Reconociendo mi terruño

San Cristóbal de Las Casas. Foto de Archivo

Luego de haber terminado las labores de jardinería que tanto disfrutaba los fines de semana, Julia se sentó en un pequeño banco. Hizo una pausa para disfrutar el aire que mecía las hojas de los árboles de limón y guayaba, recordó una de las anécdotas en su viaje más reciente a su terruño natal.

Por cuestiones laborales Julia viajó a su terruño, tenía rato de no permanecer mucho tiempo ahí. En ocasiones anteriores se había percatado de la creación de más centros comerciales, muchos edificios, menos árboles, más tráfico… muchos cambios en tan sólo una década.

Ya instalada en la casa de sus familiares, Julia se animó a hacer  algunos de sus pendientes personales caminando, la tía Irene le advirtió que era probable que perdiera el rumbo, la ciudad estaba muy diferente. Sin embargo, el entusiasmo y curiosidad de Julia persistieron y la acompañaron en una de sus caminatas. En el fondo quería corroborar que aún permanecía algo de lo que ella conoció.

Se trasladó de extremo norte a sur de la ciudad, tomó el transporte colectivo y para regresar a casa se dispuso a hacerlo caminando. De pronto, se sintió ajena a esos rumbos, como turista en su propia tierra. Muchas calles y rumbos que no conocía, eso no le resultó tan grato. Al principio se acordó de la advertencia de la tía Irene. Luego se tranquilizó y decidió disfrutar el recorrido, siguió caminando, se acordó del título de la película Todos los caminos llevan a casa.

En su camino fue recordando y reconociendo algunas calles, estaban diferentes, halló personas  sentadas afuera de sus casas conversando, tiendas pequeñas, de abarrotes, de frutas, pero no las de estilo franquicias sino de las que aún se conservan en las casas, las tiendas locales.

Sus ojos se llenaron de regocijo cuando comenzó a observar las tiendas donde hacen piñatas. No recordaba que este rumbo tuviera esas creaciones. Le pareció muy grato.  De los techos colgaban bellas piñatas en diversos tamaños, figuras, colores. Y para su sorpresa también tenían piñatas en su etapa de formación, todavía envueltas con papel periódico, expuestas para secarse. Contó alrededor de tres cuadras con puestos de venta de piñatas.  En su recorrido observó el rostro de una niña, como de seis años, quien con alegría le contaba a su mamá qué piñata le gustaba más.

Luego del caminar entre piñatas se encontró con más tiendas locales y de nuevo, la presencia de la gente de a pie, tenía mucho tiempo de no transitar por ese rumbo. El aroma a los árboles  que aún permanecen de pie también se hizo presente en esa cálida tarde de verano, elemento ideal para recordar cómo ha cambiado la ciudad.

Al llegar a la casa de sus familiares, Julia compartió su experiencia y enfatizó:

  • Esta tarde fue inolvidable para mí, estuve reconociendo mi terruño y por momentos me sentí como turista en mi ciudad.

La tía Irene, que normalmente no solía quedarse callada, comentó:

  • Ya ni gracia tienes hija, que ya turista. Lo bueno fue que no te perdiste. Conste que te lo advertí.

Al final sólo se escucharon carcajadas.

Trackbacks/Pingbacks

  1. Noticias destacas de la primer semana de Agosto (30–05) | Chiapasparalelo - 4 agosto, 2018

    […] Reconociendo mi terruño […]

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Comparta su opinión. Su correo no será público y será protegido deacuerdo a nuestras políticas de privacidad.