Candidaturas y futuras elecciones al servicio de la confusión
Un hervidero de pensamientos
Alimento para los leones
El cerebro como un laberinto
En un nido de especulaciones
“La ceremonia de la confusión”, Enrique Bunbury
El desbarajuste político de Chiapas no tiene límites, y cuanto más cercanas están las próximas elecciones esa situación adquiere tintes rocambolescos que, si no fuera porque está en juego el destino del estado y de sus pobladores, causaría ataques de hilaridad incontrolables para cualquier observador. Sin embargo, por la responsabilidad que se les supone a los servidores públicos la preocupación supera los límites de los acontecimientos vividos en los últimos años, y ello hace vislumbrar un panorama nada halagüeño si nuestro futuro está en manos de estos políticos de profesión, puesto que resulta muy arriesgado, y nada preciso, llamarlos políticos profesionales.
En esta misma columna ya hablé de las coaliciones antinatura que se visualizaban en el horizonte chiapaneco. Hoy ciertas alianzas se han confirmado para demostrar, como no podía ser de otra manera, que más allá de los idearios partidistas y por muy contradictorios que sean, lo único que mueve a nuestros políticos son los intereses que representan, además de los personales. Esas alianzas han mostrado que con candidato o peleándose por ocupar ese lugar tienen muy poca calidad política. Y digo calidad porque es imposible no tratarlas como una mercancía, como un producto puesto a la venta más que como un proyecto para llevarse a cabo en nuestra entidad federativa.
El 23 de marzo fue la fecha límite para que partidos y alianzas tuvieran definidas sus listas, pero lo vivido hasta ese día ha sido un lamentable espectáculo donde el estira y afloja, sin entrar en los exabruptos entres personas y grupos, ha venido a demostrar que los ciudadanos se han convertido en desinformados consumidores que degluten el producto ofrecido, aunque su calidad sea sumamente dudosa.
La suerte que corran los candidatos en las próximas elecciones será, en muchas circunstancias, la nuestra en lo que refiere al vivir cotidiano en sociedad. Sus decisiones o participación legislativa tienen incidencia sobre el acontecer de Chiapas y ello no es cosa menor. No deciden la vida de los ciudadanos chiapanecos, por supuesto, pero sí muchos dependen de las medidas tomadas desde Palacio de Gobierno o de la Cámara de Diputados local. Por tal motivo, la ceremonia de la confusión vivida hasta llegar a la definición de candidatos, y la que se vivirá durante la campaña, solo se puede entender como parte de la degradación política que el mundo vive, y México no es ajena a ella.
Sin haber logrado nunca la anhelada transición democrática, el país vive en su escena política una letra de canción tan ácida como la realidad. Tal vez sea nuestro único refugio:
La ansiedad por tener el control
Y la acumulación de datos tontos
Y danzar y dar la bienvenida
A la ceremonia de la confusión
Y danzar y dar la bienvenida
A la ceremonia de la confusión
“La ceremonia de la confusión” de Enrique Bunbury
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