Hasta siempre… gracias
En el tránsito por la cotidianidad de la vida tenemos diversos acompañantes que hacen más ameno el viaje, más placentero, que nos brindan su amor, confianza, también algunos regaños y consejos necesarios, sin faltar el compartir de las emociones. Entre esos acompañantes no sólo están las personas, también se encuentran las mascotas, parte bella en el caminar, para quienes las adoptamos como integrantes de nuestra familia sabemos que llegan a estar en nuestros corazones, son importantes y cada día tiene un significado especial a su lado.
Tengo en la mente y corazón un sin número de experiencias gratas, amorosas, tristes y divertidas con los integrantes de la familia peluda, como suelo llamar a los perritos, que han pasado a ser parte de la familia del corazón, a quienes dedico estas líneas. Y es que no pueden pasar desapercibidos más de una década de compartirles juntos, de ladridos, de travesuras, de verles correr en su plenitud, de jugar con ellos, de abrazarlos y hacerles sentir que son importantes en nuestra vida.
El compartir se torna más amoroso cuando uno descubre lo nobles y agradecidos que son, se convierten en compañeros en los diferentes instantes, nos reciben con alegría entre ladridos y moviendo la cola, sus ojos se tornan tristes si los dejamos un rato solos y también saltan de contentos si les damos una recompensa o jugamos con ellos.
La vida toma un giro diferente con todo lo que se puede aprender con estos acompañantes, lo que nos enseñan y cómo nos externan el agradecimiento a las muestras de cariño que les damos.
Sin embargo, también les llega el ocaso, he ahí una de las partes más tristes, cuando su caminar ha sido intenso y ha tocado el momento de partir, es admirable cómo hasta en el último aliento conservan las ganas de continuar andando a nuestro lado y dejándose querer… en ese desprendimiento físico de nuestros fieles compañeros el dolor no puede hacerse a un lado, el amor hacia ellos y su esencia permanece, así como el agradecimiento por tantas experiencias juntos.
Se ha cerrado un ciclo muy importante en la vida de mi familia, el último integrante de la familia peluda ha partido, el del andar contento y que siempre se dejaba apapachar ha dejado bellos recuerdos y muchas anécdotas. Hasta siempre mi querido Corcho… gracias por todo los que nos brindaste, sabes que estás en nuestros corazones.
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