Mi voto por Obrador
Este 1° de julio votaré por Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Mucha tinta se ha vertido y seguirá corriendo con respecto a las preferencias electorales. Esta es la mía y quisiera decir algunas razones.
Hay que partir de la realidad que el país está en una profunda crisis, no únicamente económica sino una más extensa, donde parece que se ha perdido el rumbo y la identidad nacional que antes nos vinculaba como parte de un “todo”, un propósito mayor, en lo individual y en lo colectivo. Y desde luego, el elemento de la violencia, que ya campea como una chocante amenaza y se posiciona como uno de los aterradores rostros de un México convulso y desdibujado en su vida social.
En medio de este dramático escenario social, surge la exigencia de cambiar de tajo esta situación que, literalmente, nos tiene hasta la madre. Al menos un amplio sector del país, que observamos asombrados como un pequeño grupo en el poder nos ha saqueado hasta la saciedad y prácticamente se ha burlado de todas las leyes y normas institucionales. Corruptos e impunes, cínicos e inservibles, por decir lo menos, es el legado del PRI y el PAN, los dos únicos partidos que han gobernado el país.
Solo así se entendería la necesidad de cambiar de “sistema”, ese que el politólogo Luis Javier Garrido denominaba como el elemento clave aglutinante de todos los sectores de la élite (empresarios, periodistas, jueces, políticos, instituciones, etc.) en complicidad para no dejar ni servirse del poder. Lo que está en la balanza es la continuidad o no de ese modelo político que ha pauperizado a más de la mitad de la población y diezmado a prácticamente 250 mil mexicanos. Ahora mismo, solo AMLO es el único que encarna tal posibilidad.
AMLO es un político forjado en los movimientos sociales, pero no es exactamente de izquierda, o la que pensamos muchos como una alternativa de tal amplitud. De hecho, su discurso político siempre ha sido de centro y sus propuestas son de una “izquierda conservadora”, él mismo lo es. Más parecido a la socialdemocracia que otra cosa. Lo que sí, es un nacionalista y se nutre de las gestas de los héroes nacionales que forjaron a la nación, como Juárez, Madero y Zapata. Elocuencias y comparaciones hechas por Obrador aparte, la metáfora política de su discurso (o la ”narrativa” como muchos han dicho) viene de ahí (y no de los “rusos”, o “venezolanos” o “cubanos”); figuras nacionales que encararon una lucha sin tregua contra quienes quisieron apoderarse del país en beneficio de una minoría, las élites y los selectos grupos que, a través de la historia se siguen arrogando el derecho de sentirse los dueños.
No soy ingenuo. No pienso que AMLO transformará el país en seis años, es imposible, pero por primera vez en la historia reciente de este país, alguien se atreverá a desmantelar el sistema del PRIAN y tratar de volver la senda democrática e incluyente que la Revolución Mexicana intentó desarrollar. Y sobre todo las cosas: la materialización de la necesidad de que la sociedad civil, el pueblo, sea tomado en cuenta y por fin se organice para construir los forzosos contrapesos para nuestra malgastada democracia. Poder y ciudadanía. Nunca más uno sin la otra.
Es verdad que AMLO no comunica bien sus ideas, abusa de su simpleza y va de un razonamiento a otro, a veces en exceso. Pero todo ello no deja de lado la evidencia de su postulado central que, según yo, es hacer un modelo político donde se entrecruce el nacionalismo, la inclusión ciudadana y la apuesta al mundo globalizado con rostro humano. Humanizar la economía y la política. Por tanto, los infundados temores de privatizaciones y de cierre de empresas son pesadillas salidas de la derecha más recalcitrante temerosa de perder los enormes privilegios que han tenido en casi un siglo.
Ya se ha dicho lo que AMLO involucra en cuanto a pasiones políticas. El más odiado de todos, al mismo tiempo el más querido. Sin medias tintas. No es que Obrador sea un dechado de simpatías, pero es verdad es que ha sido el político más atacado de la historia reciente. Literalmente todo el sistema ha intentado pararlo; le siguen inventando todos los males del país y parte de la desaprobación de mucha gente se debe a esta campaña negra que no cesa. Una pregunta: ¿Por qué tanto encono hacia un personaje político? Por lo menos esto nos debe a poner a sospechar el temible temor que tienen las cúpulas gobernantes a que alguien, un extraño a las élites, gobierne. ¿Qué quieren esconder y solapar? Por sí solo, este hecho debe ser garantía de que las promesas hechas por AMLO para la ciudadanía, y no para unos cuantos como hasta ahora ha sido, serán cumplidas. Por eso el miedo.
El tiempo le ha dado la razón. Un poderoso sector de los empresarios y políticos actualmente violan la ley electoral para tratar de obstaculizar a AMLO su casi inexorable ruta hacia la presidencia, así como la presencia de la “guerra sucia” de parte de partidos políticos y figuras del poder, a todo lo que da, en una desleal competición y llenando de encono -ellos, no AMLO- todo el panorama nacional.
Tienen razón mis amigos/as y colegas militantes de movimientos sociales no partidistas (entre ellos pro-zapatistas y algunos anarquistas) cuando dicen que la política mexicana, tal y como se lleva acabo ahora, ya dio de sí. Es verdad. Hemos dicho en este espacio, que el sistema de partidos ya no interpela a nadie, pero hoy estamos ante la oportunidad de tratar de revertirlo, aunque sea con la misma fórmula que ya no sirve. Por las urnas y con obsoletos discursos es como se tendrá, hoy día, la posibilidad de la transformación. De otra manera, ni siquiera con las muy respetables “otras” y “dignas” formas de hacer política ha disminuido la violencia, ni ha eclipsado la pobreza, tampoco incidido en elevar la calidad de vida para las mayorías. Y de eso se trata el cambio: para todas las clases sociales, para todo el mundo ciudadano de México.
Una tarea monumental, verdaderamente difícil, pero es preciso comenzar, es urgente desmantelar la estructura podrida por la cual se sostiene el sistema político nacional. Están en lo cierto los candidatos del PRI y del PAN en el momento que proclaman lo que hay en juego, la continuidad o ver al futuro. O el país se queda como está, o comenzamos a cambiar. Pero hay algo aún más importante, por primera vez tenemos ante nosotros el chance de echar a andar algo que nos ha querido quitar desde hace tiempo: la esperanza. Eso es más sagrado que cualquier persona y movimiento social.
No comments yet.