La esquina de la doce poniente
Desde que recuerdo, a mi hermano y a mí, nos ha llamado la atención una esquina en el lado poniente de mi querida ciudad coneja, Tuxtla Gutiérrez, que por cierto cada día está más diferente y con un ritmo agitado en su cotidianidad.
Cada que pasamos por esa esquina solemos ver señoras sentadas afuera de una casa, ubicada justo en la esquina de la calle doce poniente. Cada tarde están ahí, en una especie de pequeña media luna. Una característica particular es que siempre son mujeres. Se perciben conversando, atentas.
No sé si a mi hermano le sucede pero, a mí, se me viene a la mente que tienen muchas historias sobre las que conversan. Y digo esto porque tiene años que pasamos por esa esquina y es una rareza que no estén sentadas afuera de la casa. Me hacen recordar los años en que la mayor parte de la gente, en el centro de la ciudad, en los barrios, solía sentarse afuera de sus viviendas, con sus mecedoras o butacas, a platicar y sentir el freso de la tarde- noche.
Cuando transito por esa calle parece que el tiempo se hubiera detenido, la escena es casi la misma. Aunque ha habido cambios, ahora alguna de ellas tiene una andadera de apoyo. Hace algunos meses nos llamó la atención un detalle, había un moño negro colgando afuera de la casa. El significado de este moño en una vivienda es que alguna persona que vivía ahí falleció. Por lo anterior, dedujimos que alguien de la familia había muerto. Ciertamente, después se observaba que en las tardes las señoras sentadas vestían con ropa de color negro, en señal de luto.
El ritmo de la vida sigue transcurriendo. Sin embargo, a medida que pasamos por esa calle el tiempo se detiene por instantes, al menos para mí, al observar a las mujeres charlando en la esquina de la doce poniente. Me gusta ver esa escena, ahí no están presentes los celulares que, en ocasiones, pueden distraer la comunicación directa, cara a cara, ésa que a veces por el incesante ritmo que tenemos y el uso de las tecnologías y redes sociales se nos olvida.
En esa escena – visualizo- están presentes también las tardes entre familia, las charlas con los temas más comunes del día a día, los relatos y anécdotas que contaban las abuelitas, los abuelitos y que me hacen evocar con nostalgia el Tuxtla que se ha ido olvidando y que forma parte de las identidades de quienes somos oriundos de esta hoy ciudad capital.
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