En el camino
¿Qué tantas experiencias nos depara el andar cotidiano? ¿Alguna vez se han detenido a pensar sobre lo que puede traer consigo una serie de mensajes escritos? Como cuando en las novelas o en las películas se habla de un mensaje escrito que se coloca al interior de una botella y esta puede dar la vuelta alrededor del mundo, la palabra escrita engloba mucha magia.
¿Qué hay en la palabra? ¿Por qué se dice que las palabras se las lleva el viento y es mejor escribirlas? La palabra escrita está presente en todo momento, puede ser un medio idóneo para generar historias que se intercambian, que pueden entrelazarse, hallar sus diferencias y también semejanzas en el caminar. Puede ser también un medio para re-conocernos a través de las demás personas.
En ese fluir de mensajes se permiten consensos, disensos, encuentros que trascienden fronteras, que recorren distancias, miles de kilómetros, no sólo a través del caminar, sino de la literatura, de escuchar voces a través de lo que se lee, de intercambiar visiones, pensamientos, sentires, anhelos…
¿Quién de ustedes ha imaginado que una persona o más en otro lugar del mundo puede leernos y que alguna ocasión le conoceremos? Y no hablo precisamente de los textos de las redes sociales, sino de la palabra que se comparte en los libros impresos, en las memorias, en los artículos… Pues sí, la palabra es mágica y si se escribe trasciende fronteras e incluso idiomas. El día menos pensado, en el camino, podemos encontrar una de estas historias, el día que menos te imaginas, esa palabra se hace presente de otra manera y frente a ti tienes a quien te ha leído, comenzando así un nuevo recorrido de historias, esas que solo la palabra escrita puede compilar, para que no se las lleve el viento.
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