Ciberacoso

Además de las formas convencionales de violencia contra las mujeres, la expansión en el uso de las tecnologías de la información ha dado lugar a nuevas formas de agresión, vigilancia y violencia hacia ellas. A esta modalidad que incluye el robo de identidad, la difusión de información privada, las comunicaciones no solicitadas con contenido sexual y las amenazas, entre otras, se le ha dado el nombre de ciberacoso.
De acuerdo al Módulo de Ciberacoso (Mociba) de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las TIC en Hogares (Endutih) 2015 realizada por el INEGI, define este tipo de violencia como la invasión reiterada de la intimidad de la víctima mediante el uso de tecnología, con acciones que pueden incluir pero no limitarse a las amenazas, falsas acusaciones, robo de identidad, vigilancia y daños al equipo de la víctima, entre otras cosas.
En términos generales, el módulo de Ciberacoso de 2015 (Ver Nota 1) señala que el 24.5% de las y los usuarios de internet en México han vivido alguna forma de este tipo de violencia. La encuesta del INEGI registra 10 distintos tipos de conducta calificada como ciberacoso. Adicionalmente, señala a la población de entre 20 y 29 años como la más vulnerable a este tipo de violencia. En la mayoría de los casos (en torno al 86%), las víctimas no conocían a su agresor.
Para analizar este fenómeno de carácter reciente, hemos querido explorar los datos del Mociba 2015 y, específicamente, la forma en que se presenta este fenómeno entre las mujeres. Para ello, de las 10 conductas por las cuales pregunta el INEGI, hemos seleccionado siete: el haber recibido amenazas a través de medios electrónicos, el haber sido insultado, haberse difundido información privada o íntima de la víctima, robo de identidad, rastreo de comunicaciones, la recepción de imágenes de contenido sexual y la presión para revelar su contraseña.

Formas e incidencia del ciberacoso

A partir de los datos del Mociba 2015, se puede señalar que 16.2% de las mujeres mexicanas han sufrido alguna de las siete formas de ciberacoso que hemos seleccionado para el análisis. Los datos ponderados (ver Nota 2) señalan que más de 6 millones de mexicanas han sufrido alguna de las formas de violencia que señalamos previamente. De ellas, el 70% (4.3 millones) sufrieron al menos una forma de ciberacoso, mientras que el resto vivió dos o más de estas conductas.
La forma de ciberacoso más acentuada son las comunicaciones con contenido violento, incómodo o intimidan hacia la víctima. De las mujeres que reportaron haber vivido ciberacoso, el 36.7% sufrió este tipo de comunicaciones. La recepción de imágenes con contenido sexual fue la segunda forma de violencia más presente entre el 34.7% de las mujeres que vivieron ciberacoso, seguido en tercer lugar por las amenazas reportadas por 33.35% de las usuarias de tecnologías.
Por otra parte, el robo de identidad afectó a 1 de cada cinco mujeres, la difusión de información íntima y el rastreo de comunicaciones a 1 de cada 10 y, por último, al menos 1 mujer de cada 100 mexicanas que han vivido ciberacoso ha sido presionada para revelar la contraseña de sus servicios electrónicos.
El fenómeno también registra diferencias en cuanto a grupos de edad: el 38% de las mujeres que reportaron amenazas, el 52% de las que señalaron las llamadas intimidantes o incómodas y el 43.26 de quienes vivieron rastreo de comunicaciones se encuentra entre los 25 a 49 años; sin embargo, la difusión de información o imágenes privadas o íntimas afecta más a las mejores de edad: de quienes vivieron este tipo de violencia, 38.22% eran menores de 18 años. La presión para revelar la contraseña es la forma menos presente de ciberacoso, pero afecta con especial fuerza a las menores de edad: 57.64% de las mujeres que vivieron esta forma de violencia no había cumplido aún los 18 años. Esto debe llamar la atención ya que la encuesta recoge datos de usuarias desde los 12 años de edad.
En términos generales, las mujeres adultas son quienes viven más eventos de ciberacoso. Casi el 44% de las mujeres que reportaron haber sido víctimas de este fenómeno tenían entre 25 y 49 años.
Finalmente, el principal medio por el que las mujeres viven ciberacoso son las redes sociales. En casi todas las formas de violencia que son de interés en este texto, el principal medio para llevar a cabo el acoso son las redes sociales.

