8-M: hacia un programa político feminista
Nosotras, desde luego, no vamos ni a mirar atrás ni a contabilizar las bajas: en una guerra una se preocupa por sus trincheras, no por las del enemigo.
Barbijaputa (El Diario)
El pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer –o Día Internacional de los Derechos de la Mujer, como un sector empieza a reconocer-, tuvo lugar una huelga feminista en diferentes partes del mundo. “Huelga” porque el planteamiento fue parar todo: parar el trabajo, parar el consumo, parar los cuidados de la casa, parar la educación.
Notas, fotografías y vídeos mostraron grandes movilizaciones en varios países de América Latina y el contundente éxito en algunos de ellos, quizá España entre todos. En México hubo movilizaciones en varias de las ciudades principales del país; en Chiapas las hubo en Tuxtla y en San Cristóbal de Las Casas, en esta última ciudad el día 6 de marzo.
Toda movilización tiene ante todo un impacto político-cultural, más o menos duradero, más o menos grande. Entiendo que el peso que los estudios culturales desde una perspectiva feminista está teniendo en las investigaciones sociales tiene que ver precisamente con el convencimiento de que el cine, el arte, la literatura, la música, el teatro, pueden tener una influencia entre las jóvenes generaciones mucho mayor que las prácticas políticas del pasado.
La marcha en San Cristóbal de Las Casas, por ejemplo, contó con la participación de la Batucada Feminista la Tremenda Revoltosa, cuya fundadora Ochy Curiel es una de las activistas feministas más importantes de América Latina. Cuando la Batucada tocaba, las mujeres de la marcha se emocionaban; cuando la Tremenda Revoltosa hacía sonar los tambores, la gente se acercaba. Hubo un momento, ya en la plaza central el contingente de mujeres, en que muchas personas lo rodearon atraídas por la música y las consignas cantadas.
Una vía de sensibilización política posible…
La mayoría de las consignas en todo el mundo se traducen en demandas.
En la Ciudad de México, más de cien colectivos se sumaron al Paro Internacional del 8M con una marcha encabezada por el Sindicato de la Universidad Nacional Autónoma de México, Católicas por el Derecho a Decidir, entre otras. El objetivo fue exigir a las autoridades atención a casos de feminicidios, la emisión de la Alerta de Violencia de Género, equidad salarial, erradicación de la violencia machista (SemMéxico, 9 de marzo de 2018).
En San Cristóbal las organizaciones convocantes llamaron a un No a la Ley de Seguridad Interior, No a los Feminicidos y No a las Desapariciones Forzadas. En el desarrollo de las marchas se suman otras demandas generalmente en clave de mujeres, género y feminismos.
La pregunta clave es: ¿cómo mantener un mínimo de movilizaciones que, además de apuntar a la sensibilización de la sociedad, es decir, a contribuir a cambios culturales, por pequeños que sean, logren cambios sociales, económicos y políticos a favor de las mujeres?
Es decir: ¿cómo superar las movilizaciones sin transformación social; cómo construir un programa político feminista de largo aliento?
La pregunta no es nueva.
Y algunas de las posibles respuestas se pueden leer al menos en la prensa española en todos estos días posteriores al 8M.
En España se tiene la convicción de que algo cambió definitivamente la historia con las grandes movilizaciones del 8 de marzo, lo que lleva a decir que no hay más de dos opciones: “subirse al carro del feminismo o dejar que la historia y el presente les pase por encima”.
No parece que en México, y en Chiapas en particular, podamos afirmar tan categóricamente la misma sentencia. Sin embargo, el feminismo como pensamiento y acción inseparables ha cobrado una fuerza especial que deberá ser aprovechada por todas nosotras, por toda organización social que busque honestamente transformaciones sociales de largo aliento.
La actual coyuntura político-electoral en México es un buen momento para plantearse tal programa político feminista…. ¿Con los partidos políticos? ¿Sin ellos? ¿En cargos de toma de decisiones una vez que se definan los ganadores de las contiendas en los distintos niveles? ¿Fuera de ellos?
¿En las asociaciones civiles? ¿En las calles? ¿En las movilizaciones?
Las distintas vertientes del feminismo se definen por cierto a partir de varios indicadores, entre ellos, las alianzas y los mecanismos a través de los cuales se busca conseguir ciertos objetivos y metas. Es decir, toda vertiente tiene mucho por hacer.
Desde cada posicionamiento político, ocuparse de las trincheras propias garantizará, por lo menos, avanzar en la precisión y ejecución de ese programa político feminista, en todos los niveles, en todos los espacios públicos y privados.
El feminismo, los feminismos, están ganando batallas discursivas públicas, ni duda cabe. Cada vez más, sin embargo, se precisa de mujeres feministas en la esfera pública por antonomasia. Nadie más garantizará dicho programa feminista que, forzosamente, ha de pasar por el poder político.
Nos guste o no.
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