Rutilio Escandón, en su nicho de cristal
Iniciada apenas la campaña al gobierno del estado, Rutilio Escandón Cadenas se siente ganador absoluto. No quiere que nada lo perturbe. Se pasa las horas contemplando encuestas, soñando en lo que será su administración, en la modorra absoluta.
Ayer tuvo que salir de su caja de cristal para aventarse una gira maratónica al lado de Andrés Manuel López Obrador que empezó a las diez de la mañana en Palenque, continuó por la tarde en Ocosingo y concluyó, con rechifla para él y los candidatos a senadores, Eduardo Ramírez Aguilar y Sasil de León Villard, en San Cristóbal de Las Casas.
Rutilio no está para esos trotes. Él concibe y practica la política desde la tranquilidad de su cama o de sus oficinas, con aire acondicionado, y unas tasas de café. No quiere “aflojarse en terracería”, como lo hace el Peje, que es un hombre que sueña y camina, y que proyecta y escucha a las mujeres de pueblo en pueblo.
Esos aires triunfales e imperiales ha traído como consecuencia un equipo desorganizado que no sabe hacia dónde dirigirse, ni cómo encausar el voto, ni mucho menos cómo controlar al PRI-Verde en el estado con los votantes más volátiles del país.
Rutilio Escandón se atiene a dos factores que juzga decisivos para su triunfo: la marea desatada de votantes en favor de López Obrador y la operación en tierra que pueda desarrollar el gobernador Manuel Velasco Coello. Permanece imperturbable en su nicho de cristal, aún con las rechiflas, arrancando las hojas del calendario que marquen su asunción al poder.
De continuar en esa exaltación que nubla su visión de la realidad, el candidato de Morena tendrá muy malos resultados el próximo 7 de julio. No es ninguna garantía su triunfo, aún cuando gane AMLO y el gobernador le acerque miles de votos. Manuel Velasco está presionado por el PRI y el Verde, de ahí la publicitada foto que se tomó ayer con José Antonio Meade, para desmentir a su abuelo, quien horas antes había afirmado que su nieto, el gobernador de Chiapas, estaba con Morena.
Rutilio Escandón es una decepción para los seguidores de AMLO, por tibio, aburrido, superficial y previsible, por eso el propio candidato presidencial pidió que se apoye a sus candidatos para “tener cayuco completo”, aunque “no tengan muy buena fama”, porque “yo no les voy a mochar la mano, yo les voy a hacer manicure”. Aún así, los seguidores del Peje se resisten a apoyar a los nuevos morenos.
Se palpa en Morena recelos por todos lados. De los viejos morenistas que se sienten con derecho a dirigir el partido en la entidad; de los empleados de Rutilio Escandón y de los neomorenistas que llegaron en la oleada de rebeldes del Verde.
El problema es que el exmagistrado presidente en lugar de limar esas asperezas se ha encargado de exaltar la diferencias y alimentar las confrontaciones. Un partido tan dividido difícilmente alcanzará la meta de convertirlo en gobernador, no obstante que las encuestas —inútiles para el caso de Chiapas— lo ubiquen como puntero en el tránsito a Palacio de Gobierno.
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