¿Crisis de los partidos hegemónicos? opacidad y parcialidad en el escenario preelectoral 2018 en Chiapas[i]
Por María del Carmen García[ii]
El próximo 1º de julio Chiapas tendrá elecciones federales para renovar el cargo de la Presidencia de la República, de 3 senadores y 13 diputados; y elecciones locales para renovar la gubernatura, el Congreso del Estado (40 diputados) y 125 ayuntamientos. Se espera acudan a votar casi 3.5 millones de electores, de las cuales el 40 por ciento son jóvenes, entre 18-29 años, y 52 por ciento mujeres. Para esta contienda se registraron nueve partidos nacionales (PAN, PRI, PRD, PVEM, MORENA, MV, PES), dos partidos locales, Podemos Mover a Chiapas, y Chiapas Unidos por Chiapas y tres coaliciones: Por México al Frente, Todos por México, y Juntos Haremos Historia.
A diferencia de las elecciones de 2012, incluso de las elecciones intermedias de 2015, en Chiapas el proceso electoral 2017-2018 está marcado por su opacidad y parcialidad. A la ausencia de un proceso de información, socialización y debate en las elecciones locales como un todo articulado, privó la particularidad y el espectáculo mediático y político. Este se posiciona en las confrontaciones internas entre el PVEM y el PRI, partidos que en el plano nacional encabezan la coalición Todos por México. También se ha visibilizado la confrontación desafiante de los dos partidos indicado, pero no sólo de estos, con las instituciones electorales locales, en la que es visible la injerencia del gobernador. En suma, frente a estos desfiguros, que se traducen en la banalidad de los andamiajes institucionales del sistema de representación, tan caros al país, persiste el solapamiento de una praxis de decisiones pragmáticas de poder.
Más allá de estos hechos, en la ciudadanía masificada, pero no sólo en esta, aun priva a pocos días de las elecciones la confusión y el desconocimiento sobre cuestiones básica de dicho proceso. Por ejemplo, en un sondeo que realizamos a ciudadanos de algunas cabeceras distritales, a la pregunta ¿Sabe usted si las coaliciones nacionales van juntas también para las elecciones locales?, las respuestas oscilaron entre no sé, o sí pero no estoy muy seguro (a). A este desconocimiento un tanto parcial, es recurrente que se responda que sólo saben que van a votar por el partido “con el que estoy más allegado (a)”.
Detrás de esta confusión y opacidad mediática y política, visible en la pobreza de las campañas de las candidaturas de las coaliciones de Chiapas al Frente (PAN, PRD y MC), y en menor medida de la coalición “Juntos Haremos Historia” (MORENA, PT, PES), están dos hechos sustantivos para el horizonte de la democracia electoral en Chiapas. Nos referimos a la crisis de los partidos políticos y a la crisis de las coaliciones como un derivado de la primera. Ambas son crisis de cobertura nacional, pero en la entidad chiapaneca tiene su despliegue más genuino, al desvelar lo que no es. Ni los partidos, ni las coaliciones, son lo que la normativa electoral, dicen que son.
El hecho más significado durante esta larga etapa preelectoral es la tensión latente entre el PRI y el PVEM y su alianza, que, junto con el PANAL, monopolizaron el poder político de Chiapas. Con el cobijo de la gubernatura ganada en la elección de 2012, en las elecciones intermediad de 2015, ambos partidos, por la vía unitaria o coaligada, ganaron el 75.5 de los ayuntamientos y, en un porcentaje similar, las diputaciones del Congreso estatal. La crisis de este matrimonio partidista ocupó la centralidad del proceso electoral, minando la atención de las otras coaliciones partidarias y el curso institucional que legitiman dicho proceso. No obstante, debe reconocerse que este conflicto si bien es local, ha sido activado por el “boom AMLO”.
Meses de espectáculo mediático y político, los hechos reales desvelan el rompimiento parcial de una coalición nacional. En palabras del presidente nacional del PVEM, su partido va por Mead, “a pesar de la ruptura de la candidatura de la alianza con el PRI de gobernador”. Aún más, confía ganar en Chiapas 900 mil votos para el PRI”. Si vemos los registros de los candidatos a la gubernatura, tenemos: Albores Gleason es postulado por la coalición Todos por Chiapas formada por los partidos PRI y PANAL; Castellanos Cal y Mayor por la alianza La fuerza que nos Une del partido PVEM y los dos partidos locales; Aguilar Bodegas por los partidos PRD, PAN y Movimiento Ciudadano, coaligados como Chiapas al Frente; y Escandón Cadena por la coalición nacional Juntos Haremos Historia; finalmente el registro de un candidato independiente.
El Boom AMLO media en el rompimiento del PRI y el Partido Verde en Chiapas, no obstante, la fuente de la apuesta del “voto cruzado” para el gobernador y su equipo, incluyendo a la dirigencia local del partido, es una estrategia discursiva coyuntural y subjetiva que apela a la percepción de sus bases sociales.
No lo es para la ciudadanía masificada, los pobres y los precarios, muchos de ellos experredistas y expriistas, que ven la posibilidad de poner freno a partidos, candidatos y gobernantes, que hacen de las elecciones y de la política una fuente de enriquecimiento lícito e ilícito. ¿Quiénes tiene la última palabra? Sin duda la sociedad, pero también la tiene el poder del dinero y su uso con fines de fraude electoral, práctica que es casi regla en la entidad chiapaneca.
[i] Tercera entrega del Balance pre-electoral de Chiapas y México, 2018, elaborado por el Observatorio de las democracias: sur de México y Centroamérica (ODEMCA-CESMECA).
[ii] Investigadora en el Observatorio de las democracias: sur de México y Centroamérica del Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (CESMECA-UNICACH). Correo: mcgarcia2005@yahoo.com.mx
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