Historias de austeridad y otros cuentos fantásticos
No es nuevo, lo hemos escuchado desde hace años, una palabra se repite en los discursos del presidente electo de la república Andrés Manuel López Obrador; la palabra es «austeridad», este vocablo que antes era inofensivo, porque a fuerza de usarla se gastó tanto que dejó de significar algo claro, hoy más que nunca se se ha convertido en el tema de las pesadillas plutócratas en México.
A decir verdad la palabra ya era una pesadilla desde ates, porque si bien ahora está siendo tomada muy en serio en otros sectores, antes, la austeridad sólo significaba malestar para los que desde abajo del esquema tenían que sufrir la doble moral de las élites.
¿Qué significaba la austeridad en el lenguaje del viejo sistema PRI PAN? Entre otras cosas significaba que en los edificios de gobierno dejara de haber papel de baño, o que se dejara de contratar a la muchacha del aseo, que no se compraran más de dos garrafones de agua a la semana, se reducieran los viáticos y las comisiones, la austeridad sólo afectaba a los empleados de tercera y cuarta categoría, los secretarios, directores, delegados y demás nunca conocieron la verdadera austeridad, esa es la verdad.
Por alguna razón hoy mismo la palabra ha dado mucho de qué hablar, como escribimos al principio del texto, en realidad es una palabra muy usada en los discursos de campaña del pasado. ¿Por qué tendría que significar algo distinto en boca de López Obrador?
Para responder la pregunta al aire tendríamos que revisar no únicamente el discurso de AMLO en los últimos 18 años, tendríamos que checar sus acciones, su proceder, su forma de ver el mundo y sobre todo su desempeño en respecto al propósito de lo que él llama austeridad.
Durante la campaña uno de los elementos más criticados en el discurso de AMLO fue precisamente la capitalización de recursos y la recuperación de fondos que según sus propias palabras se perdía en la corrupción, junto a la palabra corrupción colocó la de austeridad, habló de vender el avión presidencial y viajar siempre en vuelos comerciales que no implicaran gastos excesivos, dijo que recuperaría mucho dinero si dejaba de alimentar los abusos de lo que él llamó el monstruoso sistema.
Hoy se sabe que palabras más y palabras menos lo que se planea hacer es recortar al máximo las contrataciones de empleados de confianza, eficientar los gastos de representación, choferes, guardaespaldas, telefonía celular y demás lujos que se supone hasta hoy todavía goza la clase en el poder.
Es cierto que las expectativas son muy altas, y también es verdad de que hay cierto sector social que no concibe cómo el nuevo presidente logrará este cometido sin afectar a la clase media de forma directa, naturalmente los siguientes años serán muy interesantes para visualizar el nuevo paradigma que se plantea desde la visión lopezobradorista.
El problema no es que los sectores de la sociedad acostumbrados a abruptos cambios y a diferentes tonos de crisis entiendan el significado de la austeridad pejista, el problema es que lo entiendan los propios funcionarios del primer nivel presidencial, o los nuevos gobernadores y presidentes municipales que se subieron al tren del cambio, no podemos olvidar que muchos de estos nuevos demócratas han tenido su origen en la corrupción que el presidente electo ha combatido desde hace años.
En Chiapas por ejemplo circuló hace semanas un meme en el que se podía ver al propio López Obrador siendo transportado en uno de sus mítines en un automóvil austero en contraste a la camioneta muy lujosa y por supuesto muy cara en la que se transportaba el hoy electo gobernador Rutilio Escandón Cadena.
El autor del meme se había dado el tiempo de revisar el precio de los coches contrastados, el jeta en el que se transportaba AMLO tenía un valor de no más de 100 mil pesos, en tanto la camioneta de Rutilio se valuaba en más de un millón de pesos. Como el tema de este artículo no es el de validar o revisar la veridicción de una imagen dolosa que bien pudo haber sido hecho circular por los detractores del hoy gobernador electo dejaremos este elemento en paz.
Lo que llama la atención es precisamente el contenido de los discursos en contraste con las acciones, para continuar con el espectro de Chiapas, en los últimos días hemos revisado que en los boletines del nuevo gobernador electo se han incorporado las mismas palabras que AMLO ha usado como tema fundamental de su ideario: austeridad, transparencia, justicia social, entre otras, el caso es que al presidente electo sí le queda usar estas palabras y al gobernador electo no.
Rutilio deberá antes de subirse por completo al tren del pejismo hacer una dura conversión de sus propias palabras y materializarlas en actos, para que le creamos, el nuevo gobernador deberá ser austero, (verdaderamente austero), deberá ser sencillo, y sobre todo deberá romper con los lazos que lo atan al orden del poder abusivo que ya es la antítesis de lo que simbólicamente representa el efecto que lo llevó al triunfo.
No creo que sea muy difícil para alguien que fuera de su discurso se sabe ha venido desde abajo, si los cambios prometidos por AMLO vienen en serio, si la llamada austeridad va a significar algo distinto en la era del pejismo los chiapanecos queremos estar bien representados, ya veremos.
Sin comentarios aún.