierda defendían los derechos individuales y en su mayoría tenían sus orígenes en los sectores medios de la población; defendían las libertades ciudadanas además de ser partidarios de señalar límites al poder. En el centro, para decirlo en castellano coloquial, se colocaron los que “ni fu, ni fa”, con orígenes tanto en los sectores medios como en los aristocráticos. El lector interesado en este tema, puede acudir al libro del científico político italiano Norberto Bobbio, Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política. Editorial Taurus, 1995.
Los términos derecha/izquierda para calificar las posiciones políticas se difundieron a toda Europa y ya entrado el siglo XIX, con las independencias y surgimiento de los Estados Nacionales, se difundió por América Latina y el Caribe, para, en el siglo XX, difundirse por Asia y África. En el contexto de América Latina no es posible hablar de una sola izquierda, sino que el término más cercano a las realidades ideológicas es el de “izquierdas”, en plural. Sin embargo, en términos generales, las izquierdas latinoamericanas han defendido los derechos populares, los movimientos sociales de reivindicación incluyendo los correspondientes a los pueblos originarios, las demandas de los trabajadores en general y se han situado como nacionalistas. En términos particulares, las izquierdas se han distinguido entre ellas mismas, porque algunas abogaban por el cambio social buscando instaurar a sociedades igualitarias y algunas, más allá, de plano han pugnado por el socialismo (Salvador Allende en Chile; Fidel Castro en Cuba; José Mujica en Uruguay) y por una suerte de “destino final” que sería el comunismo, una forma de sociedad aún desconocida empíricamente. También las derechas en América Latina se han divido ideológicamente en ultra-conservadoras, centristas, defensoras de las sociedades desiguales, racistas y fascistas (Bolsonaro en Brasil es el ejemplo más extremo y, fuera de América Latina, Donald Trump en los Estados Unidos; Hitler en un ejemplo de extrema-extrema derecha fascista).
¿Qué sucede con el Presidente Andrés Manuel López Obrador? En la pasada conferencia mañanera (martes 17 de septiembre), una de las más claras e importantes hasta ahora, el Presidente Mexicano descubrió rasgos de su identificación ideológica hacia la izquierda. Insistió en autonombrase liberal mientras que los situados hacia la derecha serían los conservadores. No definió si para él existe un centro. Por qué el Presidente no usa los términos “derecha” e “izquierda”. Mi respuesta a esta pregunta es por su nacionalismo. López Obrador se coloca, en primer lugar, como nacionalista y lo demuestra recurriendo a los términos con los que se conoció en la Historia de México, hacia el siglo 19, a quienes clasificaríamos como izquierdas (los liberales) y como derechas (los conservadores). Los liberales lucharon por lograr que todo ciudadano de México fuese igual ante la ley en el contexto de un Estado Laico; abogaron por la no discriminación por razones religiosas o de raza y, en congruencia con su planteamiento de un Estado laico, lucharon por la separación entre la Iglesia y el Estado. Defendieron al nacionalismo como razón de Estado y de Identidad para crear a una sociedad nacional. Lucharon contra la variedad cultural del país en aras de crear una cultura nacional que apuntalara al Estado Nacional, convencidos que en medio de la variedad cultural, tal meta era imposible de alcanzar. Los liberales pugnaron por la educación laica y pública. Sin embargo, en la actualidad, se usa el término “neo-liberal” para definir a las derechas capitalistas en el poder.
Los conservadores-los neo-liberales actuales- para decirlo en breve, lucharon por lograr todo lo contrario (menos terminar con la variedad cultural) y llegaron al extremo de invitar a Maximiliano de Habsburgo para que se convirtiera en Emperador de México lo cual causó una guerra, de la que finalmente salió vencedor el Presidente Benito Juárez, a quien el Presidente López Obrador invoca como inspiración política. Más aún, en la citada mañanera del pasado martes, el Presidente López Obrador se identificó con los movimientos sociales que en México han bregado por transformar a la sociedad. En concreto, el Presidente se colocó en línea con Othón Salazar, Valentín Campa, Demetrio Vallejo y Rubén Jaramillo. Le faltó mencionar al Movimiento Estudiantil de 1968 y a otros movimientos más recientes. El camino de instaurar una sociedad decente, es largo y queda mucho trecho por delante. Los dichos tendrán que verificarse con hechos. Todavía suceden a diario crímenes; todavía el sistema de Justicia de México deja mucho que desear. La medicina está invadida por la comercialización. La falsificación alimentaria es un triste hecho. Y por supuesto, la desigualdad social aún caracteriza a la sociedad mexicana, lo que es imposible cambiar de la noche a la mañana. Los pueblos originarios aún no alcanzan la plenitud de sus derechos. El racismo es un fantasma que recorre a toda la sociedad mexicana. El ejército aún no pide disculpas por masacres como la de Tlatelolco en 1968 y otras más recientes.
Con todo, el Presidente Andrés Manuel López Obrador sigue teniendo un muy alto porcentaje de aprobación social, como lo demostró la noche del grito el 15 de septiembre y el desfile del 16. México vive un momento muy interesante. Que sea para el bien de la Nación.
Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. Martes 17 de septiembre, 2019.
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