Los jóvenes y la ola morenista: entre la desafección y la esperanza
Por Carlos Gómez[i]
La participación de los jóvenes ha venido ganando centralidad en diferentes espacios de reflexión, incluidos los medios de comunicación. Por un lado, se ha diagnosticado, a través de diferentes encuestas, un distanciamiento o desafección de los jóvenes respecto a la política, como plantea José Woldenberg en una serie de serie de misivas en Cartas a una joven desencantada con la democracia. Por otro lado, se ha dado cuenta del protagonismo de los jóvenes desplegado en el plano de lo social, en canales alternativos y menos formales, como las protestas o la organización autónoma en diferentes colectivos con proyectos sociales y políticos.
En un tercer apunte al respecto, se ha matizado la idea de que tal distanciamiento se da más bien con relación a la política instituida en las democracias liberales. Al respecto, resulta ilustrativa la carta abierta escrita por Irmard Emmelhainz, dirigida a Woldenberg, al sentirse interpelada por sus misivas. Para Emmelhainz, los jóvenes parecen no sentirse desencantados por la democracia, sino por el estatus que la democracia ha adquirido como un referente simbólico de la modernidad en las sociedades contemporáneas regidas por el absolutismo capitalista, ahora en su fase neoliberal; un emblema que ha implicado el despliegue de las apariencias en materia de justicia social y respeto a los derechos humanos.
En medio de estas tensiones se sitúa la relación de los jóvenes con la política. De ahí la complejidad de tramas que se entretejen en esta relación. Conviene, entonces, situar la reflexión en coordenadas específicas, lo que me ha motivado a plantear algunas reflexiones iniciales sobre los jóvenes y el arrasador triunfo de Morena y sus coaliciones, a poco más de 10 días de las votaciones.
En principio, la animadversión de los jóvenes con la política, la instituida, parece un hecho evidente. En una encuesta realizada en 2012, por ejemplo, se concluye que el 95% de jóvenes nunca había participado en un partido político o un sindicato, referentes de la participación electoral y formal,[ii] producto del escaso interés que provoca la política institucional,[iii] la fuerte desconfianza hacia la política,[iv] y lo complicada que ésta les resulta a la mayoría de la población.[v] Todos estos factores, según algunos analistas, apuntan a un problema mayor, la crisis de los sistemas políticos democráticos.
Paradójicamente, el papel que tienen los jóvenes en el campo electoral resulta potencialmente definitorio. En el proceso electoral 2017-2018, casi 26 millones de jóvenes entre 18 y 29 años de edad conforman la lista nominal en México, lo que representa casi el 30% de habitantes que cuentan con credencial de elector y que pueden votar.[vi] En este contexto, cabe preguntarse sobre el comportamiento de los jóvenes en el campo electoral, sus expectativas y sus posibles frustraciones.
En este 2018, según datos de Parametría, el voto juvenil favoreció a Andrés Manuel López Obrador (AMLO). El 55% de los jóvenes entre 18 y 25 años que votó, lo hizo por AMLO, seguido de Ricardo Anaya (18%), Jaime Rodríguez (16%), y José Antonio Meade (11%). El comportamiento de este sector de jóvenes muestra una tendencia similar al resto de grupos de edad; no obstante, es de destacar que el segmento entre 26 y 35 años de edad fue el que más favoreció a Andrés Manuel, con un 63%, es decir, personas que han tenido la posibilidad de participar entre dos y tres elecciones federales previamente, y que, por el rango de edad, parecen ser los grupos de personas con acceso a mayor información.[vii]
En relación a la edad, resulta interesante también la constatación de que fueron las personas de 56 años o más, con el 24%, quienes respaldaron con su voto a Meade, candidato del PR-PVEM-NA; y que Anaya, candidato de PAN-PRD-MC, obtuvo mayores preferencias entre personas que tienen entre 26 y 35. Preocupante, además, resulta que haya sido el sector más joven, de 18 a 25 años, el que brindó más votos a “El Bronco”, bajo la candidatura independiente.
