Manuel Velasco y el agravio innecesario
El gobernador Manuel Velasco apuesta por un final complicado de su administración, el cual le ocasionará mucho desgaste, presiones y dolores de cabeza innecesarios.
Lo conveniente es que se retire del gobierno. No tendría además problemas para imponer a uno de sus allegados y continuar, de facto, al frente de la administración local hasta el 7 de diciembre, porque al día siguiente deberá entregar la estafeta a Rutilio Escandón Cadenas.
Los cambios en la constitución local y la inobjetable violación al artículo 116 de la constitución de la República son actos demasiado peligrosos, porque si bien Chiapas es una sociedad somnolienta, a veces despierta, y lo vimos en las elecciones de 2015 con la imposición de Fernando Castellanos Cal y Mayor como presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez.
En esa ocasión, el gran perdedor fue el gobernador Manuel Velasco Coello, quien registró una severa caída en los índices de aceptación de los cuales ya no se recuperó nunca. La sociedad se indignó, y aunque aceptó el veredicto del Tribunal Federal Electoral, ha arrastrado desde entonces deseos de ajustar cuentas.
Hoy, cuando apenas se ha salido de unas elecciones, que no dejaron maltrechas a las instituciones electorales locales, se vuelve a meter la mano en el panal, en un desafío que puede traer consecuencias inesperadas.
El gobernador no ha sabido leer la urgencia de cambio que expresaron los ciudadanos el pasado 1 de julio cuando apostaron por el respeto a la voluntad popular. Está a tiempo de dar marcha atrás a su proyecto de permanecer en el poder por tres meses más. No debe incordiar demás a las ciudadanas. Los resultados, en estos acontecimientos, con una sociedad irritada, suelen ser impredecibles.
Ningún personaje chiapaneco ha tenido una trayectoria tan larga y exitosa como la él. No ha conocido la derrota, tampoco ha sabido lo que es estar en la banca, en estos 18 años que ha contendido a puestos de elección popular, aunque hayan sido todas las veces, a excepción de una, en candidaturas plurinominales. Además, esa trayectoria se ampliará por seis años al asumir como senador de la República.
Si no deja la gubernatura, y decide jugársela hasta el final, se las habrá con el peor enfrentamiento que haya tenido en su administración, porque hay grupos que se sienten agraviados por su gobierno y que están dispuestos a manifestarse y a presionar para que se marche de palacio.
No podrá participar en actos públicos, como ha sido hasta el momento, ha no ser que sean eventos blindados por la policía. Lo más probable es que pase esos tres meses refugiado en la Casa de Gobierno o en su residencia de la Ciudad de México.
Los periodistas de medios capitalinos, ya sin compromisos por concepto de publicidad, se han cebado en la figura del gobernador, y continuarán en su tarea porque el tema resulta muy atractivo, por sus ingredientes de escándalo y violaciones a la constitución.
Hoy, por lo pronto, se anuncian diferentes manifestaciones. La intensidad con la que se registren influirán en la decisión de Manuel Velasco o en la del equipo de Morena, que puede aconsejarle retirarse definitivamente del gobierno de Chiapas para no causar más protestas en un estado que guarda un frágil equilibrio entre la paz y la intranquilidad.
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