País de contrastes

Sería un despropósito pensar que en lo que va de este gobierno todo se ha hecho mal . La moderación y la crítica fundada son un bien escaso en la esfera pública nacional y local. Por lo tanto, el debate tiende a concentrarse en posiciones prácticamente irreconciliables entre quienes sólo ven pifias e incorrecciones, frente a aquellos que piensan en positivo todas las acciones que el gobierno emprende.

Por ejemplo, pese a los vaticinios catastrofistas en materia económica no sólo ha existido estabilidad y la moneda mexicana mantiene sin sobresaltos su paridad frente al dólar. Aunque las expectativas no permiten augurar un futuro inmediato prometedor y éxitos maravillosos que por arte de magia nos instalen en un escenario distinto al crecimiento mediocre que ha caracterizado nuestra economía en los últimos 30 años; no es menos cierto que se mantendrá la misma dinámica en esta materia como ha sido en los últimos tres sexenios.

El gobierno de la república, entonces, inicia una cruzada contra la corrupción y dirige sus esfuerzos a cancelar la obra del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, combatir el robo de combustible, recuperar a las empresas estatales insignia (Pemex y CFE), realizar reformas para atender el problema de los altos índices de criminalidad a través de la Guardia Nacional; mantener los canales de comunicación con el gobierno de Estados Unidos que fructificó en la continuidad del acuerdo de libre comercio y se continúan los intercambios sobre el asunto migratorio; entre otras temas relevantes en la agenda nacional.

Al mismo tiempo, se cancelaron las pensiones a los ex presidentes que resultaban insultantes para un país de pobres. Con todo, el valor de esta medida no se puede medir sólo en términos monetarios sino, fundamentalmente, en forma simbólica, pues se trata de una determinación no sólo correcta, sino que permite erradicar una pequeña parte del régimen de privilegios que existen en el país. No solamente se trata de cumplir un ofrecimiento de campaña, sino de poner el tema de los privilegios a la reflexión colectiva y actuar en consecuencia. ¿Hasta dónde llegará la 4T en este asunto está aun por verse?

Una cosa debe reconocerse, nadie en este aspecto había tocado a los ex presidentes que no sólo han hecho del presupuesto materia vana de sus insaciables apetitos de poder, mientras amasan fortunas a través del cargo, sino que, además, vivían su retiro como reyes  con pensiones generosas y un séquito a su servicios pagados con recursos de la nación. 

Si bien en todos estos frentes abiertos por el nuevo gobierno se han tomado algunas acciones, no es menos cierto que algunas de ellas o bien han resultado polémicas, o bien se han mostrado ciertas dosis de improvisación e incluso se implantan medidas categóricas o terminantes, siendo deseable operar con la mayor prudencia posibles. Esto último ha sido particularmente revelador en el caso de las guarderías en donde no hubo distingo alguno y, aunque es cierto que algunas operaban de manera incorrecta o indeseable, no se puede aplicar el mismo rasero al conjunto en tanto que existen otras que funcionan razonablemente bien y cumplen una misión importante sobre todo para madres trabajadoras.

Sin embargo, cuando volvemos la mirada hacia los espacios locales las cosas pueden ser aún más preocupantes. Por ejemplo, en Veracruz donde hubo cambio de gobierno y de partido en el poder hemos transitado entre la improvisación, los yerros, la insensibilidad y una natural curva de aprendizaje de los nuevos funcionarios.

Hasta cierto punto, es normal que estas cosas ocurran cuando hay un cambio de gobierno y llegan otros funcionarios con algunos conocimientos y, en ocasiones, con escasa experiencia en la administración pública. Es cierto, como ha manifestados el actual gobernador, las administraciones previas, por lo menos las últimas tres, no sólo no atendieron algunos asuntos importantes sino que, peor aún, por comisión u omisión terminaron por agravarlos o hacerlos crecer, como en el tema de la deuda pública o el declive de la inversión que se manifiestan en el deterioro de la infraestructura (carretera, en salud, educativa, etc.) y crisis en ciertos sectores de la producción. Aunado a este de por sí triste panorama, se suma el problema de la violencia y la inseguridad que impacta casi todo el territorio veracruzano. 

