¡Salir a buscarse la vida! la experiencia de jóvenes centroamericanos en Tapachula, Chiapas

Foto: Iván Francisco Porraz Gómez

Por Iván Francisco Porraz Gómez[i]

Para nosotros no existe la frontera: somos como el viento, como las nubes, como el humo. Vamos de un lugar a otro, de un país a otro, sin que nada nos detenga. Estamos hechos de la misma sustancia del aire y nadie puede colocar murallas o alambre de púas sobre el aire. Nuestra casa está en el aire: no caminamos, flotamos, danzamos de puntillas en el aire. Somos como la música, como el polen, como estas palabras…

(Balam Rodrigo, Marabunta, 2018)

  

Las tensiones que viven algunos jóvenes migrantes centroamericanos inician en sus lugares de origen: por conflictos con algún miembro de la “pandilla” por no querer pertenecer a ellas, por “ajustes de cuentas”, por no pagar la seguridad, “el derecho al piso” o “la renta”, como se conoce a las cuotas que cobran estos agrupamientos, en El Salvador y Honduras. Es decir, un mundo de vida construido con márgenes restringidos de privacidad, pocas relaciones presenciales y fuerte incidencia de presiones y mandatos externos, es lo que ciñe las vidas de muchas personas en Centroamérica.

En sus propios relatos abundan experiencias de violencias, silencios y emociones que intentan guardar o contener. Podemos leer el significado que para ellos tiene el hecho de transitar sin documentos a un país que no es el propio, enfrentarse por primera vez al cruce de las fronteras, pero sobre todo a la búsqueda de un lugar digno, un lugar en el que puedan vivir las nuevas generaciones de niños, adolescentes y jóvenes, como el que se imaginaba Mario Castellanos, el niño hondureño[ii]que llegó sólo y con la esperanza de encontrar un lugar donde poder vivir, y que se convirtió en un símbolo importante de “la caravana migrante” en el sur de México.

 

¡Vivir un poco de sueño mexicano! Estar en Tapachula, Chiapas

En la ciudad de Tapachula, la llamada Perla del Soconusco, existen lugares que los migrantes han hechos suyos: la calle y algunos parques son espacios públicos donde se generan redes de solidaridad entre ellos y donde experimentan el proceso de exclusión con otros sujetos de otros países, e incluso con los habitantes locales. Eso fue lo que observaba al conversar con los migrantes en el parqueMiguel Hidalgo, ubicado en el centro de esta ciudad fronteriza, un lugar donde convergen numerosas personas que acuden a los comercios y bancos, pero también un punto de encuentro de muchos jóvenes centroamericanos, haitianos y cubanos.

En los últimos años, algunos migrantes han encontrado diversas formas de vivir en este lugar, algunos venden comida en las calles, otros más tienen pequeños negocios donde se ofrece comida tradicional de sus lugares de origen, por ejemplo las pupusas salvadoreñas, las baleadas de Honduras, entre otras, otros más tienen, peluquerías o estéticas de belleza, en su mayoría los dueños son hondureños, muchas mujeres guatemaltecas trabajan en casas de los habitantes locales como empleadas domésticas, otras más en las cantinas y los bares que son parte de la cotidianidad de la ciudad derivado del clima cálido todo el año, con temperaturas en promedio de 30 grados y con humedad que llega hasta el 90 por ciento, algunas mujeres hodureñas y salvadoreñas trabajan en estos espacios, son conocidas como “ficheras”, que acompañan a los clientes mientras beben unas cervezas y cuentan sus historias y aventuras, otras más son trabajadoras sexuales en algunos espacios del centro de la ciudad o en cantinas aledañas.

Tapachula siempre ha tenido la presencia de los emigrantes desde el siglo pasado muchos jornaleros, sobre todo los de origen guatemalteco (hombres, mujeres y niños) llegaban por temporadas para el corte de café, en algunas fincas de dueños de alemanes y mexicanos.

Como muchos espacios fronterizos en el mundo, Tapachula es una ciudad de emigrantes, un lugar de paso, pero también donde se puede construir la vida y los sueños. Aunque, también se teje una narrativa delictiva con la vinculación entre los jóvenes migrantes centroamericanos y los problemas de inseguridad en la región, que tienen su símil ideologizado con los migrantes mexicanos en Estados Unidos, es decir, en los imaginarios de algunos medios locales, algunos oriundos de la ciudad e incluso los emigrantes de otros países, son relacionados con la delincuencia organizada o con las pandillas MS 13 y El Barrio 18.

Las corporalidades de muchos jóvenes centroamericanos en esta ciudad nos llevan a conocer esas manifestaciones de sus travesías, de sus emociones, de sus vivencias. Pareciera que se vuelve a recordar la experiencia de esa “expulsión silenciosa” de los lugares de origen, que también se refleja en frases como: “ya estamos acostumbrados” o “hay que aguantar porque somos centroamericanos”. Sin embargo, aun con esa precaria o inexistente relación intersubjetiva se abren espacios para construirse un mundo en ese lugar y en ese tiempo, es decir, una vida concreta y social, un consumir y reconstruir en una cultura que no es propia pero tampoco ajena, una dialéctica quizás de irrupción, así sea fragmentada y precaria de las fronteras. Se comienza a vivir pero también a mostrar qué es ser “catracho” —gentilicio del hondureño—, “chapin” —gentilicio del guatemalteco—, o  qué es ser “guanaco” —gentilicio del salvadoreño— en este espacio.

“En Tapachula hay de todo, gente buena y mala” comentan varios migrantes centroamericanos, haitianos y cubanos la experiencia de movilidad se torna en un territorio “imaginado” y “vivido” antes y durante la estancia en éste. Son pues, estos espacios fronterizos en los que se puso en juego imaginarios diversos y a veces divergentes en torno a la persona migrante. En esta frontera sur escuchamos decir “somos como las pupusas, baleadas y las quesadillas”[iii], tenemos algo en común, sin embargo, también hay xenofobia, racismo y esperanza…

[i]Investigador de ECOSUR-Tapachula, colaborador del Observatorio de las Democracias: sur de México y Centroamérica.

[ii]“Caravana de migrantes: Mario Castellanos el niño que viajaba sólo a Estados Unidos”, BBC News Mundo, 20 de octubre de 2018.

[iii]Platos más representativos de la gastronomía salvadoreña, hondureña y mexicana.

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