Antes del 1º de julio, había quienes pensaban que el voto de los jóvenes sería clave para el triunfo de partidos y coaliciones participantes; pero también, quienes echando mano de diferentes estadísticas de procesos electorales pasados, relativizaban la expectativa de que el voto de los jóvenes fuera tan decisivo, al ser de los grupos que ha presentado mayor abstencionismo.
El día de hoy, con datos aún preliminares, se puede decir que la “ola morenista” se ha visto beneficiada por jóvenes que, pese a la desconfianza y el desinterés sobre la política tradicional, salieron a votar el 1º de julio.
Conviene recordar que estas personas jóvenes han crecido, atestiguando doce años de gobierno del Partido de Acción Nacional y el retorno del Partido Revolucionario Institucional, en un contexto marcado por la creciente violencia,[viii] en buena medida detonada por la guerra contra el narco, emprendida desde el 2006 por Felipe Calderón. Es preciso decir que son las personas jóvenes quienes encabezan la lista de asesinados.
En 2016, según registro de mortalidad del INEGI, se registraron en México, cinco mil 240 casos de jóvenes asesinados que tenían entre 15 y 24 años, lo que representa un aumento de 193.5% en relación al 2007. El caso de tres jóvenes estudiantes de cine, recientemente encontrados disueltos en ácido y el asesinato y la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa ilustran la terrible situación de violencia que experimentan los jóvenes en México, que ha llevado a algunos analistas a denominarla como juvenicidio.
En este contexto, es de destacar que los jóvenes no parecen estar paralizados, o tan desencantados de la política. En el 2012, los estudiantes encabezaron el movimiento #Yosoy132 para cuestionar el contubernio entre los corporativos televisivos y el PRI; en 2013, rechazaron la aprobación de las reformas neoliberales; en 2014 exigieron justicia por los estudiantes de Ayotzinapa, caso emblemático de la forma en que opera la violencia de Estado en nuestro país; yen 2017, se solidarizaron y organizaron para apoyar a las personas afectadastras los terremotos del 7 y el 19 de septiembre en el sur de México y en la Ciudad de México.
Aunque no es posible hacer generalizaciones, los jóvenes han dado muestra de civilidad y un sentido crítico en relación a los acontecimientos que han cimbrado el país en los últimos años, y son muchos de ellos quienes votaron por AMLO e, incluso, se organizaron de manera voluntaria para movilizar a más gente joven; como también son muchas las expectativas depositadas en relación a esta transición en el gobierno federal.
Un artículo de la revista Teen vogue recupera algunas voces, de jóvenes que votaron por Andrés Manuel. Tania, de 22 años, habitante de Zitlala, Guerrero, confía en que habrá un rescate de nuestro país de la pobreza, la desigualdad, la corrupción y la violencia “podemos establecer un país próspero, justo, justo y pacífico para todos «. Por su parte, Ariel, de 20 años de edad, quien ha votado por primera vez, confía en que AMLO puede generar cambios en México, recordando una de promesas referidas a la educación: “Sicarios no, becarios sí”, argumentando que su confianza en AMLO se basa en la existencia de la Universidad de la Ciudad de México, universidad pública construida durante el gobierno de AMLO, como jefe de gobierno en la Ciudad de México.[ix]
Por todo lo anterior, resulta significativa la participación del electorado más joven, y la consideración de la vía electoral como depositaria en de la esperanza de jóvenes que buscan que las condiciones de vida mejore en México. El nuevo gobierno encabezado por Andrés Manuel capitalizó el malestar que existe con los otros partidos políticos y, con ello, parece haber propiciado un nuevo voto de confianza que viene a oxigenar la relación entre la política institucional y los jóvenes, pero que representa grandes desafíos.