Si estas cosas resultan inquietantes, el escenario se vuelve más sombrío cuando observamos que algunos de los principales actores políticos del “nuevo régimen” estatal son incapaces de tomar acuerdos, cuando a menudo privilegian la confrontación, el encono y la división. Tanto en la prensa estatal, como la nacional, se ha señalado reiteradamente que entre no existen buenas relaciones entre el gobernador y el delegado, aunque ambos son del mismo partido (Morena). Tampoco existe buena comunicación entre el alcalde de Xalapa, la capital de Veracruz, con las autoridades estatales; y lo mismo sucede con los actuales senadores cuyas diferencias con el alcalde de Xalapa y el delegado han sido públicas. Ni hablar de la Legislatura local que, aun siendo mayoría Morena, se manifiestan diferencias entre ellos que no han permitido que algunos temas transiten, como en el caso del juicio político con el que se pretendía despachar al Fiscal incómodo, Jorge Winckler.

En efecto, quizás en este último tema es donde el actual gobierno ha mostrado su mayor debilidad y abona en el indeseable escenario del caos. El gobernador desató un cruzada en contra del fiscal estatal puesto que no sólo considera fue impuesto por su antecesor sino que, además, se le responsabiliza de no hacer bien su labor basándose en testimonios de familiares de desaparecidos. Aunque el fiscal, en efecto, fue impuesto por el anterior gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares, lo cierto es que la remoción pretendida no ha podido tramitarse en el Congreso.

 Si esto no fuera suficiente, en las dos últimas semanas han cobrado relevancia en la prensa local dos temas que resultan preocupantes. Uno de ellos tiene que ver con la integración del equipo de nuevos funcionarios del gobierno del estado y el otro, con la situación actual de violencia e inseguridad que priva en la entidad, particularmente en las poblaciones del sur.

Aunque la integración del gabinete estatal se viene procesando desde el año pasado, justamente después del proceso electoral en el que resultó electo, Cuitláhuac García, candidato de Morena. Conforme se acercaba la toma de posesión, el gobernador electo iba mencionando los nombres de los funcionarios de primer nivel que habrían de acompañarlo en su administración. Sin embargo, ha sido público el señalamiento de que en algunos cargos se han colocado a parientes cercanos. Este hecho ha involucrado presuntamente al propio gobernador y varios de sus funcionarios. Sin embargo, este hecho no ha pasado de la exhibición y la crítica desde algunos medios locales, pero no ha pasado a mayores.

El otro asunto que está relacionado con una tendencia a la alza en las situaciones de violencia e inseguridad, lo cual no solamente es preocupante sino que, además, envía señales de alarma por las acciones tomadas por una de las organizaciones criminales que operan en la entidad. En efecto, como profusamente se difundió en los medios nacionales y locales, hace apenas una semana se produjeron enfrentamientos en la zona de Tierra Blanca que arrojaron un saldo de 5 personas muertas. En el operativo participaron tanto los cuerpos de seguridad estatales, como el federal. Desde luego, esto puede deberse a muchas razones, lo cierto es que el hecho confirma que no existe un control pleno de las autoridades actuales sobre el tema de la inseguridad y la violencia en la entidad. Dada la gravedad de la situación incluso se ha llegado a especular que desde el gobierno central se contempla la (mala) idea de que puede llegar a Veracruz un comisionado para seguridad, como ya ha ocurrido en otras entidades del país con no muy buenos resultados.

Así, el gobierno estatal de Morena en Veracruz envía señales preocupantes respecto a sus capacidades para brindar la seguridad indispensable que todos los ciudadanos reclaman. Más aún, al interior de los grupos que conforman el nuevo gobierno reina aparentemente la anarquía y quizás por eso afloran los conflictos frecuentemente. Veremos si en los próximos días o semanas ocurre algo que pueda modificar el actual estado de cosas; de lo contrario nos esperan seis largos años de pugnas por el poder, desatinos y penurias.

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