La activista de 16 años
Nadie estará en desacuerdo con la participación y la elocuencia de la sueca Greta Thunber en la Cumbre sobre la Acción Climática ONU. Nadie o casi, porque el alud de críticas que han caído sobre su discurso pone en entredicho el de por sí escaso consenso sobre las cosas que deben importar a las mayorías en el mundo.
Es interesante ver que, desde los espacios donde el idioma español predomina, medios, opiniones, notas periodísticas, declaraciones en redes sociales, la crítica que se le hace a la joven activista expone una revisión de qué es lo se dice y desde qué lugar se enuncia. No basta con solo decir que no se está de acuerdo con el quebranto ambiental mundial, sino que se debe justificar cada palabra, cada frase que se pronuncia en aras de elaborar un discurso, crítico o no, en un foro internacional.
Por lo menos en el mundo de habla hispana, se ha remarcado el performance con que, según, ella hizo al delatar y denunciar con énfasis y hasta violencia corporal a los líderes del mundo por no hacer nada por detener el deterioro del medio ambiente. Mucha gente no le creyó a la sueca. Uno se preguntaría porque tanto encono ante supuestamente un hecho tan evidente que todos/as deberíamos ponernos de pie aplaudirla al ser, también en apariencia, un tema en el que todos estaríamos de acuerdo.
El torrente de críticas para la Thunber, en mucho no es por mala onda, pensaría yo. Si uno sigue medianamente el caso de Latinoamérica, es lógico pensar que no nos espanta la “agresividad” con que Greta gesticula a la hora de decir las verdades. No lo creo porque en este lado del mundo hemos vivido en realidades igualmente o más de agresivas; nunca hemos sido prósperos en la esperanza de nuestra vida porque cada vez más vemos como el futuro tantas veces prometido nunca llega, y cuando lo hace es en forma tan violenta que se nos olvida como debería ser el ideal de existencia para todos los ciudadanos “normalizados” por una globalización correcta para unos cuantos del club.
Hasta ahí bien. Se entiende el porqué de la suspicacia latinoamericana cuando una europea debería hablar en nombre de toda una generación.
Pero existe un trasfondo que no es exactamente el caso particular de Greta Thunber. Ella tiene el lado justo de las cosas cuando las expone de ese modo en que lo hizo, pero moralmente, desde el punto de vista europeo, o más bien “occidental”, la cosa ya no es tan fácil. Y no lo es precisamente por el hecho de la hipocresía con que algunas cosas se manejan desde esta parte del planeta. Estados Unidos armó a Sadam Hussein y años después lo derrocó acusándolo de usar armas que los propios yanquis le vendieron; dicen que en Venezuela hay una crisis humanitaria por desabasto, pero soslayan que los mismos Estados Unidos tiene un bloqueo para que no lleguen ni medicinas ni alimentos. Se cansaron de decir que Hugo Chávez era un “dictador” pero le tendieron alfombra roja a Muamar Kadaffi, y sólo hablaron mal del libio cuando lo lincharon huestes que Europa apoyó con armas. En Panamá apoyaron el gobierno autoritario de Noriega, agente de la CIA, antes de 1989, y después destrozaron el país tras acusar a su exagente de autoritario. Los ejemplos sobran.
Particularmente le creo a la sueca Greta Thunber. Es mejor que una chica privilegiada, como ella misma lo ha dicho, diga las cosas que dice a que no lo haga. Esa es su punto de contribución, pero no echemos las campanas al vuelo como la única verdad que debe ser escuchada en el foro dónde se dijo y quién lo dijo. Greta Thunber es una chica valiente y no tiene nada que ver su juventud para demostrar lo “especial” de su discurso. Simplemente, una ciudadana más que aporta con coraje su grano de arena para salvar su generación. Al final del día, agradecidos deberíamos estar por ver que una adolescente tiene la frialdad nórdica para mentarle la madre a los ricos del planeta.
Si estimado Juan Pablo Zebadúa, tenemos que agradecer a esta chica, que ya ha despertado la consciencia, sobre lo que está pasando a nuestro Planeta, no sólo a jóvenes del mundo entero, como dices, sino a muchos de nosotros, que nos hemos ocupado en vivir una sociedad de consumo y de trabajo, para acabar, y destruir, cada vez y cada día, con nuestra Madre Tierra. Tenemos que respetarla y admirarla, ella logró encontrar su camino, es consciente, de que tenemos que cambiar nuestro sistema de vida, si es que queremos, sobrevivir. Trata de transmitir su desconsuelo, de que los adultos, no son los suficientemente maduros, para entender las verdades, que ha dicho. Tiene toda la razón. Ella vive en una sociedad bastante democrática, dónde los ninos y adolescentes, son lo que más protegen y les proporcionan sus necesidades primarias y de educación, como obligación del Estado, tienen mucha libertad de expresión y son respetados por sus cualidades. Para Suecia es un orgullo tener esa adolescente, valiente y rebelde. Si yo la admiro y la respeto, y se que ha dicho la verdad, Que tenemos que Cambiar este Mundo.