Los ríos del canto
Casa de citas/ 385
Los ríos del canto
Héctor Cortés Mandujano
Yo no vengo a resolver nada.
Yo vine aquí para cantar
y para que cantes conmigo.
Pablo Neruda,
en “Que despierte el leñador”
Canto general (lo leo ahora en Catedra, 1990), de Pablo Neruda, es al mismo tiempo varios mapas, autobiografía, biografías, lecciones de botánica, ornitología, historia (centrada en las luchas libertarias) y, lo más, lecciones de poesía.
Harold Bloom piensa que el mejor poeta de todos los tiempos es Walt Whitman, y que no hay en su país, ni en ningún otro, nadie que se le acerque tanto en estatura poética como Neruda. Bloom, en su indispensable Canon occidental, celebra “Alturas de Macchu Picchu” –el segundo apartado del Canto general– como el gran poema de América Latina y de la poesía universal.
Editado por primera vez en 1950, mi ejemplar es una edición de Enrico Mario Santí, que contiene (como suelen las ediciones de Cátedra) un ensayo introductorio minucioso y copiosas aclaraciones, precisiones, notas a pie de página. [En la obra Leitmotiv, de Damaris Disner, yo actuaba en las primeras escenas y en la última. Durante el tiempo que esperaba mi entrada final, como media hora, en el camerino que debía estar a oscuras, leía a Neruda, alumbrado con la linterna de mi celular.] Comparto algunas citas.
En el poema a “Bernardo O’Higgins Riquelme (1810)”, libertador de Chile, hay un verso bello (p. 229): “Todo lo cambia el tiempo, todo menos tu rostro”.
En el poema a “San Martín (1810)”, libertador de Chile y Perú, dice Neruda (p. 233): “El hombre que construye es luego el humo/ de lo que construyó, nadie renace/ de su propio brasero consumido:/ de su disminución hizo existencia,/ cayó cuando no tuvo más que polvo”.
En “A Emiliano Zapata con música de Tata Nacho” dice (p. 271): “La hoguera agrupa el aire desvelado:/ grasa, sudor y pólvora nocturna”.
En el primer poema de “La arena traicionada” escribe (p. 303): “Mis ojos no vinieron para morder olvido:/ mis labios se abren sobre todo el tiempo, y todo el tiempo,/ no sólo una parte del tiempo ha gastado mis manos”.
“Los abogados del dólar” puede referirse a cualquiera que besa las manos de cualquier poderoso para que le dé prebendas, dinero, poder. Hubo muchos ayer, hay muchos hoy (pp. 334-335): “Tiene automóvil, whisky, prensa/ lo eligen juez y diputado,/ lo condecoran, es ministro,/ y es escuchado en el Gobierno./ Él sabe quién es sobornable./ Él sabe quién es sobornado./ Él lame, unta, condecora,/ halaga, sonríe, amenaza”.
Y lo que dice en “Diplomáticos” no sólo se aplica a su país, evidentemente (p. 336): “Pero si usted nace tonto en Chile/ pronto lo harán embajador”.
Dice en “Los dictadores” (p. 383): “El llanto está escondido como una planta/ cuya semilla cae sin cesar sobre el suelo/ y hace crecer sin luz sus grandes hojas ciegas”.
De “Quiero volver al sur” son estos versos (p. 396): “Cielo, déjame un día de estrella a estrella irme/ pisando luz y pólvora, destrozando mi sangre/ ¡hasta llegar al nido de la lluvia!”
En “Melancolía cerca de Orizaba” escribe esta línea magnífica (p. 399): “Me llamas dulcemente como una novia pobre”.
Son entrañables los poemas de cuando Neruda era perseguido y fue recibido en infinidad de casas pobres (Canto general es en sí mismo, hay que insistir, muchos libros), pero termino con éste que es parte de su biografía y se llama “El amor” (pp. 617-618): “De un gran dolor, de arpones erizados/ desemboqué en tus aguas, amor mío,/ como un caballo que galopa en medio/ de la ira y la muerte, y lo recibe/ de pronto una manzana matutina,/ una cascada de temblor silvestre. […] Ya no sé recordar cuando comienza:/ estabas antes del amor,/ venías/ con todas las esencias del destino”.
***
Jacobo, mi nieto, fue uno de los conductores en la ceremonia de graduación de su Jardín de niños. Serio y formal como es para estas cosas, lo hizo perfecto. Me acordé, viéndolo, del año pasado. Una niña de tercero, muy sonriente, dijo las palabras finales, que me hicieron reír y que ahora uso ante circunstancias difíciles. Dijo que irían a una nueva escuela, a proseguir sus estudios y remató, con los líos que todavía le daban algunas palabras, que a ella y a sus compañeros los esperaban “glandes letos”.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
Sin comentarios aún.