Romper con el pasado. Rutilio Escandón Cadenas y el MOCRI
El viernes 15 de marzo varios lugares de la capital chiapaneca se vieron asolados por miembros de una de las ramas del Movimiento Obrero Campesino Regional Independiente (MOCRI). No es necesario hacer un recuento de las causas que han llevado a esa situación porque de todo el mundo son conocidas, y las redes sociales llevan tiempo reproduciendo las invasiones de predios y la agresividad de una organización amparada por gobiernos anteriores y, por tal motivo, con actuaciones impunes solapadas por funcionarios y con la inacción de los encargados de hacer frente a sus atropellos. Circunstancia muy lejana a la prohibición del derecho a la protesta y manifestación, cuestión muchas veces confundida en nuestro país.
Estos recientes hechos colapsaron Tuxtla Gutiérrez, dañaron propiedad privada y causaron el pánico de una ciudadanía pegada a sus celulares buscando la información más acuciosa sobre la situación que se vivía en la ciudad. Alborotos que acabaron con alrededor de 30 detenidos según las primeras informaciones de Jorge Luis Llaven, fiscal general del estado.
Tales sucesos ponen sobre la mesa una coyuntura que casi siempre se produce en los relevos políticos en las instituciones del Estado, tanto en la federación como en los estados, y esa no es otra que la ruptura del gobernador entrante con su precedente.
Si de todos son conocidos los nexos del MOCRI con políticos de la pasada administración, cabe entender que también lo son para el gobernador Rutilio Escandón. Y si algo ha causado malestar a la ciudadanía, como se ha podido observar por la excitación de las redes sociales, a veces el único medio de expresión para muchas personas, es la inacción frente a los abusos causados por esa organización, convertida en referencia de todos los atropellos vividos en los últimos años.
La reiterada ruptura con el pasado efectuada por los políticos, con sus antecesores en los puestos ejecutivos, no siempre resulta efectiva y se queda en la mera retórica discursiva. Enunciar lo criticable del pasado, señalar las faltas cometidas o los incumplimientos de los funcionarios del anterior gobierno, es práctica extendida para señalar un quiebre que atisba un nuevo inicio, el nuevo amanecer necesitado de esperanzas. Principio regenerador tan común en el ejercicio de la política desde que se institucionalizó en el gobierno de los seres humanos.
No hay proyecto, de la naturaleza que sea, sin la necesaria ilusión impresa en acciones y expresada en discursos. Sin embargo, tal situación debe mantenerse, tiene que convertirse en política de Estado. Chiapas y su ciudadanía está necesitada de esa ilusión y tal vez los hechos que han involucrado al MOCRI pueden ser un punto de inflexión para la recuperación de la confianza.
Sin autoritarismo, con respeto a los derechos humanos, debe mandarse un mensaje claro y sostenido destinado a respetar la integridad física y las libertades de todos los ciudadanos. Si lo ocurrido a través de la confrontación con el MOCRI sienta las bases de ello los ademanes de ruptura con el pasado dejarán de ser una simple repetición, una muletilla de carácter sexenal, para sentar las bases de otra forma de hacer política. Tal vez sea demasiado pedir, pero si lo ocurrido en las calles de Tuxtla Gutiérrez y la reacción de la ciudadanía no sirven para darse cuenta de lo que espera la población chiapaneca, nada habrá servido. El gobernador Rutilio Escandón tiene la sartén por el mango, su ejemplo debe ser el de sus funcionarios. Ojalá lo tome en cuenta.
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