Todo México es Frontera
Andrés Fábregas Puig/CIESAS-Occidente.
Hacia 1984 enuncié la hipótesis: “Todo México es Frontera”. Armé esa suposición después del primer período de estudios de la Frontera Sur de México que se hizo junto con un equipo de investigadores bajo el patrocinio del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y que culminó con la fundación del CIESAS-Sureste con sede actual en San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
La hipótesis referida tiene el respaldo de la investigación empírica. Lo explico: en aquellos años de 1983-1985, la idea de “frontera” en México se asociaba con el rumbo norte y en concreto, con los Estados Unidos. Se decía “la frontera” (y no “las fronteras”) en cualquier conversación al respecto y ello era referencia de los límites entre México y Norteamérica. La Frontera Sur no aparecía en lo que se llama “el imaginario” de los mexicanos. Las razones no eran difíciles de descubrir: hacia el norte colindamos con la economía más poderosa del planeta y con el país que ejerce el imperialismo contemporáneo. Es la sede del capital financiero que domina el mundo, en asociación con otros, pero allí está el centro neurálgico de la economía-política capitalista. En cambio, hacia el Sur, México colinda con pueblos con los que comparte historia, rasgos culturales, similitud de situaciones y sobre todo, la dependencia contemporánea, como así se le llama a la situación de colonialismo actual (ver: Andrés Fábregas Puig, “Fronteras y colonialismo: una reflexión desde la frontera México-Guatemala” En, The Journal of Latina American and Caribbean Anthropology, Volumen 17, Número 1, páginas 6-23, 2012). Así, para un chiapaneco o para un tabasqueño, cruzar la frontera es seguir caminando en las mismas tierras, entre las mismas gentes. Es más, me consta que en aquellos años de inicio de la investigación en la Frontera Sur, había funcionarios del gobierno mexicano que no sabían que el río Hondo hacia colindancia entre Quintana Roo y Belice. Otros, no sabían que Tabasco colinda con Guatemala. La del sur era una frontera no sólo desatendida sino olvidada por el Estado Nacional Mexicano. Aun así, definimos a la Frontera Sur como el punto de encuentro entre México y su propia Latinoamericanidad, como una parte en la que el país se encontraba con su propia Historia. La del Sur era la frontera de la fraternidad en contraste con el norte, la frontera del conflicto.
(Por cierto, en su intervención durante la Conferencia Mañanera del 14 de junio pasado, el Gobernador de Campeche afirmó que su estado es el único que colinda con Guatemala y con Belice. Lo cierto es que no es así porque existe un diferendo que, hasta donde sé, no se ha resuelto, entre los estados de Campeche y Quintana Roo. Tal como está la situación hoy, el único estado del país que colinda con Belice y con Guatemala es Quintana Roo, a través del Municipio de Othón P. Blanco. Por supuesto, a menos que Campeche se haya adjudicado el territorio que pertenece a Othón P. Blanco. Es importante la aclaración de este conflicto).
La realidad mostró la importancia de las relaciones históricas y actuales entre México y Centroamérica. Identificamos en aquellos años a tres factores que hicieron que la Frontera Sur tuviese presencia en los escenarios nacionales: las guerras de liberación nacional en Centroamérica (Guatemala, El Salvador y Nicaragua), el descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo en el sur de México además de la construcción de las hidroeléctricas y el turismo con la construcción de Cancún, que dejó al descubierto la frontera con el Caribe (Ver: Andrés Fábregas, Gabriel Macías, Mariano Báez y Juan Pholenz, La formación histórica de la Frontera Sur, CIESAS/CIESAS del Sureste, 1985. Serie Cuadernos del CIESAS y Andrés Fábregas Puig, “La pluriregionalidad de la Frontera Sur”, En, Revista Universidad de México. Revista de la Universidad Nacional Autónoma de México, Número 471, Abril de 1990, páginas 9-14). En los escenarios internacionales ocurría la llamada Guerra Fría entre los Estados Unidos y lo que era la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas. Ello hizo que las guerras centroamericanas cobraran una gran importancia, al suceder en el contexto del conflicto entre las potencias industriales del momento. En ese sentido, todo México es frontera, porque es el país latinoamericano y caribeño que colinda con los Estados Unidos, es decir, México es la frontera de un territorio-todo América Latina y El Caribe-que los Estados Unidos considera “propio” en contraste con el que fue dominado por la Unión Soviética en la frontera de Europa. En la actualidad, no obstante haber desaparecido la Unión Soviética, los Estados Unidos siguen considerando que Latinoamérica y El Caribe forman parte de “su” territorio. A México se refieren con el mote despectivo de “mi patio trasero”.
