¡Hechos, no palabras!

El valor de las palabras parece siempre estar en entredicho. Lógico, pues no cuesta decirlas y tampoco cargan la obligación de las certezas. Sin embargo, nuestra forma de expresión casi siempre es hablada; también escrita o por signos, por supuesto, y todas ellas implican la manera de comunicarnos como seres humanos. Esa universalidad nos inclina a aceptar, dudar o rechazar lo escuchado o leído. Tal vez sea ahí donde el amor y la política encuentren un difícil nexo de unión, aquel que pone por encima de cualquier cosa el valor de los hechos. La canción de Paty Cantú, “Hechos, no palabras” resume esa necesidad de asegurar que la verdad se expresa en hechos:

Si en verdad me amas

Quiero quiero

Hechos no palabras

Lo demás, según la misma canción, es “perder el tiempo”. Escuchar, por casualidad, esta canción me condujo a recordar que esta máxima se había repetido en Chiapas de forma sorprendente, o a lo mejor no tanto.

No piensen que en tiempos electorales estoy hablando a favor o en contra de algún candidato, nada más lejos de la realidad. Sin embargo, hay momentos que el azar nos ubica allá donde no pensábamos y ello me ocurrió con dicha canción, momento que coincidió con la revisión de materiales obtenidos en el Archivo Histórico del Estado de Chiapas que tan dignamente resguarda la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH). Materiales invaluables y que si la institución contara con más apoyos de los que se tienen podrían ampliarse en beneficio de la memoria de Chiapas. Pero me estoy desviando. Decía que por casualidad tropecé con materiales, trabajados en dicho archivo, y que me hicieron rememorar la frase convertida en eslogan político en Chiapas.

Todo el mundo lo tiene muy presente, por cercano en el tiempo, que “¡Hechos, no palabras!” fue la frase del sexenio de Juan Sabines Guerrero; algo nada extraño porque su padre también la utilizó. De hecho el Diario Popular ES! lo dejaba muy claro en una nota, firmada por FAR (Fernando Alegría Ramírez) el 28 de noviembre de 1981. En ella el periodista, de dilatada trayectoria profesional en el estado, lo recalcó al titular su nota donde se comentaba el Informe de Gobierno de Juan Sabines Gutiérrez: “¡Con Juan Sabines sí, Hechos no Palabras!”.

En Chiapas tampoco la frase es privilegio de los Sabines. El anticlerical coronel Victórico Grajales fue loado por su condición de “viril e íntegro revolucionario” y, sobre todo, porque en su gobierno se destacaban los “hechos” por encima de las “palabras”, tal como fue publicado en el periódico La Verdaddurante el año 1935.

Como muchos de ustedes sabrán esta máxima no es un invento local. El Acta, non verbao el res non verbason unos dichos latinos, aunque seguramente con precedentes griegos,  prolongados hasta la actualidad porque remarcan una de las condiciones de los seres humanos, aquella donde el mucho decir, el parloteo, el engaño de la palabra no necesariamente tiene como consecuencia la coherencia con los actos de los seres humanos. Como tales, ya sea en nuestra condición de individuos o como miembros de una sociedad, apreciamos los hechos porque la propia condición de humanos conduce a dudar de las palabras. Y ello ocurre en el amor, en la política o en cualquier otro aspecto del vivir en sociedad.

El mundo cambia muy rápido en algunos aspectos tecnológicos, pero como bien sabemos las preocupaciones como seres humanos se repiten y prolongan en el tiempo. La sentencia “Hechos, no palabras” así lo demuestra, a veces con una lastimosa insistencia en la vida pública.

 

 

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