El dato inútil
Dijera el clásico, yo vivía en las sombras antes de la luz. Pensaba y hablaba de temas que no sabía de su capacidad y pertinencia en nuestra vida cotidiana. Pero apareció Rac, y como el poeta Virgilio, me guió en los oscuros caminos del dato inútil.
El dato inútil es un conocimiento que uno tiene y cree es importante, pero en realidad no lo es. A nadie le importa, pero cobra sentido, si-y-sólo-sí, nos satisface onanistamente (del dios Onán, por supuesto) a todo lo largo y ancho de nuestros sentidos. Rac es sabio. Aparte de ser uno de mis mejores amigos ever y mi broder de toda la vida, es uno de los indispensable en una noche cargada de presagios y de iluminación. Rac es eso, alumbra la obscuridad bohemia, y lapida: la vida no es nada sin el dato inútil.
Vale. Lo tomé a loco un día, pero me enseñó un artículo sobre Emilio Pacheco donde el poeta coleccionaba “datos inútiles”. Hij@s míos, no miento de la trascendencia del acto. Rac, con una sobriedad y calmadez (¿así se escribe?) que ennoblecería a cualquier plebeyo, decía apasionado la vez que Pacheco descubrió que Amado Nervo era pariente lejano del Che Guevara. ¿A quién le importa eso? Pero Rac es espléndido en su perorata. Me dijo: calma, esto no es para mortales. Son cosas que ni siquiera la muerte entiende (¿qué dice este cabrón?). Prosiguió: los datos inútiles son los que sobresalen de las etiquetas de las buenas costumbres; de las petulancias de esos autonombrados “intelectuales”, son la savia que alimenta una buena charla. Chale, no entendí de todo. Rac bebió de su cerveza, y como si me acariciara la cabeza en señal de mi sumisión, me pidió un tequila. Rac es el master de masters; es que inicia un discurso y no lo termina a menos que sea entendido por los bebedores en turno; el brujo de la tribu, pues. Se acomodó su sombrero y me retó.
Dime una pasión y te diré un dato inútil. Venga wey, ahora sí me enerva el desafío. Yo comencé: “Desde 1980 solo un blanco ha ganado los 100 y 200 metros planos en los Juegos Olímpicos antes de la hegemonía afrodescendiente, ¿quién es?” Hombre, solo tomé un tequila y estaba al tú por tú de quien una hora después se erigiría como mi gurú. Rac bebió su cerveza como si nada, y dijo: Pietro Menea.
En San Cristóbal de las Casas puede que eso pase siempre, pero si alguien sabe algo del italiano loco que nadie conoce, dices, ay wey. Envalentonado aventuré otra pregunta (bebí dos tequila más al instante). ¿Antes de la hegemonía de los finlandeses, ganadores de los maratones de los setenta, encabezados por el inmortal Lasse Viren, quién fue Frank Shorter? Rac, el magnánimo y el dispuesto a una buena charla que el sabía “inútil”, dudó 23 segundos, tiempo en el cual bebía un sorbo de su cerveza Indio mientras veía a la fauna que deambulaba por el andador Guadalupe en un verano chiapaneco. Y sacó un as de la manga que me dejó impresionado pero no me la creí. Súper seguro de sí mismo, me espetó., “Desde Lasse Viren, es fortuito que los yanquis hayan ganado algo de trascendencia en las pruebas de fondo”. Desde luego, sacó el tema del legendario Abebe Bikila, descalzo, ganando dos maratones. Okey, dije. Este man sabe lo que dice pero está dispuesto a ser interpelado.
Pedí una cerveza y otro shot de tequila. Me sentí irlandés, claro, y antes de saltar a los golpes seduje al gran Rac a que aceptara otro reto. “Master, ¿sí no contestas esto me invitas una cerveza Ámbar? porque Indio no me late mucho.” ¿Nombre y fecha de quien sobresalió en el salto de altura y cambió el esquema de ese deporte en los sesenta? Dos minutos después, Rac, mi gurú, fue quién pidió un tequila. Yeah, estamos en las mismas condiciones: Dick Fosbury, en 1968, cambió el estilo de la prueba de Salto de Altura, saltando de frente y después de espaldas, que es como se ve en la televisión ahora mismo.
Rac es un caballero, un Señor de la Noche hecho y derecho, por lo que dijo algo que democratizó nuestro challenge desde la mismísma NFL, uff. Pero, eso, creánme, es lo más dañado del mundo en cuanto al dato intutil. Rac es es super experto. Yo jugué diez años y le supe quién fue George Blanda, único jugador, pateador y coreback, que se retiró a los 48 años. A cambio, el man me resolvió quién era Jeff Simmon, el gran defensivo de los Minnesota Vikings. Pero no es lo mejor, Rac, el buen Rac, me recetó todo el draft de la temporada con todo y estadísticas y nombres. El dato inutil en su estado natural.
Al final, académico como es, Rac dijo a los cuatro vientos en la noche fría de San Cristóbal de las Casas, sin camisa (no es cierto), “Cuando digan que el dato inutil dará SNI 3 por default, ese día seremos los hombres menos atormentados del mundo”. Lo que equivale a decir que, si bebes más de dos cervezas y dos tequilas en una noche (al mismo tiempo) y decir con una irracionalidad serena, sin el rubor de la etiqueta del qué me pondrán, entonces estás pasándotela muy bien. Somos terrenales por siempre, cabrones.
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