Candidatos independientes a la Presidencia de México: ¿un simulacro?
Las últimas semanas han estado marcadas por los comentarios favorables o contarios a los mensajes enviados por los candidatos a la Presidencia de la República, así como al formato adoptado para el primer debate entre ellos. A partir de ahora la digestión de tanto discurso político será constante y lo recibiremos como un bombardeo de promesas, muchas de ellas difíciles de cumplir. Pero dejando a un lado ese hecho, que será motivo de discusiones repetitivas desde todos los medios de comunicación, es el momento de repensar la forma en que ciertos candidatos independientes han podido acceder a una contienda que, hasta ahora, había sido monopolio de los partidos políticos, incluso con el dominio de uno de ellos, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), durante 70 años.
Para quienes deseamos una participación ciudadana mayor en las acciones políticas y en el seguimiento y supervisión de la aplicación de las mismas, esas candidaturas independientes deberían considerarse un éxito, no cabe la menor duda. Sin embargo, hurgando un poco en la superficie, y sin siquiera introducirnos en la legislación que ha hecho posible que existan, lo evidente es tanto Margarita Ester Zavala Gómez del Campo y Jaime Heliodoro Rodríguez Calderón (“El Bronco”) no son, precisamente, unos aspirantes surgidos del apoyo popular. La abogada Zavala, con participación política conocida en el Congreso de la Unión y también primera dama, al ser la esposa de Felipe Calderón Hinojosa, es conocida por ello por encima de cualquier tipo de actividad ciudadana de amplio impulso.
En el caso del ingeniero agrónomo apodado “El Bronco” también cuenta con una carrera política como diputado en el Congreso de la Unión por el PRI, presidente municipal de García (Nuevo León), así como gobernador, el primero como candidato independiente, de su estado natal.
No interesa aquí visitar ni su curriculum, ni realizar un recuento de merecimientos y logros políticos, por el contrario se desea resaltar que en ambos casos han contado con respaldos institucionales previos, ligados al ejercicio del poder del Estado y, como es de todos conocido, cuando ello ocurre la cercanía con los acaudalados del país es notoria, por muchas negaciones realizadas por los involucrados. Ello ha significado que tanto Margarita Zavala, como “El Bronco”, lograran cubrir los nada sencillos requisitos para obtener su postulación, hecho no alcanzado por otros candidatos independientes.
Es por ello que las loables candidaturas no dependientes de los partidos políticos, y que tantas sorpresas positivas han dado en ciertos lugares del país, se convierten en el caso de las aquí mencionadas como el resultado del mismo poder, aunque no lleven ninguna sigla de partido político. Así, estos aspirantes a ocupar la máxima representación de México son independientes formalmente, pero en ningún caso su postulación está vinculada con movimientos ciudadanos, populares o como los deseemos denominar, sino que surgen desde las propias entrañas de los círculos del poder nacionales.
Seguramente será difícil que alguno de ellos consiga obtener su objetivo, pero esa participación en la contienda electoral debe abrir la reflexión sobre si lo observado con ellos no representa una cortina más de humo, un simulacro teñido de objetivos nada populares, alejados de la mayoría de ciudadanos. Las representaciones de la comedia democrática tienen estas y otras muchas actuaciones, nos quedará seguir viéndolas y participar de ellas, o presionar para que los candados y casi incumplibles requisitos para ser candidato independiente desaparezcan.
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