PRI-Verde, acuerdo postergado

Después de que anoche venciera el plazo para que el PRI y el Verde acordaran el método de selección de su candidato en el IEPC, la instancia que dirimirá el diferendo entre estos partidos, más Mover a Chiapas y Chiapas Unido, será el Tribunal Electoral del Estado de Chiapas.

La nueva etapa puede verse como un triunfo de Eduardo Ramírez Aguilar, y como una derrota, aunque no definitiva, de Roberto Albores Gleason, quien esperó en vano que en los cinco días de prórroga, Enrique Peña Nieto presionara para que las aguas volvieran a empujarlo a la candidatura.

El balón quedará en los dominios de los magistrados del Tribunal Estatal quienes dictarían una resolución más apegada a los intereses electorales del momento, que a las leyes.

Esta postergación del acuerdo, que puede incluso desembocar en un divorcio definitivo si no hay consenso para el próximo 18 de marzo, le permite al gobernador madurar más su decisión y determinar en manos de quién prolongará su mandato. Por lo pronto el PRI ha impugnado pero en el Trife, con sede en Jalapa por conducto de Julián Nazar.

Manuel Velasco todavía titubea. Teme que de ser elegido Roberto Albores Gleason lo traicione, porque este proceso ha estado lleno de malos entendidos, traspiés y palabras de más, que han irritado al hijo del exgobernador comiteco.

El gobernador no quiere convertirse en otro Pablo Salazar Mendiguchía, quien fue encarcelado por el engendro que él creó y que le debía toda la lealtad.

Albores Gleason.

En contra de Albores también ha jugado la baja popularidad de José Antonio Meade, porque el candidato presidencial priista es personaje débil, incapaz de imponer a sus allegados. Eso lo ha aprovechado bien el gobernador chiapaneco para deslindarse un tanto del priista, quien pertenece además al equipo de Luis Videgaray, contrario a su grupo, el de Miguel Ángel Osorio Chong.

No es raro, por eso, que Manuel Velasco esté más cerca de Andrés Manuel López Obrador, que de los priistas. Su apuesta es por Morena para la presidencial, pero no para la estatal, porque sabe que Rutilio Escandón no es un candidato competitivo.

En un primer momento, el gobernador se inclinó por Fernando Castellanos Cal y Mayor, un político que se achicó como candidato y ya como alcalde de Tuxtla Gutiérrez perdió la oportunidad de convertirse en candidato al gobierno de Chiapas, con una multitud de errores que en otras circunstancias deberían haberlo llevado a la tumba política.

El vacío lo aprovechó Eduardo Ramírez Aguilar, quien en la Secretaría de Gobierno y después en el Congreso del Estado tejió una poderosa red de seguidores que abarca todos los municipios chiapanecos, y que incluye lo mismo a jefes de colonia, regidores, presidentas municipales que a diputadas.

El problema de ERA es que pese a toda la estructura creada no ha liderado las encuestas, caso contrario de Roberto Albores, porque en su marca hay reminiscencias de su padre gobernador de igual nombre.

Esa falta de posicionamiento fue el principal argumento que manejó Aurelio Nuño para dejar fuera a Ramírez, en un primer acuerdo para la candidatura del PRI al gobierno de Chiapas. Incluso Manuel Velasco había aceptado la decisión, pero no previó la avalancha que se vendría con marchas y protestas en contra de la designación de Albores.

Aunque la estrategia era arriesgada, con la posibilidad de someter al gobernador y a los seguidores rebeldes, en el análisis frío de los dueños del Verde surgió que una posible desbandada perjudicaría gravemente a la franquicia del Tucán. Por eso cambiaron de estrategia y arroparon a ERA.

Eso no quiere decir que Eduardo Ramírez esté ya firme como candidato al gobierno de Chiapas. No lo está, pero hace un mes había sido eliminado, y hoy está nuevamente en la contienda y con muchas posibilidades de rebasar a su competidor.

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