Movimiento Nacional por la Esperanza
Esperanza es una hermosa palabra, un concepto cargado de reminiscencias filosóficas y, también, religiosas, por ello cuando resuena en un movimiento, en una agrupación de personas la lógica es observarlo con simpatía. En el caso de la creación de este grupo en México no parece tan claro el entusiasmo, a no ser que se aplique la desmemoria como estrategia de sobrevivencia vital y política. Por lo tanto, la desconfianza primera puede estar relacionada con su impulsor y cabeza visible, René Bejarano, de triste recuerdo por haber escenificado uno de los tantos escándalos nacionales debido a prácticas corruptas grabadas con una cámara oculta, en concreto en la oficina del empresario Carlos Ahumada. A pesar de ello, la falta de pruebas no condujo, al esposo de Dolores Padierna, a un procesamiento judicial.
El mismo Presidente de la República electo, Andrés Manuel López Obrador rompió relaciones con Bejarano, un distanciamiento que se subsanó recientemente tras la renuncia de Bejarano al PRD y posterior incorporación a la campaña de López Obrador, aunque no se haya dado de alta en MORENA. Las recomposiciones en las alianzas políticas tuvieron una buena piedra de toque en la pasada elección presidencial, misma que ha dado al traste con partidos y políticos. Los futuros encuentros y desencuentros todavía son lejanos y complejos de discernir, pero los atisbos que se perciben es que el Movimiento Nacional por la Esperanza tiene la bendición del político tabasqueño.
Durante el mes de agosto se llevó a cabo en la Ciudad de México la asamblea de dicho movimiento, al parecer con gran afluencia de público en el Palacio de los Deportes de la capital mexicana. Un encuentro para ratificar el compromiso con el futuro Presidente puesto que el lema del movimiento: “Construyendo el Buen Vivir” se aseguró que iniciará el 1 de diciembre del año en curso. Tras dicho acto, la prensa nacional destacó la negativa de René Bejarano a incorporarse a algún puesto en la administración federal, sin embargo, no creo que ese sea el punto nodal para observar a esta agrupación. Por el contrario, lo que resulta preocupante es que tras décadas de corporativismo, el modelo que nacido en los movimientos autoritarios de principios del siglo XX se ha prolongado en México como lacra, ahora parezca renacer con un movimiento de esta naturaleza, y se asuma como brazo del gobierno federal para el cumplimiento de sus promesas electorales.
Hay frases y conceptos que por repetirse dejan de tener sentido, y ello está ocurriendo con la idea del “buen vivir” y más inoperantes se tornarán si un movimiento ligado a un partido o un ejecutivo es el garante de sus políticas públicas. Bienvenida la participación de la sociedad civil en México, por supuesto, es necesaria y urgente su presencia, pero que el gobierno federal, y ojalá no sea así, cuente con un movimiento de respaldo para enfrentarse a los futuros quinta columnistas que se opongan a su política, o no estén de acuerdo, con las prácticas y decisiones de un líder nacional, un servidor público con tiempo limitado en su empleo, no deja de ser alarmante.
Su presencia en alrededor de 1800 municipios del país y su objetivo de llegar a un millón de afiliados puede despertar simpatías por las buenas intenciones y la esperanza, siempre presente cuando se habla de un mejor futuro, pero habrá que ser precavidos ante grupos asumidos como los guardianes de la buena política, del buen vivir, o de lo que se desee, sobre todo porque está latente el peligro de que se consideren la única verdad y defendible con cualquier arma. Demasiados ejemplos hay en la historia para no estar advertidos y, sobre todo, para seguir siendo cautelosos ante cualquier vendedor, del signo que sea, de espejitos.
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