Definición de orgía

La fiesta de Chilo. Foto: Cortesía

“¡Al origen, ve al origen!”, dice tío Chilo, cuando menciona la palabra orgía. Yo, al consultar el diccionario de la Real, hallé: “Orgía: Festín en que se come y bebe inmoderadamente y se cometen otros excesos”. Comprendí que “otros excesos” significa desenfreno sexual.  De hecho, cuando escucho tal palabra, de inmediato me llegan imágenes de bacanales romanas donde hay una multitud de mujeres y hombres que juegan de manera disipada. ¡Juegan!

Y el tío Chilo recomienda buscar el origen de la palabra, porque cada año envía invitaciones a amigos de la casa para celebrar con una “orgía” su cumpleaños número tal. Cuando los invitados reciben tal mensaje, las mujeres pegan el grito en el cielo y los hombres ¡también! Las primeras de coraje (¡Cómo se atreve a invitarnos a sus cochinadas!) y los segundos de gusto (¡Va a estar buenísimo el guateque!).

¡Al origen!, dice el tío, y explica que, en el principio, la palabra orgía se aplicaba al entusiasmo religioso en que agricultores alcanzaban un trance místico; es decir, era todo un ritual que potenciaba las capacidades espirituales, ¡nada que ver con el concepto actual!

El tío sigue enviando la misma invitación. El año pasado cumplió ochenta y cuatro. Su cuerpo físico ha disminuido, ahora ya usa lentes para leer y un bastón para caminar, pero (dice él) su espíritu se ha fortalecido y, gran parte de este logro, se debe a las orgías anuales que realiza en su casa y donde comparte el gusto por la vida con sus amigos y familiares cercanos. En la orgía del año pasado hubo marimba, un mago que hizo aparecer conejos en chisteras, un payaso, baile, comida (los meseros sirvieron una chanfaina deliciosa. La chanfaina es un guiso preparado con vísceras de borrego), botanas (chicharrón, frijoles refritos, guacamole, chile al pastor y tostadas de manteca), agua de chía, refrescos y tequila.

El tío sostiene que en el latín medieval, la palabra orgía se usaba como sinónimo de los misterios de la fe cristiana. Por esto, siempre repite que él hace orgías en su sentido original, un guateque donde el espíritu se regodea en el río limpio de la vida.

Quienes ya entendieron el concepto, quienes (invitados) han disfrutado el convivio ofrecido por tío Chilo, al día siguiente, muy orgullosos y satisfechos, cuentan a medio mundo en el café que estuvieron en la orgía que se dio en casa del tío y que “este año estuvo mejor que el anterior”. No falta el que (ignorante del principio) se sorprende y pone cara de tuza enchilada (en el  fondo, lo sabemos, quisiera ser partícipe de tal ágape, porque son más los que se dan golpes de pecho, que los que alimentan su alma).

Yo sigo alimentando mi imaginación con pinturas donde las muchachas bonitas bailan para mí la danza de los siete velos y la danza del vientre, lo hacen para alimentar mi cuerpo y mi espíritu, para reafirmar que la vida, después de todo, es un exceso, un exceso de luz ambarina, donde lo único torcido es la retorcida mente del perverso que desconoce el uso original de la palabra orgía.

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