Acarreo electoral en Tuxtla/Cuarta y última parte
Pensando en Blanqui y Pamela
Pide permiso allá, para entrar, pues las puertas están cerradas. Son las 19:50 horas. Le facilitan el acceso y ¡en buen momento! pues en una de las casillas, funcionarios y representantes de partidos se enfrentan al dirimir sus opiniones. Discuten sobre qué votos son válidos y cuáles nulos. Se acerca a ellos el supervisor extraoficial, quien aporta dos sugerencias: una, que el voto vale para el recuadro en donde se cruzan las rayas, con independencia de hasta dónde pintan, y dos, que sólo son nulos cuando hay tachados dos o más cuadros de formaciones políticas enfrentadas y, naturalmente, aquellos que tachan toda la boleta.
Se despide aquí sí, de las casillas, aunque de nueva cuenta el Observador observa, al salir del recinto electoral, mucha gente que se aglomera frente a la puerta, rejas y cercas del lugar. Todos miran, de lejos, el quehacer de los funcionarios, e informan que ahí estarán hasta saber los resultados. Se encamina ahora, de acuerdo con su plan, al Consejo Distrital número uno del IEPC, el más cercano, ubicado en la Colonia El Retiro, Brasil 445. Sabe perfectamente que no es aquí a donde llegarán los paquetes electorales de su área de observación, sino los de las secciones de la zona Norte. Que las oficinas hacia donde fluirán, inopinadamente es cierto, es hacia el Distrital Trece, ubicado en el fraccionamiento La Herradura, en el extremo occidental de la ciudad.
Ya está allí y ni un alma. Claro, salvo la raquítica dotación de patrullas, motos y policías, o la ministración completa de funcionarios electorales y computadoras, incluyendo mesas de recepción y retretes plásticos al exterior de la sede distrital. El Observador deambula. Son las 20:40 y ni un solo paquete aún. Sin embargo, ya en la obscuridad, nota algo anormal en la esquina de arriba. Va allá, se acerca y… sobre las tres calles de la retícula, calcula estacionados, más o menos 60 taxis.
Justo en la esquina, bajo la densa obscuridad de un laurel inmenso, los choferes se amotinan junto a una camioneta. Claramente el Observador escucha, voces enojadas que reclaman el pago de sus servicios, de sus viajes, de lo que les prometieron. Hablan de una lista, de “acarreos durante todo el día”, de si les pagarán adicionalmente la espera, el tiempo muerto; pero alguien se crispa y sonoramente el Observador escucha:
—¡Pues no sé qué hagan! ¡Dile a ese hijo de la chingada que venga a pagarnos!
El Observador de marras se mueve lentamente hacia adelante y hacia atrás de la camioneta. Baja la cámara hasta donde se lo permite la correa, y desde ahí toma fotos en automático, aunque el clic de los disparos le delata. Levanta la voz el gentío, le insultan, mientras impertérrito, lentamente, continúa tomando fotografías, ahora hacia quienes le gritan, alejándose… hasta ubicarse de nueva cuenta en la esquina próxima al Distrital. Conversa con alguno de los choferes tumbado en la banqueta, le tiran piedrecillas, sigue el reclamo y le llaman “metido” o “metiche”, mientras se inquietan los dos policías ubicados en este extremo. Se inquietan, cómo no, aunque nada hacen.
Regresa a las mesas de recepción de la media calle. Son las nueve en punto y… entonces llega al sitio, ¡por fin! el primer paquete electoral. Es entonces cuando el fisgón de oficio continúa hasta su auto, a la otra esquina, mete su equipo detrás, da marcha, prende el clima, y entonces sí, a beber agua, a aflojarse el cinturón, a sacar el aire negro y espeso, y los nervios contenidos.
Anticipa el Observador que no habrá reflexiones ni conclusiones, o acaso sugerencias tras este relato. Que ellas podrán imaginarlas, deducirlas, los enterados o interesados en la materia electoral, pues ya el cansancio le agobia. No obstante, camino a su casa aún pasa a la casilla de la hojalatería, la de junto al templo de los anti-ciudadanos —pues no votan los jijos de la inmaculada—, la capilla de los Testigos de Jehová, en donde según observa desde afuera, desde la valla y cercas, el cómputo y registro de los votos aún continúa.
Algo bonito siente en su interior, el Observador, al percatarse de los ciudadanos que, arremolinados frente a la puerta del recinto comicial, todos esperan animados, los números de sus casillas. Ahí reconoce a Benigno y a Martha, antiguos conocidos, más adelante se estaciona, toma el celular, escribe su último “reporte de observación”, y lo remite a sus contactos del uasap y el féisbuc. El texto divulgado es el siguiente:
“3ro y último reporte de mi labor como Observador Electoral sobre las casillas del extremo suroriental de TGZ, independientemente de la Fiesta Nacional que ahora mismo vivimos todos. Este reporte cierra a las 09:30 pm, tan sólo por algún malestar y cierto cansancio.
“1. He observado que votos nulos se debe a votos cruzados y al uso indebido de lapiceros casi invisibles. 2. El conteo ha sido exageradamente lento debido a fallas en capacitación de funcionarios. 3. En las inmediaciones del Distrital 13 del IEPC, colonia El Retiro, observo aprox 60 taxis que exigen pago a su labor de ACARREO. No logro detectar qué partido. Me gritan y amedrentan x tomarles fotos.
“4. Es hasta las 09 pm que llega el 1er paquete. 5. Visito nuevamente 2 casillas. Aún vocean y cuentan, y observo algo notable: hay ciudadanos afuera, esperando el veredicto de las urnas. Misión cumplida, amigos, punto. Cambio y fuera.
Retroalimentación porfas. cruzcoutino@gmail.com
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