Cuba: ¿Un tiempo nuevo?
Las situaciones actuales en las sociedades de Latinoamérica y del Caribe, revisten especial interés en México a la luz del cambio de gobierno que se avecina. En ese contexto, lo que sucede en Cuba es especialmente importante. En efecto, los cubanos discuten una nueva constitución política, debate iniciado al comenzar un nuevo gobierno encabezado por Miguel Díaz Canel. No conocemos aún la versión final de la nueva constitución política cubana porque, la versión aprobada por las instancias de discusión debe pasar ahora a la sociedad en general. Una vez discutida por la población, la versión final será dada a conocer. Sin embargo, sabemos que existen tópicos tradicionalmente difíciles de discutir en Cuba, incluidos en el nuevo documento de la constitución. Así, se discutirá si se reconoce la libertad de elección de sexo y si ello llegará al punto de reconocimiento legal de las uniones entre personas del mismo sexo. El tema es y ha sido muy sensible en la sociedad cubana. El cine cubano lo aborda en películas como Fresa y Chocolate dirigida por Tomás G. Alea y Juan Carlos Tabío, basados en un guion del propio Gutiérrez Alea y Senel Paz. Además de ese aspecto tan sensible en el entramado de relaciones sociales en Cuba, la nueva constitución discute la pertinencia de la propiedad privada y de la empresa en un país que se asume de socialista. En verdad, la búsqueda por una sociedad justa, sin los abismos de desigualdad hoy existentes, se ha inspirado en las propuestas de Marx y Engels. Acerca de ello se han escrito ríos de tinta y se seguirán escribiendo. Por ahora, no conocemos ninguna sociedad que haya logrado el principio básico del socialismo: de cada quien, según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades.
Los grandes experimentos sociales significados por la revolución de octubre en Rusia liderada por Lenin y la transformación de China conducida por Mao, no lograron sus propósitos. La descomposición de la unión de repúblicas soviéticas socialistas en una serie de estados nacionales, llevó a la consolidación de las relaciones capitalistas en torno al trabajo, mismo resultado que tenemos en la China actual. Vietnam no es precisamente un país socialista. Cuba se debate en encontrar un camino que desemboque en el socialismo, pero no podemos afirmar que la desigualdad social está ausente de la sociedad cubana. Lo que, si es una realidad, es que el triunfo de la revolución cubana, conducida por un liderato excepcional que incluye a Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara, Camilo Cienfuegos, Raúl Castro, Vilma Espín, Haydée Santamaría, Teté Puebla, Melba Hernández, Gloria Cuadras, entre otros muchos, tuvo repercusiones profundas y cambió los escenarios políticos del Caribe y de América Latina. Ahora que los cubanos discuten hacia dónde va su nación y en momentos en que en México se define como gobierno de izquierda al que al que inicia el 1 de diciembre próximo, me parece importante señalar lo siguiente:
El objetivo de la izquierda histórica, la apoyada en la concepción del trabajo social a nivel planetario, es la emancipación de los trabajadores a través de la conquista del estado. Es decir, usar el poder político para alcanzar el fin social de erradicar la desigualdad. En los contextos caribeños y latinoamericanos, el postulado que vertebra a la izquierda es el de revisar las relaciones del trabajo social con el capital para construir un proyecto de transformación social cuya meta es la erradicación de la desigualdad. Ello no se logra “ipso facto” y tampoco aplicando una receta universal. El camino es complejo, sinuoso, plagado de dificultades como bien lo muestra la historia del pueblo cubano.
Marx planteó que la “Gran transformación” (Polanyi Dixit) solo se lograría cuando la sociedad capitalista, fragmentada en múltiples estados nacionales, lograra el socialismo allí en donde las relaciones capitalistas hubiesen alcanzado su máximo desarrollo.
Tomando en cuenta dicho postulado, el antropólogo norteamericano Eric Wolf escribió el libro Las guerras campesinas del siglo XX, demostrando que las sociedades en revolución del siglo pasado, eran aún “campesinas”. Existe una amplia discusión sobre este punto. En una ocasión, con Ángel Palerm, conversamos acerca del libro de Wolf, en la casa José de Acosta, en el poblado de Tepetlaóztoc, estado de México. Palerm concluyó la conversación diciendo: “Al final, Marx tendría razón en plantear que, si la transformación hacia el socialismo no ocurre en sociedades como los Estados Unidos, Alemania, Francia o Inglaterra, las posibilidades de erradicar la desigualdad social aún son lejanas”.
Por lo dicho, el caso cubano es importante. La consulta sobre la nueva constitución será también un termómetro acerca la convicción social del pueblo de la isla, para continuar el camino hacia una sociedad sin clases sociales, sin economía política y sin estado.
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