El intervencionismo: factor de subdesarrollo
A estas alturas y gracias al trabajo de los historiadores, tenemos un conocimiento amplio de la transformación de las sociedades nativas en territorios coloniales que devinieron en Estados Nacionales. Difícil de escribir aunque no de demostrar, que el colonialismo fue el factor para que surgiera un continente que hoy llamamos América Latina que más que un término de referencias étnicas, lo es de contexto político. Similar hecho ocurre con la denominación de El Caribe, justo el punto en donde el colonialismo se inició en lo que es hoy Nuestra América, para usar el afortunado término propuesto por José Martí. El colonialismo fue la forma por la que la economía política capitalista, una formación económica de la sociedad surgida en Europa Occidental, se expandió globalizando a las sociedades que encontró a su paso. En ese proceso, incorporó relaciones de producción de economías políticas nativas, adquiriendo una complejidad desconocida hasta ese momento en el trascurrir de la Historia. Fueron cientos sino es que miles los pueblos que abatió el capitalismo y los incubó en formas de sociedad que darían pie a las independencias del siglo XIX y a los Estados Nacionales. También, esas sociedades e independencias no desplazaron a la desigualdad social sino que la profundizaron. Los pueblos colonizados mantuvieron su condición de sobre explotados y sobre su trabajo se erigieron los otros sectores de la sociedad y el propio Estado. Por eso, la desigualdad social es característica de todas las sociedades de América Latina y de El Caribe y aún de los propios Estados Unidos y El Canadá, surgidos también de la expansión colonialista, territorios en donde los invasores casi exterminan a todos los pueblos nativos.
A lo largo de la vida política de nuestras sociedades ha habido intentos por implantar un tipo de sociedad menos injusta, menos desigual. Los intentos se han enfrentado no sólo a obstáculos internos en cada caso, sino a la intervención de los Estados Unidos. Después de 1945, en plena posguerra, las dos potencias surgidas del conflicto, los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, se repartieron el mundo en áreas de influencia. Por supuesto, América Latina y El Caribe quedaron del lado norteamericano que además, se autoproclamó defensor y guardián del llamado “mundo libre”, un tipo de expresión que viene de la llamada Guerra Fría. Los jóvenes suelen no tener muy claro qué significaba esa expresión: Describía el conflicto entre los Estados Unidos, mandamás del capitalismo y la Unión Soviética, erigida como la vanguardia del socialismo. El conflicto entre estas dos naciones líderes, se llamó Guerra Fría, porque no se dirimía con una guerra directa entre ambos, sino a través de múltiples conflictos políticos sin excluir guerras localizadas. En ese contexto, los Estados Unidos concibieron a los países latinoamericanos y caribeños como su propio “patio trasero”, un territorio de su exclusividad, en donde el derecho de cada pueblo a decidir su destino quedaba clausurado y en manos de las decisiones que más convinieran a los Estados Unidos. Estos aplicaron la teoría de la seguridad nacional e intervinieron una y otra vez en las naciones latinoamericanas y caribeñas, cada vez que argumentaban que su seguridad nacional estaba amenazada.
Así, intervinieron en Guatemala en 1954 apoyando el golpe de Estado contra el Presidente Juan Jacobo Arbenz que había decretado la reforma agraria y atentado contra los intereses de la United Fruit Company prácticamente la dueña del país. Así intervinieron en Chile para derrocar al Presidente Salvador Allende, electo en las urnas, con el pretexto de que instalaría un gobierno dictatorial. Igual intervinieron en Brasil para imponer a Bolsonaro confeso fascista. Para terminar pronto: no hay conflicto político en América Latina y El Caribe en donde no intervenga el gobierno de los Estados Unidos. Así que no es posible examinar a los gobiernos llamados “de izquierda” en nuestras naciones y sus logros y fracasos, sin analizar la intervención de los Estados Unidos. Es el gobierno de ese país el que condiciona los cambios. En México, hemos vivido en días muy recientes una intervención de ese tipo con relación a las políticas para atender a los migrantes. Se abortó de ellas para ajustarse a las presiones norteamericanas. Por supuesto, que se presenta ese brusco cambio como resultados de una negociación, pero ni aún así, se ha logrado ocultar que fueron medidas tomadas bajo amenaza. Este tipo de situaciones deben tomarse en cuenta cuando se analizan los casos en los que gobiernos de izquierda han “fracasado” según la terminología también impuesta. Por supuesto que también existen causas internas en esos “fracasos” pero la intervención externa ha sido un factor definitorio. El único gobierno de “izquierda” que hasta la fecha ha podido sostenerse en medio de complejos problemas, es Cuba, que, además, enfrenta el bloqueo económico, factor que debe entrar en los análisis sobre la situación cubana. El tiempo lo dirá.
Con la agresividad del actual gobierno norteamericano, no es posible no pensar en las intervenciones que a lo largo de nuestras historias, han sufrido nuestros países. Es una amenaza que, ya lo veremos, contará en la evolución del actual gobierno mexicano.
Ajijic. Ribera del Lago de Chapala. A 23 de septiembre, 2019.
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