A 80 años de la Guerra de España: los exilados
Una vez derrotada la República en el año de 1939, dio inicio en España uno de los períodos más terribles, de humillación, asesinato, violación de los derechos humanos, ultraje a las mujeres, aplastamiento de los intelectuales, guerra a las universidades y a los institutos de investigación científica. El franquismo se traduce en oscurantismo al máximo grado. El golpe de Estado de Francisco Franco provocó un conflicto que ha dejado el mayor número de víctimas de violencia política de la historia contemporánea. España fue transformada en un enorme campo de concentración y los reclusos fueron usados como mano de obra esclava en diferentes áreas. Está por calcularse el enorme negocio del franquismo, incluyendo al clero, a raíz del uso de los republicanos como esclavos. Más de medio millón de seres humanos fueron sujetos a la esclavitud en pleno siglo XX. Las mujeres “rojas” fueron sujetas a humillaciones y sufrimientos inenarrables. La secuela de la derrota siguió a los exilados. Salieron millones. En Francia, fueron tratados peor que animales, aparte de que el gobierno francés cobró al gobierno republicano en el exilio, la “atención” que prestó a los exilados. Nuca en la historia reciente de España se había dado un exilio de tales proporciones. Jordi Soler ha narrado este calvario a través de sus novelas. También, iniciándose el siglo XXI, un nuevo tipo de historiografía apareció en España: la historia de los exilados y de los aparatos de represión en la propia España. La bibliografía crece. Recomiendo iniciar con el libro que coordinan Gutmaro Gómez Bravo y Aurelio Martín Nájera, A vida o muerte. Persecución a los republicanos españoles, con prólogo de Fernando Martínez López (edición del Fondo de Cultura Económica, México, 2018. La edición se hace con la colaboración de la Cátedra en el Exilio). Se acuñó el término de “concentracionario” para describir el procedimiento que se siguió, tanto en España como en Francia, de encerrar a los exilados en campos de concentración. Los exilados resistieron. Incluso, una parte –así sea pequeña-de la población francesa llevó víveres y aún, vino, a los exilados, con los que estuvieron en capacidad de vivir breves momentos de alivio. Los salvó la convicción profunda en la justicia de la lucha por un mundo nuevo. Soportaron campos de concentración aprendidos de los nazis, el peor horror que le ha ocurrido a la humanidad. Son famosos los campos de concentración franceses de Argeles-sur-Mer, Saint Cyprien, Barcarés, Gurs, Riversaltes, y otros. El maestro Fábregas Roca, en sus pláticas de sobremesa o cuando se reunía el “Círculo Duro de El Retiro” en su casa, narraba los sufrimientos de los judíos que se suicidaban a diario; o, incluso, las notas de buen humor que mostraban la alta moral de los republicanos presos. Así, la soldadesca francesa les hacía escribir los nombres de los prisioneros para pasar lista. No faltó quien escribiera Benito Cármelo, lo que producía la hilaridad de los españoles cuando el soldado que pasaba lista, pronunciaba un nombre que se escuchaba, “vení a tocármelo”. A lo que los españoles respondían con mentadas de madre o risas, causando enojos y castigos. Había un tal Capitán Roulé, que los formaba para preguntarles quien quería enrolarse en la Legión Extranjera y tener el “honor” de morir por Francia. Los formaban para preguntarles de uno en uno. Las respuestas eran siempre excusas para negarse a combatir en aquella legión de mercenarios. Uno de los pretextos que sacaba de quicio al tal Capitán Roulé era la respuesta de, “si, pero siempre y cuando se formen batallones de sólo españoles y al mando de españoles”, a lo que el dicho capitán respondía con furia, azotando con su fusta a los que osaban dar esa respuesta. Todos estos horrores, que el maestro Fábregas relataba, están analizados en el libro citado de Gutmaro Gómez y Aurelio Martín. Justo del horror de los campos de concentración fueron salvados los republicanos gracias a la acción del gobierno del general Lázaro Cárdenas del Río y a la actividad de Gilberto Bosques que ejecutó al pie de la letra las instrucciones del gobierno mexicano. A 80 años de aquellos sucesos, brilla el período de Cárdenas, como el último hálito de la Revolución Mexicana que inicia su decadencia en el régimen de Manuel Ávila Camacho, hasta llegar al período huachicolero que, con horror, vivimos en la actualidad.
Ajijic, Ribera del Lago de Chapala, a 19 de enero de 2019.
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