México sin el PRI; la construcción de una nueva democracia
Depende de la óptica con la que se vea; hay dos ganadores en el pasado debate presidencial. Es Ricardo Anaya porque fue el más elocuente y ello mejorará la tendencia de votos a su favor por lo que pondrá en aprietos al puntero de las encuestas. Es Andrés Manuel López Obrador porque fue vapuleado; ello comprueba que, por ser el líder de las encuestas, todos se irían en su contra. Nada extraordinario; esos ataques ya se esperaban.
En lo que hay consenso -salvo que se le pregunte a un priista- es que el gran perdedor del debate es José Antonio Meade Kuribreña y por consecuencia, el PRI.
Su candidato no despuntó como tenía que hacerlo en esta oportunidad; se vio gris y con ello, la presidencia nacional está perdida para el PRI y en esas condiciones, lo único que tiene asegurado el otrora partido hegemónico es el tercer lugar.
Pero el sepulturero del PRI no será Meade Kuribreña; será Enrique Peña Nieto y su tolerancia a la corrupción de gobernadores, funcionarios y de la alta burocracia.
Es Peña Nieto el culpable directo también por la “Casa Blanca”, la casa de Malinalco de Luis Videgaray, la opacidad en el tema de la constructora Odebrecht, el “socavón” y la “Estafa Maestra” por citar los casos de corrupción más emblemáticos de su administración. Ello sin contar la contar la pobreza y la violencia que se vive diariamente en casi todo el país.
Es decir; Peña Nieto sepulta al PRI debido a una estela de corrupción que la sociedad ya no soporta y debido además a una vasta impunidad que se combina con la violencia y una desigualdad que se ahonda. Todo ello ha divido a la sociedad mexicana.
En sí; no son las campañas políticas lo que dividen a los mexicanos. Ese es el momento -últimamente- en que se demuestra más la división nacional. Pero esta división tiene su origen en la desigualdad. Un lastre que la clase política nacional no puede desaparecer.
Unos quieren que continúe el statu quo político y económico y otros; ya no aguantan la desigualdad. Es ahí en donde comienzan las diferencias políticas entre los mexicanos y que se expresa en la “guerra sucia” electoral.
No se trata de una regresión a añejos modelos económicos políticos, contra la modernidad. Se trata de que el bienestar en las actuales condiciones del país y con esta clase política, no alcanzó para todos.
Hoy así estamos; los que quieren que sobreviva el PRI, y los que vemos -porque me incluyo aquí- que el otrora partido hegemónico es el principal lastre para un necesario y urgente cambio en la cultura política nacional.
En ese sentido, ante las elecciones de este 2018 y el tercer lugar del candidato José Antonio Meade; no hay más de que dos escenarios; o el PRI termina de hundirse en el tercer lugar, o da un golpe de timón y usa todos los medios legales e ilegales para impedir el triunfo de AMLO o en su caso de Ricardo Anaya; puesto que el candidato del PAN, es el único que puede competirle al tabasqueño.
No parece que exista otra opción para el PRI que tejer -como ya algunos medios reportan que está haciendo- alianzas para una “elección de estado”. Es complicado, pero no imposible.
Necesitan carretadas de dinero; ¿eso es problema para ellos?, pero además la concurrencia del INE, del TRIFE, de la FEPADE, de los gobernadores, de la Procuraduría y hasta de la Corte de la Nación para torcer las leyes.
Requieren acordar también con los poderes fácticos, es decir los empresarios, los líderes de opinión para fomentar una campaña del miedo y también el control de dos instituciones importantes; el ejército y la Marina para garantizar la paz social a costa de lo que sea.
La pregunta es si en estos momentos y ante la indignación de la sociedad mexicana y el pánico de perder el poder; está roto o vivo el tejido de complicidades de la clase priista nacional.
Esto considerando además el tiempo que queda de la campaña electoral y el coraje de los ciudadanos que rechazan ser gobernados por las siglas del otrora poderoso partido político. Ante la indignación nacional; en caso de querer descarrillar las elecciones del 2018, el PRI se encontrará con una ciudadanía ya no indignada, sino furiosa.
En ese escenario, es posible que solo quede la alianza de facto entre el PRI y el PAN. El problema aquí es saber quién sería el abanderado de esa alianza hipotética.
