El Bronco, ¿fracasaron las instituciones mexicanas?
Se quedó fuera de la competencia electoral por la presidencia de México quien de manera independiente logró juntar firmas ciudadanas verdaderas, pero insuficientes. Va a la competencia electoral quien no juntó firmas verdaderas, además no fueron suficientes y por si fuera poco; fue acusado de tramposo. “Marichuy” fuera y “El Bronco” sí competirá.
Es como si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación avalara a “ciudadanos fantasmas” y no cuidara el derecho de las personas “de carne y hueso” a ejercer el voto. Una total aberración de nuestras autoridades que fiscalizarán las elecciones por venir. Pero, sobre todo; esto también es una decisión que socava la ya de por si mermada confianza ciudadana en nuestras instituciones.
Las instituciones se construyen con el tiempo. Por decirlo así; son entes jurídicos respaldados por el presupuesto público y controladas por el estado-nación. Por eso deben de estar al servicio de los intereses de los ciudadanos, aún y cuando algunas de estas instituciones, no tengan titulares emanados de las consultas populares, es decir; de las elecciones.
En México vivimos en una democracia, no consolidada; pero democracia al fin. Y ello implica tener instituciones al servicio del bien común. Sin embargo, la democracia y nuestras instituciones, a la inmensa mayoría de los mexicanos; nos han decepcionado porque no gozamos de un efectivo estado de derecho.
El respeto a los derechos humanos, la vigencia del Estado de derecho, el acceso a la justicia y la paz son solo sueños para los mexicanos. Nuestra realidad es de cuatro condiciones negativas que han contribuido a que le perdamos la confianza a nuestras instituciones; a) la violencia que no se detiene, b) la corrupción, c) la impunidad y d) la desigualdad.
Ni sueños -con las condiciones actuales- que ese entorno mexicano cambie; también por varios motivos. Por ejemplo; si tenemos corrupción, impunidad, violencia, desigualdad y pobreza; por lo menos se requiere un gasto público más racional, progresivo y transparente. Pero la realidad es que no lo tenemos.
Además, nuestra democracia sufre de la demagogia cuando de construir discursos políticos se trata. Prácticamente no se puede distinguir un espectro político entre los candidatos. Todos -de distinta forma- pero prometen lo mismo. En ese sentido, todos son populistas y en la lucha electoral, lo único que han dejado a los mexicanos, es la polarización social.
Pero, ¿qué pasa cuando un político “ya es gobierno”, se hace cargo de nuestras instituciones y tiene que cumplir -en teoría- lo que prometió?
A pesar de que ese político puede omitir acciones o equivocarse y ello tener consecuencias negativas para la comunidad que lo elige; en México, prácticamente no hay forma de que dicho político sea penalizado. La condena es moral y socava su reputación como funcionario o político; pero de ninguna manera esa condena es un obstáculo para la continuidad de su carrera política.
Los errores, los abusos, las omisiones son olvidados y las causas de ello no se cuestionan. Por esa razón, nuestros políticos son impunes; van de error en error, de omisión en omisión y al final del día lo que les espera es la impunidad.
En contraparte, a los ciudadanos nos queda la desconfianza en las instituciones y eso, es lo particularmente grave; como lo es también la corrupción y la impunidad.
¿Quién o qué nos garantiza a los mexicanos que no se volverá a repetir en las próximas elecciones la historia de “El Bronco”?
Este socavamiento de nuestras instituciones será el legado del Presidente Enrique Peña Nieto; quien en consecuencia, siente -José Antonio Meade lo resiente- el repudio a su gobierno, investidura y partido político.
Pero como Peña Nieto encarna como nadie en este país, el repudio a la política, los políticos y las instituciones; su partido político está en riesgo. Ese riesgo es el de la desaparición total como una institución política. El PRI se muere poco a poco y esa es una consecuencia de la desconfianza ciudadana.
Pero, no son las instituciones el problema en México. En realidad -a pesar del PRI- son la solución a varios de nuestros problemas. El meollo del asunto, es que quienes las dirigen; las utilizan en su beneficio, torciendo la ley, omitiéndola y ejerciendo a su antojo los recursos públicos. El PRI, sobre todo el de los políticos del sexenio que corre, son quienes de manera evidente han socavado más que nadie a nuestras instituciones.
Con el caso de “El Bronco”, no fue la institución -es decir el INE- la que presentó firmas apócrifas; fue el aspirante a candidato. Como tampoco el TRIFE fue quien avaló la trampa. Los que lo hicieron, fueron los magistrados electorales. No es la institución lo que está mal, porque sus propósitos están plasmados en las leyes. Los que están mal son quienes interpretan esas leyes.
La coyuntura política actual nos dice que el PRI está muerto electoralmente hablando; que lo más probable es que no salga de ese tercer lugar electoral y que solamente Ricardo Anaya y el frente del PAN y el PRD podrían arrebatarle el triunfo a MORENA y Andrés Manuel López Obrador.
El tabasqueño en su probable presidencia tendrá como un reto prioritario, asegurar la gobernabilidad del país y garantizarles a los inversionistas que no habrá cambios macroeconómicos para que la inversión extranjera fluya.
Si Ricardo Anaya es el presidente, también su reto inicial será asegurar la gobernabilidad. El PRI por su parte, se tendrá que dedicar a sobrevivir y encontrar una fórmula política -¿la habrá?- para recuperar la confianza ciudadana.
Más allá de acusaciones de mesianismos a los candidatos, de acusarlos también de ser poco proclives a sostener acuerdos y que Anaya o López Obrador están obsesionados por el poder; los candidatos con las probabilidades de ganar deben de reconocer que los mexicanos estamos -con la desconfianza a nuestras instituciones- negándonos a aceptar a la ilegalidad como algo que es parte de nuestra vida diaria.
El PRI ya lo sabe. Recibirá el castigo de las urnas y continuará muriéndose poco a poco. Nos quedan las instituciones para fortalecerlas.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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