Las consultas de AMLO empiezan con mal pie
La participación directa de la ciudadana en los planes y acciones de gobierno es un anhelo histórico de los sistemas políticos construidos bajo la égida del liberalismo, aunque han sido otros modelos los que hicieron durante décadas alarde de esa propuesta difícilmente imaginable en sociedades complejas. Anarquistas y socialistas utópicos seguramente fueron los más conocidos.
El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, está empeñado en utilizar una modalidad de esa democracia directa, y que fue intentada en la Francia de la Revolución iniciada en 1789 siguiendo propuestas escritas por J.J. Rousseau, para tomar ciertas decisiones de gobierno, aunque más parece que se trata de legitimar decisiones previamente elegidas por el ejecutivo.
Esa forma de actuar no ha sido nueva en el líder de MORENA, puesto que cuando fue jefe de gobierno de la hoy Ciudad de México ya la puso en marcha para la toma de decisiones amparadas en la “opinión” del pueblo, y en la misma Constitución mexicana que en su artículo 35, inciso VIII, aparecen las consultas populares como una posibilidad cuando se traten “temas de trascendencia nacional”. De hecho, el próximo presidente de la República ya ha anticipado que turnará al Congreso de la Unión la iniciativa para reformar el mencionado artículo para hacerlo, es de suponer, más creíble y con mayor participación. O, al menos, eso sería lo preferible si lo que se desea es institucionalizar las consultas como forma de gobernar en el próximo sexenio.
Anuncios de próximas consultas se agolpan en los medios de comunicación mediante las declaraciones de políticos y del mismo presidente electo. Las más recientes las relacionadas con el “tren maya” y la construcción de una primera refinería en el vecino estado de Tabasco, de donde López Obrador es originario, y la vinculada, además de sumamente discutida, que tendría como punto de discusión la adopción de infantes para parejas del mismo sexo.
Pero si lo anterior es el futuro, ya se ha vivido una consulta polémica por el tema de debate y, como no puede ser de otra manera, por los problemas logísticos para llevarla a cabo con ciertas garantías democráticas. Efectivamente el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, conocido ya como NAICM, motivó la pasada consulta con el resultado conocido de su cancelación en la ubicación establecida por el gobierno de Enrique Peña Nieto. Cuatro días estuvieron las urnas instaladas en más de 500 municipios del país, un hecho que, lógicamente, no permitió a todos los mexicanos ejercer un derecho como el de opinar en una consulta nacional, situación reflejada en el número de personas que concurrieron a dar su opinión. En definitiva, nada de lo relacionado con su organización, así como la necesaria posibilidad de participar de todos los mexicanos se cumplieron en la consulta.
Como no podría ser de otra forma, gracias al impulso del esperanzador proyecto del político tabasqueño, el resultado fue favorable a no desarrollarse el aeropuerto en Texcoco, quedando la opción de la base militar de Santa Lucía como alternativa. Una decisión, amparada en el resultado de la consulta, pero que es dudosamente democrática al no existir igualdad de condiciones para expresar las ideas de todos los mexicanos. El resultado será la detención de las obras tras el día 30 de noviembre, fecha en la que finalizan los compromisos de la actual administración federal, pero ello no está evitando manifestaciones contrarias a tal detención.
El respaldo popular al futuro presidente mexicano le permite usar este mecanismo para legitimar sus actuaciones, aunque las condiciones de realización no sean las deseables para considerarse creíbles, y sólo puedan acomodarse gracias a la populista afirmación de que el pueblo mexicano es sabio y conocedor de cualquier temática. Todos podemos estar interesados en lo que ocurre u ocurrirá en nuestro país, pero ello no asegura tener los conocimientos suficientes, y menos si las distintas posiciones sobre un tema no pueden defenderse o exponerse con anticipación. Si el futuro de las consultas tiene el mismo rumbo de la referida al NAICM de nada servirá llenarse la boca de democracia, puesto que las cargadas no serán el mecanismo del accionar político del que fuera partido de Estado, sino que serán la cotidianidad futura.
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