Chiapas: entre la fragmentación política y más de lo mismo
Prácticamente están definidos los candidatos por los que habrán de elegir los chiapanecos quien desean sea su próximo gobernador; el jefe del ejecutivo estatal que habrá de sustituir a Manuel Velasco Coello. Hay, sin embargo, algunas particularidades del proceso electoral chiapaneco que conviene apuntar como ejercicio para la reflexión.
En primer lugar, se trata de elecciones concurrentes, es decir, que igualmente habrán de elegirse diputados a la legislatura estatal y, también, poco más de 100 alcaldes de los municipios que integran la entidad. Por supuesto, también está la elección a la presidencia de la República, la cual ha contaminado el proceso electoral local. La vieja tradición política priísta que retornó con Peña Nieto tuvo sus consecuencias en Chiapas con la imposición de Roberto Albores Gleason.
En honor a la verdad, del candidato del PRI no parece existir mayor mérito que el de ser hijo de un ex-gobernador y haber tenido las relaciones adecuadas para alinear su candidatura a los intereses del presidente y el candidato presidencial del tricolor, por la vía del jefe de campaña de este último, Aurelio Nuño. Albores Gleason, ha sido diputado federal y actualmente senador, posición desde la cual se proyecta ahora a fin de alcanzar el ejecutivo estatal. También, cuenta dentro de su currículum el haber sido secretario en la administración pública estatal, particularmente en el ramo de turismo. Con cerca de 40 años, se trata de un joven político que ha sido impuesto y materializa la vieja tradición política del PRI, tomar las decisiones desde el centro de la república.
En efecto, la precandidatura de Albores Gleason colisionó de frente con el exlíder del Congreso local y militante del Partido Verde, Eduardo Ramírez Aguilar. La carta fuerte del actual gobernador, trató infructuosamente de conquistar la candidatura de la alianza PRI-Partido Verde y garantizar la continuidad del proyecto político de Manuel Velasco, pero la suerte les dijo niguas. Ramírez Aguilar quedó en el fuego cruzado entre los intereses del gobernador actual y las fuerzas políticas del PRI que se impusieron desde el centro de la república. La magnitud de la crisis derivada de los conflictos por la candidatura de la alianza provocó que ERA no sólo fuera descarrilado de la ansiada candidatura sino que, además, fuese descalificado por los propios dirigentes nacionales de su partido, mientras busca migrar hacia Morena en donde, según se dice, le ofrecen una candidatura a diputado para el Congreso de la Unión.
Albores Gleason, ha dicho que le parece vergonzosa la pobreza existente en la entidad, pero lo que más desearíamos los chiapanecos es saber qué hará no sólo para combatirla sino, además, cómo va a proceder contra aquellos que han desviado los recursos para esos fines. En los últimos años, Chiapas ha sido uno de los estados de la república que más recursos ha obtenido con el propósito de abatir los rezagos sociales y la pobreza que experimenta más del 80% de los chiapanecos. ¿A dónde fueron a parar todos esos recursos? Valdría la pena que el candidato hiciera un posicionamiento al respecto.
Por el lado de la alianza PAN-PRD, el candidato es el ex-alcalde de Tapachula, José Antonio Aguilar Bodegas, después de haber renunciado al PRI tras una larga trayectoria política en ese partido. Dirigente del sector campesino del PRI, diputado local y federal, así como senador de la república, Aguilar Bodegas fue inicialmente impulsado por el propio gobernador, Manuel Velasco, como una de sus cartas a sucederlo en el cargo, pero encontraron fuerte oposición al interior del PRI, principalmente del grupo de Juan Sabines Guerrero, quienes todavía amenazan con inculpar a Bodegas del desvío de recursos públicos entre los años 2013-2015.
Con cerca de 70 años, Aguilar Bodegas saca el resto en la última oportunidad que le brinda su vida política de llegar a ser gobernador, como desde hace algún tiempo ha venido anhelando. En 2006 compitió para el mismo cargo siendo candidato del PRI, pero fue derrotado por Sabines Guerrero. Sin lugar a dudas, su renuncia al PRI abre un panorama complicado para ese partido; peor aún, el candidato del PRI tendrá que hacerse cargo no sólo de las divisiones internas sino, además, del lastre que deja el propio gobierno del presidente Peña Nieto.
El candidato de Morena, PT y PES, Rutilio Escandón, viene de una más o menos larga trayectoria dentro del perredismo y, también, de una cierta experiencia burocrática. Sus discursos parecen una mala copia de lo que diario postula López Obrador; lo cual lo hace ver como un candidato ayuno de ideas propias. Se ha desempeñado sobre todo en la administración pública estatal y federal, y en el ámbito judicial. También, ha sido diputado y senador de la república.
Rutilio Escandón, en su cargo de presidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado ha sido pieza clave en la instrumentación del nuevo sistema de justicia penal, pero su paso por el ámbito judicial siembra más dudas que certezas si tomamos en cuenta el incremento de delitos en Chiapas, como los feminicidios, por ejemplo. Lo más preocupante es la violencia latente en los planos locales derivados de conflictos políticos, en donde la autoridad judicial o bien ha sido omisa, o acaso incapaz de hacer justicia. Mientras tanto, en varios puntos de la entidad se acumulan casos de violación a los derechos humanos.
Y, sin embargo, el ahora candidato de Morena tiene posibilidades de ganar debido a tres factores: las divisiones internas del PRI y el descrédito por corrupción que arrastra el presidente Peña Nieto; el desgaste del gobierno de Manuel Velasco y el arrastre que la propia candidatura del propio Andrés Manuel López Obrador puede tener en las elecciones locales.
Con todo, ninguno de los tres principales candidatos ofrece algún tipo de propuesta novedosa que pueda atraer a la ciudadanía, pero sobre estos habrá de decantarse el próximo proceso electoral y los chiapanecos no tendrán más que decidir entre una de las tres variantes de la misma sopa: políticos cuya matriz deviene de la más profunda tradición priísta.
Lo más sorprendente y trágico al mismo tiempo, es que la sociedad civil prácticamente no aparezca en el escenario, cuando lo político es demasiado importante como para dejarlo en manos de quienes sin escrúpulo alguno simplemente se sirven de los cargos públicos. Esto puede deberse a varias razones: la debilidad de la sociedad civil para fijar una agenda que comprometa a los que aspiran a algún cargo público; a su abierto desprecio por los procesos electorales o la indiferencia. En ningún sentido esta resulta una buena noticia para el futuro de los chiapanecos.
Yo solo espero que gane AMLO para la presidencia, que tengamos la visión de ser diversos y ni todo PRI, ni todo MORENA, votar por los candidatos más capaces. Albores en Chiapas la mejor opción. AMLO en la presidencia. No podemos permitir gente como Rutilio en Chiapas.