Gusanitos y serpientes

Casa de citas/ 445

Gusanitos y serpientes

Héctor Cortés Mandujano

 

El diablo es la fe sin sonrisa

Umberto Eco

 

Leo el ensayo La biblioteca cósmica de El nombre de la rosa. El humor latino de Umberto Eco (UNAM, 1999), de Tarsicio Herrera Zapién. Me divierte algo que ya no recordaba de la novela, que leí hace mucho. Guillermo y Adso entran en la biblioteca y el primero le señala un libro en árabe, idioma que el segundo no conoce y nunca ha visto escrito (p. 59): “Cuando Adso tomó el libro de cierto estante, exclamó:

“—Maestro. No está escrito.

“—¿Por qué no?

“—Porque sólo tiene gusanitos, serpientes, cagaditas de mosca.

“—¡Ah, es árabe! ¿Qué más hay?”.

 

***

 

Mi amiga Nedda G. de Anhalt me mandó de obsequio su libro Mis amores en la sala oscura (Editorial Ariadna, 2016), que se constituye por una treintena de textos sobre sus películas favoritas. Ha visto cine desde niña y no es ninguna ingenua en ello, porque como dice y como botón de muestra (p. 16), “se ha echado, enterito y sin faltar a ninguno, treinta y tres festivales de cine en Nueva York. ¡Diez mil películas!”.

Me llama la atención algo que comenta de La rosa púrpura del Cairo (1985), de Woody Allen. La he visto de nuevo hace poco, pero la secuencia que ella cuenta no la recuerdo. Un actor, Tom Baxter (Jeff Daniels), sale de la pantalla porque se enamora de Cecilia (Mia Farrow). Después, (p. 153) “mientras Baxter espera a Cecilia, una prostituta lo levanta y se lo lleva a un burdel. Todas las prostitutas del burdel se alborotan con él y le prometen noches de placer. Nuestro ingenuo héroe no puede aceptar porque, como les confiesa, está enamorado de Cecilia. ¡Cómo no va a ser mejor el cine que la realidad!”.

 

***

Foto: Mario Robles

El grano de la voz. Entrevistas 1962-1980 (Siglo XXI, 2005) es un compendio de las muchas conversaciones grabadas que luego fueron transcritas para publicarse en medios impresos (de allí el título) con uno de los más célebres intelectuales de Francia: Roland Barthes. Como son muchos sus entrevistadores, son muchos también los temas que toca.

Dice, por ejemplo (p. 22): “Todo tiene un sentido, incluso el sinsentido (que tiene por lo menos el sentido segundo de ser un sinsentido)”. Sobre su labor, dice (p. 43): “La semiología es fundamentalmente tributaria del lenguaje, que hay lenguaje en todos los lenguajes”.

Barthes fue un lector cuidadoso del Marqués de Sade, aquí habla de uno de los títulos emblemáticos del Marqués (p. 79): “Si el lector de La filosofía del tocador, por ejemplo, lee el relato de punta a punta, verdaderamente compra una escena de orgía por el precio de una disertación filosófica, o a la inversa”.

Cita a varios, por supuesto (p. 91): “Ya no recuerdo qué lingüista dijo esto, tan bello y tan turbador: ‘Cada uno de nosotros no dice más que una sola frase que únicamente la muerte puede interrumpir’ ”, y también (p. 100): “Recordemos a Verne citando a Poe: ‘un azar debe ser incesantemente materia para el cálculo riguroso’ ”. Otras dos citas de citas (p. 225): “Como dice el proverbio chino: ‘El lugar más oscuro está siempre bajo la lámpara’ ” , y (p. 238): “Lacan acaba de decir que los verdaderos ateos son muy raros. Siempre hay algo sagrado en algún lado”.

Habla del guiño, del ligue (p. 199): “Cuando trato de producir esta escritura corta, por fragmentos, me pongo en la situación de un autor al que el lector va a ligar”.

Por qué no habla de política (p. 230): “En mi discurso escrito no hay discurso político en el sentido temático de la palabra: no trato temas directamente políticos o ‘posiciones’ políticas. Y eso es porque no logro ser excitado por la política”.

El libro está lleno de ideas. Una última (p. 258): “El amor no es ciego. Al contrario, tiene una potencia de desciframiento increíble, lo que depende del elemento paranoico que está en todo enamorado. Usted lo sabe, un enamorado conjuga pedacitos de neurosis y de psicosis: es un atormentado y un loco. Ve claro, pero el resultado es el mismo que si fuera ciego”.

He leído varios libros de Barthes, pero no sabía cómo había muerto: lo atropelló la camioneta de una lavandería. “La violencia estúpida de las cosas”, dijo Foucault.

 

***

 

Pero ¿estás dentro del clóset?

Porque todos sabemos que eres gay, Carlos

Sabina Berman,

citada por Braulio Peralta

 

El clóset de cristal (Ediciones B, 2016), de Braulio Peralta, no es una biografía de Carlos Monsiváis, sino una crónica de todo aquello que ligó a Monsiváis con el movimiento gay en México, de su defensa apasionada para que no fueran discriminados los enfermos de sida y de lo que vivió Peralta de primera mano con Monsiváis, a partir de que lo conoció y hasta la muerte de nuestro mayor cronista, el 19 de junio de 2010. El libro incluye también un dosier de imágenes, de temática gay, de la fotógrafa Yolanda Andrade.

Monsiváis quiso tener una aventura con el joven Braulio, que éste, cuenta él, no aceptó. Le pidió más bien que fuera su maestro y fue entonces aquél quien le dijo que no. Pero Peralta, quien se habla de tú en muchas páginas, dice que ya había aprendido (p. 28) “que un maestro es básicamente bibliografía, no discurso infinito”.

Cita Braulio una línea de la Autobiografía de Carlos (p. 34): “Ya que no tuve niñez, déjenme tener currículum”.

Peralta habla bien sobre una mujer de nuestra tierra (p. 102): “Vale la pena detenerse en la poeta Elva Macías (Chiapas, 1944), que abrió por primera vez el Chopo y la UNAM al tema gay por varios años”; cita una declaración de Elva (p. 103): “La Universidad tiene, entre sus tareas fundamentales, la de difundir la cultura, y esta es una de sus manifestaciones”.

Antonio Cué cuenta del Monsiváis que iba a los Baños Rocío para cazar jóvenes (pp. 198-199): “Como si Carlos fuera dos personas distintas: una prestigiosa, dominada por una mente poderosa, con una memoria como un castillo inexpugnable, y otra como todos los gays, teniendo aventuras en los vapores con sólo lo que se ve entre las brumas…”.

Se cuidó Monsiváis toda la vida de no salir del clóset; sin embargo, cuando lo velaron en el Museo de la Ciudad de México (p. 213) “Horacio Franco puso en el féretro la bandera del arcoíris, el símbolo patrio de los gays”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

No comments yet.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Leave your opinion here. Please be nice. Your Email address will be kept private.