La mujer y la revolución universal
Casa de citas/ 395
La mujer y la revolución universal
Héctor Cortés Mandujano
Carlyle también solía decir que el arte de escribir es
la cosa más milagrosa de cuantas el hombre ha imaginado.
Borges,
entrevistado por Waldemar Verdugo Fuentes,
en Magos de América
Hace un tiempo, en la mesa de un bar, me hallé con tres personas a las que no necesariamente conozco tanto. Luego del show en vivo, se abrió la noche al karaoke y uno de la mesa comenzó a cantar. No lo hacía ni muy bien ni muy mal, pero me llamó la atención que, sin que nadie lo preguntara, él hablara de lo bien que cantan en su familia (él, modestamente, dijo ser el de menos aptitudes): “Yo hubiera querido ser cantante”, concluyó; le pregunté al de al lado qué le hubiera gustado ser y dijo que músico; una de las compañeras de mesa dijo que bailarina. Yo me quedé callado, porque, en realidad, creo que lo que quise ser lo he sido. Y, desde hace mucho tiempo, ser escritor me parece una bendición.
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Mijail Sholojov (1905-1984), Premio Nobel de 1964, escribe directa, violentamente las historias que conforman los Cuentos del Don (Ediciones Altaya, 1995), nombre de la región rusa donde nació.
En “El padre de familia”, el protagonista tiene que decidir entre matar a uno de sus hijos o dejar que mueran todos. No lo duda. Dice antes de hallarse en esa disyuntiva (p. 45): “Me casé joven; me tocó una mujer muy paridera, despachó a ocho y al noveno estiró la pata. […] Me quedé solo como un hongo, pero Dios no se llevó a ninguno de los críos… Mira que se lo rogué”.
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¿Te acuerdas de la frase de Usigli:
un recuerdo es una puerta que se abre súbitamente,
y la repentina luz del tiempo que no estaba muerto y todo eso?
Ricardo Garibay,
en “¿Cómo está tu ex amante?”
Ricardo Garibay (1923-1999), escribió muchísimos libros, en distintos géneros, que en especial en mi juventud leí como si la vida me fuera en ello. Tiene dos breves volúmenes de teatro: Mujeres en un acto (que con poca fortuna Gabriel Retes adaptó al cine) y ¡Lindas maestras! (Editorial Joaquín Mortiz, 1987), que contiene cuatro obras.
En estos dos libros, como en varios otros, la mujer es su centro de atención y análisis. Dice en el prólogo a ¡Lindas maestras! (p. 5): “He sido un espía –o un buitre, si se quiere– del verbo femenino, con toda la mala fe que exige la buena fe de mi oficio: ser veraz hasta parecer mañosamente fantasioso”.
De niño, sigue diciendo (p.7), “ellas eran no sé qué vislumbre, no sé qué enemigo, no sé qué intocable joyería”; y piensa que la verdadera revolución universal (p. 12) “no se dará cabalmente hasta que la mujer no decida, o no pueda decidir, vivir a solas consigo”.
Dice Asunta, una de las mujeres de la obra que da título al volumen (p. 32): “Chulas las burras […], en mi tierra sólo las burras son chulas”.
En “¿Cómo está tu ex amante?” dice uno de los personajes (p. 91): “Si quieres acabar con los famosos misterios de la mujer, ábrete, respétala, ella también puede pecar, no hagas apocalipsis de a centavo”.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
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