Altas expectativas sobre los gobernantes chiapanecos
Hoy, más que en otros inicios de sexenio, los chiapanecos alimentamos unas expectativas, casi sobrehumanas, en torno a los gobernantes de Morena.
No es un sentimiento nuevo, sino cíclico, pero esta vez sí es más intenso por la ola de esperanzas renovadas que alimentó Andrés Manuel López Obrador.
Los chiapanecos deseamos un cambio total, una manera diferente de hacer política, una política que tenga como eje la transparencia, la honestidad y la asertividad.
No es fácil, por supuesto, para una clase gobernante que ha vivido en la política del cuatachismo, del ocultamiento y del despilfarro.
Ahora se trata de cambiar el chip. De aceptar que el 1 de julio las ciudadanas votaron por un camino diferente, el trazado por AMLO, y que se espera que por ahí transiten gobernadores, senadores, diputadas, presidentes municipales y cuantas personas aterricen en algún puesto de las distintas dependencias.
Las expectativas son muy altas, desde luego, pero también veo mucha paciencia ciudadana. Los bonos no son eternos, pero seguramente no habrá descontentos profundos en los primeros tres años para el gobierno federal y estatal, y quizá la mitad para los gobiernos municipales.
Dentro de un año o más se empezará a cuestionar a presidentes municipales, porque es el primer escalón de contacto ciudadano, y porque muchos, no seguirán las enseñanzas ni el misionerismo franciscano que predica el presidente electo. La muestra la puso César Yáñez, su colaborador por más de 20 años, con una boda rumbosa que alcanzó las páginas de Hola!
Muchos de los políticos que se pasaron a Morena, lo hicieron porque entendieron a tiempo que ahí estaba la posibilidad de triunfo, pero si desean seguir con las viejas trampas priistas, perderán rápidamente sus bonos.
Las expectativas tienen, decíamos, fecha de caducidad, y no funcionan igual en todas las personas. Algunos se decepcionan pronto, y por eso vemos a muchos arrepentidos, desencantados por las decisiones del Senado y hasta por la boda de jet set de Yáñez en Puebla.
La mayoría, sin embargo, es paciente, porque sabe que los milagros no ocurren en la administración pública, y, mucho menos en unas cuantas semanas. Sin embargo, cuando la clase media, la más rebelde, da la espalda, difícilmente regresa al carril de la esperanza.
Es una clase media, además, exigente. Del gobierno de Rutilio Escandón Cadenas se le exige honradez, gobernabilidad y planes de desarrollo que alienten la mejora de los habitantes. Las ocurrencias, y vaya que partiremos del Tren Maya, deben abortarse y pronto.
A los presidentes de Tuxtla, San Cristóbal, Tapachula y Comitán, las principales ciudades en donde gobierna Morena, se les pide, casi como punto principal, la recuperación de las calles, abandonadas por más de una década, y el mejoramiento de los servicios de agua potable, alcantarillado, alumbrado público y recolección basura.
No me cabe duda, de que Carlos Morales Vázquez, hará un buen trabajo en la capital, pero tengo mis reservas, de los presidentes de las otras ciudades, porque son personas que carecen de experiencia, y para estos cargos, no basta la buena voluntad sino también la capacidad de saber negociar y establecer acuerdos con los distintos protagonistas.
Ojalá que en muchas ciudades y pueblos de Chiapas veamos descollar a buenos gobernantes, y que sean, posteriormente, reelectos por sus buenos oficios, su trabajo transparente y eficiente.
La buena noticia, para todos los gobernantes, es que aunque la expectativa es alta, porque así somos los chiapanecos de soñadores, también hay un plazo ostensiblemente largo para la auditoría ciudadana, que en contrapartida somos bastante pacientes.
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