También en aquellos años de los 1983-1985 señalamos que la inmigración centroamericana a México debida a la violencia de las guerras, había traído al país por primera vez, a contingentes masivos de campesinos que se instalaron a lo largo de los territorios municipales colindantes con Centroamérica. Las fronteras se tocaban. La Frontera Norte se recorría hacia la Frontera Sur a través de la migración, porque una buena parte de esos contingentes buscaban llegar a los Estados Unidos. En aquellos años, recorriendo la frontera sur con los delegados de las Naciones Unidas (ACNUR), pude comprobar la magnitud de la inmigración. Los campesinos fueron recolocados en poblados y miles de ellos, encontraron empleo en los trabajos que se efectuaban en las zonas arqueológicas. Decíamos en aquellos días que los descendientes de los antiguos mayas estaban reconstruyendo las ciudades de sus antepasados. Pasó el tiempo y muchos de esos refugiados cruzaron de nuevo la línea y se repatriaron. Todavía en los años del Gobierno de Pablo Salazar en Chiapas, se llevaron a cabo esas repatriaciones bajo la supervisión de las Naciones Unidas y con el consentimiento de los propios refugiados políticos. Pero la migración hacia los Estados Unidos pasando por México se intensificó y aquella articulación entre Frontera Sur/Frontera Norte se consolidó, reforzando además, la hipótesis de que “Todo México es Frontera” (Ver: Andrés Fábregas Puig y Ramón González Ponciano, “La frontera México-Guatemala, Guatemala-México: 1983-2013”, En Revista Frontera Norte, Volumen 26, Número 3, El Colegio de la Frontera Norte, 2014, páginas 7-35). En esos contextos, sosteníamos que la manera de enfrentar el problema migratorio centroamericano y resolverlo, era con inversiones en ambos lados de la frontera. Inversiones que detonaran el “buen vivir”, que garantizaran un nivel de vida digno para mexicanos y centroamericanos, rechazando la solución militar y policiaca. Es esta la propuesta del actual Presidente Andrés Manuel López Obrador expresada durante su campaña y reiterada durante este breve tiempo que lleva su mandato. Pero así como se expresó en campaña que el combate a la delincuencia no implicaría al ejército, así se alteró el tratamiento a la migración que pasa por la Frontera Sur. De qué tamaño es la presión norteamericana que el gobierno de México estuvo imposibilitado de responder de otra manera a la que lo hizo, declinando lo dicho por el Presidente durante su campaña. La lección es clara: en primer lugar, mucho de esta situación se hubiera evitado si los gobiernos del período neo liberal hubiesen atendido a las recomendaciones que se hicieron desde 1984, basados en los resultados de la investigación desde las Ciencias Sociales. Tanto Salinas de Gortari, como quienes le sucedieron en la Presidencia del país, desdeñaron los resultados académicos y prefirieron la indiferencia. Ciertamente y basado en los textos publicados y la opinión de Patrocinio González Blanco Garrido, Salinas de Gortari se reunió en Tuxtla Gutiérrez con todos los Presidentes de Centroamérica, pero los planes y proyectos derivados no tuvieron seguimiento. Aquellas reuniones estuvieron precedidas de los encuentros de intelectuales Chiapas-Centroamérica que se llevaron a cabo en Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de las Casas y Tapachula, auspiciadas por el entonces Instituto Chiapaneco de Cultura. Los resultados de esas reuniones están publicados.
En segundo lugar, una vez más se confirman varios de los postulados no solo de la tesis de que Todo México es Frontera sino de los planteamientos de la teoría de la Dependencia y los del Colonialismo Interno. Seguimos en un esquema de dependencia brutal con los Estados Unidos, como lo deja ver, muy a las claras, el documento que se hizo público y que contiene los “acuerdos” (por no decir los dictados) entre los Estados Unidos y México. En descargo al gobierno del Presidente López Obrador expreso mi opinión de que no contó con un margen de maniobra más amplio, ante una situación heredada, ante las estructuras con las que se encontró, y que en el tiempo que lleva en la Presidencia, han sido imposibles de remover. Tiempo Nublado decía Octavio Paz.
Ajijic, Ribera del Lago de Chapala. A 15 de junio de 2019.
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