Los desafíos son enormes, porque las necesidades que experimentan los jóvenes, en materia de inseguridad, educación y empleo, por mencionar tres de las más importantes, son gigantescas, y, porque las expectativas de cambio, parecen también serlo. Ante tales expectativas, conviene a los ciudadanos, en general, y a los jóvenes ciudadanos, en particular, ser cautos y críticos, para reconocer los límites del cambio que se avizora. Cambios importantes se esperaran, si consideramos que una de las características centrales de los gobiernos de izquierda que en América Latina del siglo XXI ha sido la búsqueda de la igualdad y la inclusión, especialmente de la reducción de la desigualdad socioeconómica, lo que ha derivado en una disposición de los Estados para corregir el desbalance de las fuerzas del mercado. Sin embargo, no es de esperarse una postura anti-capitalista y anti-neoliberal, lo que para muchos puede significar que este gobierno es más de lo mismo.[x]
Queda confiar, en todo caso, en que la ciudadanía que salió a las calles a votar por Andrés Manuel mantenga un papel protagónico. En el caso de los jóvenes, es reconfortante ver que ha participado en los últimos años—aunque de manera intermitente— activa y críticamente ante el gobierno peñista, lo que seguramente le ha dejado múltiples aprendizajes. Uno de éstos parece ser que el cambio no vendrá del gobierno federal únicamente, en forma de cascada, sino a través de complejos procesos participación y organización social. El virtual triunfo de Andrés Manuel, en este sentido, es valioso, pues más allá de legitimar los sofisticados procedimientos de la democracia liberal mexicana, nos coloca de frente a un espejo para reconocer el importante papel de la participación política de los ciudadanos, en general, y de los ciudadanos jóvenes, en particular.
[i] Investigador del Observatorio de las Democracias: sur de México y Centroamérica del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica – Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas.
[ii] Gómez, Silvia, Tejera, Héctor y Aguilar, Jesús (2013), Informe de la encuesta La cultura política de los jóvenes en México. México: El Colegio de México.
[iii] A 8 de cada 10 personas les interesa poco (64.67%) o nada (19.15%) la política (Encup, 2012); en el caso de
los jóvenes esta desinterés es aún mayor (89.6%) según la Encuesta Nacional de Valores en Juventud 2012 (Imjuve, IIJ, UNAM, 2012).
[iv] Mientras que la familia, las universidades públicas, los médicos y los maestros son en quien más confían losjóvenes, la policía, los partidos, y los sindicatos son los menos confiables (Enjuv, 2010). En otro estudio, el37.4% de los jóvenes entrevistados considera que los políticos profesionales son muy deshonestos, según la Encuesta Nacional de Valores en Juventud 2012 (Imjuve, IIJ, UNAM, 2012).
[v] La percepción de una falta de comprensión de los temas políticos ocupa la tercera causa (22.7%) del
aislamiento o la evasión de la política (Imjuve, IIJ, UNAM, 2012).
[vi]http://listanominal.ife.org.mx/ubicamodulo/PHP/index.php
[vii]http://www.parametria.com.mx/carta_parametrica.php?cp=5053
[viii] Según el Informe de Human Rights Watch de 2015,la violencia se manifiesta en México de múltiples formas: en desapariciones forzadas; en agresiones contra activistas y periodistas; feminicidios, que generalmente quedan impunes; abusos a migrantes que cruzan el país por parte de grupos del crimen organizado, policía migratoria y otros actores; impunidad ante los abusos de militares; torturas para obtener información y confesiones bajo coacción, y un sistema de justicia que no ofrece certidumbre ni confianza a las víctimas de crímenes violentos Ver el informe de Human Rights Watch (2015). “México, eventos de 2015”. Disponible en https://www.hrw.org/es/world-report/2016/country-chapters/285507
[ix] Traducción propia, véase https://www.teenvogue.com/story/mexico-presidential-election-andres-manuel-lopez-obrador-young-people-react, 6 de julio de 2018
[x] Véase Torrico, Mario (2017). ¿Fin del giro a la izquierda en América Latina? Gobiernos y políticas públicas. México: FLACSO.
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