Agresores desconocidos

En los tipos de ciberacoso que hemos señalado, los agresores son en su mayoría desconocidos. Sin embargo, otros grupos cercanos a la víctima cobran relevancia dependiendo de la forma de violencia de la que se hable. Las amenazas hacia mujeres víctimas las realizan en su mayoría desconocidos (88.6%) pero en el 5.8% de los casos, fue alguien conocido por la víctima quien realizó la agresión.
La difusión de información íntima de mujeres también la realizan en su mayoría desconocidos (54.25% de los casos que reportan este tipo de violencia) pero los conocidos (18%) y amigos (12%) son los siguientes en realizar esta agresión. El robo de identidad es perpetrado casi siempre por desconocidos (75%) y solo en 8.5% de los casos por un conocido de la víctima, el rastro de comunicaciones se comporta de manera similar (76%, desconocidos; 10% conocidos) pero en 5.5% de los casos de este tipo de acoso, lo realizaron familiares hacia sus víctimas.
El envío de imágenes con contenido sexual también lo realizan en su mayoría desconocidos (73.7%), pero 11.2% de los casos provienen de un conocido de la víctima.
El comportamiento más raro del fenómeno se da en la presión para revelar contraseñas: esta conducta, que como dijimos la sufren más las menores de edad, es realizada por familiares en 16.6% por lo que no se puede descartar que se trate de medidas de cuidado familiar, pero en casi 23% de los casos fueron amigos de la víctima quienes realizaron esta presión y otro 28% de los casos lo perpetraron desconocidos.

Mayor educación, mayor exposición al ciberacoso

Los datos del Mociba 2015 sugieren que a mayor grado de instrucción educativa hay una mayor incidencia de ciberacoso. De las mujeres que cuentan con primaria terminada, el 10% reportó ciberacoso, de quienes cuentan con estudios de secundaria y preparatoria, el 15 y 18 por ciento reportaron haber sido víctimas. En tanto que una de cada cinco mujeres que estudió licenciatura o posgrado ha vivido algún evento de ciberacoso.
Sin embargo, en términos absolutos, del total de mujeres víctimas de ciberacoso, el 49% tiene educación básica, una cuarta parte de preparatoria, y una quinta parte estudios profesionales.
Algo que se debe tomar en cuenta es que este es un fenómeno reciente y el grado de instrucción es un elemento determinante en razón de que la identificación del ciberacoso y las formas en las que se presenta aumenta a mayor escolaridad. Mientras sólo una tercera parte de las mujeres que no tuvieron estudios saben identificar el ciberacoso, más del 80% de aquellas que tuvieron estudios profesionales lo reconocen.
Para concluir, es necesario señalar que el Módulo de Ciberacoso de la ENDUTIH 2015 del Inegi es apenas un primer acercamiento al fenómeno, mide tan solo 10 dimensiones o conductas posibles de identificarse como violencia a través de las tecnologías, y su cuestionario cuenta con un diseño que no permite a los encuestados diferenciar conductas violentas o comunicaciones consensuadas de las que no lo son. Por ello decidimos tomar sólo siete de los reactivos, aquellos que parecen evidenciar de forma más patente una violencia estructural detrás de su manifestación.
Lo que estos datos, a tres años de su aparición, nos permiten señalar es que el fenómeno existe, se presenta de múltiples formas y con una incidencia diferenciada entre los sectores de la población. En el caso de las mujeres, la mayor educación les permite identificar las conductas violentas del ciberacoso, pero su grado de instrucción también las expone más a este fenómeno. De la misma manera, las mujeres de entre 12 y 18 años son objeto de formas específicas de coerción como la de revelar sus contraseñas y la difusión de información íntima, aunque esta última manifestación se extiende a mujeres adultas con casi igual fuerza.
El fenómeno es, a la vez, complejo. Los pocos datos que recoge el INEGI ofrecen poca luz para desarrollar políticas públicas que permitan prevenir y castigar debidamente esta conducta violenta. En 2016 una reforma al Código Penal establece castigo de hasta 6 años para el ciberacoso, pero limita la conducta violenta a aquella con “fines lascivos” (sic), dejando de lado que el fenómeno es multidimensional e involucra otros factores.
Pero, principalmente, el desconocimiento por parte de las autoridades de las complejidades de las comunicaciones digitales contemporáneas y de la forma en que se reproducen violencias sistemáticas contra distintos sectores de la población, y la ausencia de voluntad política para atender estas y otras problemáticas dan lugar a leyes deficientes, cuando existen, o el vacío perfecto para la reproducción y perpetuación de violencias y desigualdades que exigen resolverse.

Nota 1: Los principales resultados del MOCIBA 2015 pueden consultarse en INEGI en: http://www.beta.inegi.org.mx/proyectos/investigacion/ciberacoso/
Nota 2: Para todos los cálculos que aquí se presentan, se ha utilizado el factor de expansión proporcionado por la encuesta, por lo que los resultados expresan el tamaño del fenómeno entre la población total del país, no solo la encestada.

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