Versos vivos

Casa de citas/ 397

Versos vivos

Héctor Cortés Mandujano

 

Uno

 

Según la cinta Versos rotos (The Broken Tower, 2011, escrita, actuada y dirigida por James Franco), el poeta Hart Crane se hizo, borracho, algunas preguntas interesantes: ¿Cómo hacer que la poesía no traicione la realidad? ¿Cómo incorporar al discurso poético todo lo que tocamos, vemos, sentimos, oímos, gustamos?

Y yo me sigo de largo: ¿Cómo hacer, además, que quien nos lea toque, vea, sienta, oiga, guste algo parecido a nosotros, en la experiencia diferida que es leer?

¿Cómo hacer sentir lo que yo siento, a través sólo de la palabra?

Ah, cuánto ánimo de trascendencia.

¿Y no sería mejor escribir nomás, confiando en que la palabra se convierta en el buscador interno de quien escribe y de quien lee?

Si yo extraje desde el fondo de mí esto que ahora es una línea silábica, quizás se haya cargado de sensaciones que aún palpitan en la escritura, y que quien lea pueda descubrir también, aunque su experiencia y la mía no sean la misma: la palabra será entonces un pez que coletea al ser sacado del agua y vivirá si entra por el estaque de los ojos que leen hasta la piscina del cerebro, hasta el lago oscuro del corazón, o morirá si el lector no la mete a su propio mar.

¿No sería bueno que en lo que escribimos, y luego leemos, haya vitalidad, asombro por la vida, por la evanescencia de los minutos y la imposibilidad de retenerlos?

¿La idea central no será lograr que en la escritura esté el vértigo del instante, el cogollo del minuto?

“La vida es la danza de muerte, pero aún se puede hacer algo con ella”, dijo Crane.

Eso y ya.

 

Dos

 

Ilustración: Juventino Sánchez

En su más reciente publicación, Tu kun fu no es poderoso (gran jefe apache escribe poemas de fertilidad), publicado en 2018 por editorial Tifón, Luis Daniel Pulido nos da sin vueltas intelectualoides ni visitas a los museos donde se consiguen las doctas improntas de los clásicos, versos iluminados por la inmediatez, la vivacidad, lo vagaroso del instante que, como mosca o mariposa, ahora mismo se posó en un lugar y al instante siguiente en otro.

Es la suya una escritura de momentos vivos, son los suyos poemas que no buscan la monumentalidad del aliento largo ni la receta perfecta que sin duda puede buscarse y hallarse en la página 438, del volumen nueve, de la poética in-dis-pen-sa-ble que nos hará volvernos bardos plenos y ganadores de becas y certámenes.

Sus versos sencillos, al contrario, tienen pálpito y sudor, dolor de muelas y hambre, bailes y respiración entrecortada, dolorcito y risas…

Y hay en sus versos el rastro de lo mucho leído, cómo no, sin el regodeo de la cita, y una extensa bitácora que apunta sobre lo fugaz que es la vida: una raya en el agua, un viento que se mueve por todos los rumbos, para que el microscopio del verso haga que aquel vago recuerdo, aquella instantánea (Marina, la miss tiburón, Albis, la que lo mandó a leer a Gonzalo Rojas, que fue algo así como mandarlo a la verga…), se vuelva un poema de este librito ilustrado por la mano amable y talentosa de Tito Sánchez.

Tu kun fu no es poderoso (gran jefe apache escribe poemas de fertilidad), título largo como tesis de maestría en estudios regionales, no tiene la pesadez del plomo con el que se ganan exámenes de oposición y tiempos completos en la universidades públicas, sino la alegría volátil de vivir en el patio de recreo, en la cancha donde sólo están jugando los que quieren, en la infancia donde cada cual sólo tiene dos obligaciones primordiales, que son en el fondo una sola o tres o cuatro: vivir y ser feliz, y amar y escribir poemas “que en realidad son veleros”.

 

*Texto leído en Telar-Teatro, de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas,

el 28 de septiembre de 2018.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

 

 

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