Los pobres no escogen
Casa de citas/ 359
Los pobres no escogen
Héctor Cortés Mandujano
Vi una película centrada en la amante joven que tuvo Charles Dickens (1812-1870). La mujer invisible (2013) se llama, basada en un libro del mismo título, y está dirigida y actuada, en el rol del escritor, por el exacto actor inglés Ralph Fiennes.
Leo Para leer al anochecer. Historias de fantasmas (Conaculta, 2011), de Dickens, y en la biografía final del libro aparece el punto: “Disfrutó de un fecundo matrimonio que le aportó diez hijos pero que finalmente se vio perturbado por las relaciones extramatrimoniales que Dickens mantenía con una actriz de teatro”. Ah, la gente tan interesada en las braguetas ajenas.
Dickens, por cierto, en una de sus entretenidos relatos fantasmales discute con las feministas de su tiempo (p. 91): “No todos son lobos y caperucitas, sino que existen bastantes más personajes en la historia”.
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Tal vez somos los hijos, débiles mentales,
de los ángeles
Saul Bellow,
en El hombre en suspenso
Leo El hombre en suspenso (Mondadori, 2005), de Saul Bellow (1915-2005), Premio Nobel de Literatura 1976. Joseph, el hombre al que se refiere el título, está en suspenso pues espera su incorporación al ejército. En tanto, lleva un diario donde da cuenta de su vida cotidiana de penurias y desencuentros con su familia, su mujer, sus vecinos, la gente.
Su hermano es rico y él, Joseph, desdeña la fortuna. Se lleva mal, por eso, con su sobrina, quien le dice que, en lugar de él, ella va a escuchar un disco. Él se niega y ella le espeta una frase que le resulta terrible, pero cierta (p. 65): “¡Los pobres no escogen!”
Tiene un amigo pintor, quien le dice que (p. 84) “sólo hay una clase de trabajo que merezca la pena, el de la imaginación”; Joseph piensa que, además (p. 85), “esos actos de la imaginación, en el sentido más estricto, no son personales. A través de ellos se vincula a la mejor parte de la humanidad. Él lo siente así (se refiere, anoto yo, al pintor) y nunca puede estar aislado, abandonado. Tiene una comunidad”.
Alguna vez, un amigo me contó que buscando en Tuxtla no sé qué, se halló con que había una congregación que era especialista en lo que buscaba. Otro amigo, que estaba allí, dijo que en Tuxtla se podía hallar de todo si se quería. Bellow dice (p. 102): “Gracias a una maravillosa providencia, para cada necesidad hay un empresario. Puedes encontrar un hombre que entierre a tu perro, te restriegue la espalda, te enseñe suahili, te haga el horóscopo, asesine a tu competidor. Todo esto es posible en la megalópolis”. Y en las pequeñas ciudades, según mis amigos, también.
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El placer se deshace apenas con rozarlo,
igual que las burbujas cuando llueve con fuerza
John Keats,
en “La imaginación”
Es célebre la “Oda sobre una urna griega”, de John Keats. Uno de sus felices versos dice: “La belleza es verdad, la verdad es belleza”. De allí derivó Lorenzo Oliván, responsable de la edición y traducción, la antología bilingüe Belleza y verdad (Editorial Pre-textos, 2010), de Keats. A ella pertenecen estas citas que espero disfrutes lector, lectora (p. 41): “Mientras te escribo/ la luna está asomándose entre los cortinajes/ tan pudorosamente como si fuera su noche de bodas”.
Hay que pulir el lenguaje, el poema, aconseja este genio inglés (p. 87): “La flor ha de beber los jugos de la tierra/ antes de presentarse ante nosotros”.
Y, como todo hombre, Keats toca la alegría (p. 97: “Siempre hay luz a la orilla de cada oscuridad”; p. 193: “El vino sólo es dulce para el hombre dichoso”, y siente la desgracia (p. 109): “Aquí, sobre estas escarpadas peñas,/ yo como mucho sé –pobre, estúpido enano–/ que las estoy pisando. Todo lo que encuentra mi mirada/ es niebla y precipicio”.
Contactos: hectorcortesm@gmail.com
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