Por lugar en las encuestas, le correspondería a Ricardo Anaya. Sin embargo, ¿el PRI estaría dispuesto a permitir que no sea José Antonio Meade el abanderado de esa alianza?. Tendrían que desplazar a Anaya de la forma más rápida para imponer a Meade. En ese caso, para apoyar a Meade, las bases panistas tendrían con su voto, la última palabra en las urnas.
De igual forma; Viendo el rechazo ciudadano al PRI ¿Anaya estaría dispuesto a pactar con el PRI?. ¿Perdería o ganaría más votos?.
Solos José Antonio Meade y el PRI no pueden ganar la presidencia y el tiempo se les acaba. Por ello, el futuro no pinta bien para este histórico instituto político.
El camino del PRI ante la extinción como partido de masas sería conservar las prerrogativas y para varios de sus líderes, “saltar” hacia otro partido político. Las dos cosas parecen inevitables ante el escenario del derrumbe electoral con José Antonio Meade.
Como también parece inevitable que con MORENA en la presidencia, se intente devorar al PRI. Entre otras cosas por sus cuadros y porque las bases del PAN -el otro partido grande que quedaría- tienen menos afinidad ideológica con los priistas. En resumidas cuentas, el PRI, va en camino a ser como lo que es ahora el PRD, un partido que se enjuta.
Pero con todo, si MORENA no quiere decepcionar a la ciudadanía, debe de tener cuidado en no reciclar los “modos y las formas” del PRI. Por ello, un México sin el PRI, necesita desarrollar una nueva cultura política.
Enumero algunos puntos que serían decisivos para una nueva cultura política mexicana sin el PRI:
- Cortar la relación Partidos Políticos con el estado mexicano o con quienes lo dirigen. Con un presidente que respete a las instituciones electorales.
- Democratizar los mecanismos de elección de los candidatos. Es decir; Dejar atrás las imposiciones, con ello se evitan “la cargada” y los “acarreos” y por lo tanto el uso faccioso de los programas sociales.
- Hacer que el servicio público y nuestros dirigentes políticos respondan a la meritocracia.
- Ciudadanizar el voto. Abrir el debate ciudadano sobre la idea de hacer público o abierto el voto. En una primera etapa, quien quiera debería pedir voto abierto, quien no quiera; podría votar como hoy se hace, privadamente. Pero inevitablemente comenzar a promover el voto público.
- Acabar con los cacicazgos. Con los políticos que impulsan la carrera política de miembros de su grupo político, sus hijos o de sus esposas para ocupar el cargo inmediatamente -así sea elecciones de por medio- como sucede en Coahuila con los hermanos Moreira, en Puebla con Moreno Valle y su esposa, en Veracruz con los Yunes y en numerosas alcaldías. Que los partidos creen una especie de códigos de conducta y que el INE sea el garante de que así sea.
Dicen las dos clásicas referencias políticas mexicanas: “la forma es el fondo” y “un político pobre, es un pobre político”. Un México sin el PRI sería el escenario más cercano a lo que muchos mexicanos han pedido y luchado por que se cumpla: una cultura política que deje atrás la corrupción y la impunidad y políticos que no piensen en su bolsillo, sino en el bien común.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
ES BUEN MENSAJE ANALITICO POLITCO, PERO NO SE DEBE PERMITIT ESTE TIPO DE EJERCICIOS POLITICOS (DEBATE), O CIRCO TELEVISIVO, QUE EN NADA BENEFICIAN A LOS GOBERNADOS, SE DEBE DE EXIJIR QUE SE DEDIQUEN A MENCIONAR COMO VAN A SACAR ADELANTE AL PAIS AL PUEBLO A LA JUVENTUD A AL NIÑEZ SE LES OLVIDA ESO QUE ES LO MAS IMPORTANTE NO LOS DIMES Y DIRETES DE LAVADEROS; DEBEN DECIR QUE SOLUCION TIENE EL PROBLEMA YA QUE NADA MAS PIENSAN EN ELLOS Y SUS MEDIOCRES PARTIDOS POLITICOS QUE ESTAN LLENOS DE DESIGUALDAD, Y SOBERBIA Y SIN DIGNIDAD.