ERA, RAG y el cuadrilatero destrozado
Eduardo Ramírez Aguilar y Roberto Albores Gleason luchan a cinco caídas por la candidatura a gobernador de la alianza PRI-Verde en Chiapas. Es una lucha singular en donde dan golpes réferis, manejadores, empresarios y hasta seguidores bajo unas reglas por demás cambiantes.
Los luchadores se meten traspiés. Llegan a acuerdos que después desconocen. Se apropian de las calles y hacen campañas en municipios. Reclaman unidad, dignidad, hablan de un futuro mejor para el Chiapas golpeado y pobre. Se ven como la única opción.
El presidente del comité de lucha, que en un principio gozaba del enfrentamiento, hoy está intranquilo y desesperado porque los sillazos pueden llegar hasta su palco de honor.
En esa disputa hay un tercer luchador que ha aguardado en la sombra, Luis Armando Melgar, y que en esos recambios, por poco y se alza con el trofeo.
Por algunos días fue la apuesta del presidente Enrique Peña Nieto, porque en este proceso, José Antonio Meade ha sido poco escuchado, pese a su propuesta de que tanto el PRI como el Verde marcharan con su propio candidato. Era lógico para hacerse de la mayor cantidad de votos. Al final se impuso la voluntad de Aurelio Nuño: de una alianza encabezada por Roberto Albores Gleason.
Hasta el viernes al medio día se mantuvo la certeza de que el hijo del exgobernador de Comitán sería registrado como candidato de unidad por la alianza. Recorría, entre los seguidores de Eduardo Ramírez Aguilar, un ánimo de derrota y sensación de traiciones e ingratitudes.
Albores, aunque estaba eufórico, sentía que el gobernador lo había expuesto innecesariamente en una lucha en donde podría haber perdido la máscara. Cree que su camino a la gubernatura ha estado innecesariamente plagado de obstáculos alentados desde Palacio, con la participación de Willy Ochoa y José Antonio Aguilar Bodegas, que lo presionaron al interior del PRI para expulsarlo de la contienda.
Sin embargo, hubo un cambio de decisión. Por la tarde del viernes se operó para que la solicitud de prórroga del método elección del candidato del PRI-Verde se ampliara a cinco días, algo que no está fuera de la ley, pero que resulta extraño en estas circunstancias.
Antes del inicio de la sesión del IEPC, un comunicado del Verde constató que la candidatura de RAG no estaba totalmente planchada. Carlos Puente Salas, presidente de ese partido, afirmó que Eduardo Ramírez Aguilar seguía siendo su “propuesta más fuerte para competir en el proceso interno” y que estaban en la búsqueda de un acuerdo que garantizara “la mayor transparencia y participación abierta, para evitar el sesgo que pudiera tener algún otro tipo de medición”. El PRI estatal, por supuesto, opta por una consulta a delegados, mientras que el Verde, por una consulta a las bases.
En la sesión nocturna del IEPC, el representante del PRI, exigió que la alianza de su partido con el Verde fuera aprobada y se manifestó en contra de la prórroga para elegir el método de selección de su candidato. El representante del Verde, por supuesto, apoyó la prórroga de cinco días naturales, la cual se le concedió, en una jornada maratónica que concluyó a las tres de la mañana del sábado.
Es posible que en estos cinco días no se llegue a un acuerdo por el método de selección, porque el PRI no va a ceder que se realice una consulta a las bases —aun cuando el sábado, Albores tuiteó que aceptaría una consulta ciudadana—, ni tampoco el Verde que sea una convención de delegados.
Eso podría abrir la puerta para que cada partido marche por su lado, lo cual sería lo más conveniente para el proyecto presidencial de José Antonio Meade.
En esta lucha, en donde no se respetan las reglas más elementales del combate pugilístico, todo puede suceder, con un respetable que disfruta tirar confetis, piedras, recibir cervezas y tortas, mentar madres y echar porras en un cuadrilatero cada vez más destrozado.
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