El fascismo contemporáneo
La separación de familias migrantes en los Estados Unidos por órdenes directas del Presidente de ese país, Donald Trump, nos llaman la atención sobre la naturaleza del fascismo y su actuar en nuestros días. Desde que asumió la presidencia de su país, y aún, desde los días de campaña, advertíamos en Trump a un personaje con el doble peligro de ser ignorante y fascista. Esa combinación es letal para la democracia y para la paz del mundo. Como ignorante que no tiene idea ni siquiera de la historia de su propio país, el presidente Trump es capaz de decisiones absurdas, que incluso atentan contra su pueblo. Un “ignorantaso” como diríamos en Chiapas, de las proporciones que muestra Trump, llega a afirmar, por ejemplo, que no existe el cambio climático, cuando ya hemos pasado en el mundo por el pleistoceno y otras fases de cambio en la naturaleza. Hoy nos encontramos en pleno antropoceno, lo que para Trump no significa nada, puesto que ignora lo que significa y sus consecuencias. Más todavía, Trump no tiene ni la más remota idea de cuáles son los países que conforman la América Latina y El Caribe y ni siquiera las ciudades capitales de estados en su propio país. Su ignorancia es supina, inconcebible en una persona que ha llegado al puesto de poder más importante del mundo. Es un fascista que no sabe lo que eso significa. Su más reciente decisión de enjaular niños arrebatados a sus padres, incluyendo a “pichitos”, no tiene nombre. Incluso revistas que no son precisamente críticas, como una famosa, han publicado en los propios Estados Unidos, portadas en donde se denuncia este crimen. Los niños llorando ante la insensibilidad fascista de Trump y sus pupilos, son la muestra más desgarradora de hasta donde un ignorante y además, fascista, puede llegar si se le da poder. En Ajijic, el pueblo jalisciense en donde vivo, los mexicanos somos la minoría de habitantes. Es un poblado en donde la mayoría de la población es norteamericana, después siguen los canadienses y luego los mexicanos, uno que otro alemán, suecos y originarios del propio poblado. Conversando con un conocido norteamericano con quien me encontré en un restaurante del lugar, decíamos que es inconcebible el actuar de Trump, a lo que él agregó: “lo más preocupante es que tiene el apoyo de la mitad de los norteamericanos”. Y así es. Eso es lo que más preocupa. ¿Qué pasa en la sociedad norteamericana que el fascismo la invade? ¿Los resultados de los comicios en Italia son la señal de un regreso del fascismo al poder? Trump y los fascistas norteamericanos y europeos van en ascenso y eso es un motivo de alta preocupación. La admiración que ha demostrado Trump por los dictadores, nos hace pensar que trama perpetuarse en el poder, obligando al Congreso a modificar la constitución de su país, para reelegirse cuantas veces pueda. Eso nos llevaría a un desastre mundial. Por lo pronto el doloroso episodio de los niños en jaulas es una muestra de la naturaleza del nuevo fascismo enraizado en el racismo más atroz y de los alcances que posee para sembrar el terror en aras de hacer negocios. La sociedad norteamericana y el mundo en general, aunque suene ingenuo, necesitan una embestida cultural de grandes proporciones, un movimiento mundial de la inteligencia, para evitar que el nuevo fascismo se entronice en el poder. Al fascismo se le vence por donde más le duele: el combate a la ignorancia y el racismo, el aliento a la creatividad humanística, la difusión de la Cultura con mayúsculas, la lucha persistente contra la desigualdad social. Más allá de que es una infamia lo que hizo Trump con los niños hijos de emigrantes, es una señal devastadora de lo que le espera al mundo si personajes como ese siguen ejerciendo el poder desde los centros hegemónicos del planeta. Trump recién declaró que es la prensa la que dramatiza la situación de los niños, denotando con ello su absoluta falta de honorabilidad y de sensibilidad hacia el sufrimiento humano. Un solo niño separado de sus padres es una infamia. No es una cuestión de cuántos sino de una acción que envilece.
Decía Jack Kerouac, uno de los intelectuales integrantes del movimiento “Beatnik” que “Aquellos que son suficientemente locos como para pensar en cambiar al mundo, son los que lo hacen”. Pensemos en ello. Afrontemos con decisión, con inteligencia, con el argumento de la Cultura, el gran combate de nuestro tiempo: evitar el regreso del fascismo y los días terribles que los nazis impusieron al mundo.
Ajijic, Ribera del Lago de Chapala, 24 de junio de 2018.
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