ERA, Sasil y las razones de AMLO
La postulación de Eduardo Ramírez Aguilar y Sasil de León Villard como aspirantes a la Senaduría de la República por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), es producto de una alianza táctica entre Andrés Manuel López Obrador, el gobernador Manuel Velasco y uno de los grupos de poder más fuertes de Chiapas.
El cálculo es que Ramírez le daría a AMLO un alto número de votos a través de las estructuras clientelares que generó durante su paso por el gobierno chiapaneco como secretario de Gobierno y como receptor de los sufragios de los beneficiarios de los programas asistencialistas que opera el gobierno estatal. La estructura partidista de Morena en la entidad no es lo suficientemente sólida para garantizarle un apoyo de la dimensión que requiere la contienda presidencial; por ello, jugará un papel complementario que podría verse reflejado también en la asignación de candidaturas importantes a alcaldías.
Respecto a Sasil, las razones de su postulación obedecen en general a los acuerdos de Morena con la dirigencia nacional de Encuentro Social (PES), partido integrante de la coalición Juntos Haremos Historia cuyo franquiciatario en Chiapas es la familia De León Villard, dirigido por Kalyanamaya; en lo particular, el pacto con este grupo político-económico que se ha encumbrado en el gobierno de Velasco por sus negocios desde el poder, garantizaría recursos para el financiamiento de las campañas de los candidatos de Morena y el apoyo de un sector de jóvenes movilizados y controlados por las redes proselitistas del PES.
La alianza con Velasco y con los De León Villard, no sólo beneficiaría a Andrés Manuel en su tercer intento por alcanzar la Presidencia de la República, sino supondría también el respaldo para el candidato a gobernador de Morena, Rutilio Escandón Cadenas, con lo que se amplían sus probabilidades de triunfo al fortalecer el arrastre del fenómeno AMLO a nivel nacional que las encuestas ya lo colocan 18 puntos arriba del segundo lugar.
El pragmatismo de López Obrador en Chiapas, sin embargo, no gustó a muchos y seguro que pagará costos en cierto sector de la población que no ve con buenos ojos la incrustación en Morena de personajes ligados al cuestionado gobierno de Manuel Velasco. La apuesta ya está echada y sin duda tiene contemplada la resta en votos que ello significa, pero quizá esa alianza haya sido la mejor forma en este momento de que Morena pueda pelear sufragios en ese segmento de población donde el convencimiento ciudadano no se consigue –al menos no predominantemente– con ideas políticas o propuestas sino con incentivos materiales.
En este sentido, una parte importante de la disputa por el poder en Chiapas –tanto a nivel nacional como estatal– se librará en la “zona gris” de la operación gubernamental subterránea a través de la manipulación política de los programas sociales. El PRI tratará de ganar adeptos usando los apoyos de matriz federal (por eso el gobierno de Enrique Peña, a raíz de la fractura con Velasco cambió a los delegados de dependencias clave en Chiapas) y el gobierno local hará lo propio con aquellos que dependen del presupuesto estatal.
Los procesos de cambio de régimen siempre tienen sus lados opacos, sobre todo en un sistema político tan viciado como el de México. Es ilusorio pensar en un cambio puro, sin contaminación, porque los viejos grupos de poder también buscan reacomodarse frente al nuevo escenario que se avecina. Lo importante es ubicarlos, señalarlos y sancionarlos con las armas de la sociedad civil, para que la transformación que se promete no se convierta en más de lo mismo, en una simulación.
Lo que yo creo es que Lopez Obrador quiere proteger a Velasco Coello, por eso aceptó que ERA, Sasil y otros del Verde ecologista se incrustaran en Morena en las cámaras. Hay grupos en comunidades que se están organizando para no votar por candidatos de Morena ante esta imposición, dicen que prefieren votar por el PAN
Sasil de León y Eduardo Ramírez dos zánganos del erario. Ni un voto par ellos