2018, el desafío mexicano
Inicia el año 2018 y los problemas mexicanos son los mismos de los últimos tiempos; corrupción e impunidad y en el fondo, una gran debilidad institucional. Falta de empleo y también de perspectivas de crecimiento nacional y personal porque el futuro económico que se le viene encima al país tiene una sola palabra: incertidumbre.
Nada parece que le funcione al presidente más cuestionado de los últimos tiempos; la reforma energética no trajo -hasta ahora- los esperados precios bajos de las gasolinas y del gas; la inseguridad pública no cesa y tal parece que la inflación, tras varios lustros de ser controlada; hoy el gobierno tiene menos instrumentos para evitar que sufra alzas y con ello aumente la carestía.
Esa impopularidad presidencial la hereda José Antonio Meade. Asunto del que no puede sacudirse. El problema de Meade no es López Obrador y el supuesto de que el tabasqueño nos va a llevar a vivir a los mexicanos como en Venezuela; de hecho, tenemos ya una situación económica, de seguridad y social parecida a la que tienen los ciudadanos de la “pequeña Venecia”. El problema de Meade es el partido que lo postula; es decir el PRI y la corrupción e impunidad que identifica a ese partido y que los mexicanos quieren sacudirse.
El asunto es tan evidente que solo los priistas no ven o no quieren verlo, pensando que la inercia de los programas sociales les dará los votos necesarios para no perder el poder. No toman en cuenta que la clase media y sus diversos estratos, está harta de la corrupción y que, si sale a votar -como todo indica que lo hará- hará sentir su castigo al PRI.
Pero la clave es no dejar pasar a López Obrador. No dejarlo ser presidente. En ese sentido, si el enemigo gubernamental es López Obrador; de acuerdo a las condiciones políticas actuales, es más probable que el próximo presidente de la república sea Ricardo Anaya; esto porque si Meade no sube en las encuestas, el gobierno federal y su oficina de acción política, es decir el PRI; terminarán apoyando a Anaya.
El problema también es la falta de resultados en la administración de los asuntos sociales y económicos mexicanos. Lo principal es componer el Estado de Derecho. Que es realmente de lo que carece nuestra clase política, carece de la determinación de componerlo porque el estado de derecho les estorba para hacer negocios. Son en consecuencia los primeros en torcer la ley.
Este 2018 los mexicanos iremos a las urnas. Lo haremos en un contexto social y económico que nos es adverso. Y como ya nos es adverso, lo lógico sería pensar en que es necesario construir un nuevo proyecto de nación.
A mi humilde entender, las elecciones presidenciales del 2018 tienen un componente clave para la construcción del futuro nacional; Desde 1994 el TLC es como un ancla que garantiza la continuidad de la apertura comercial y las políticas neoliberales y claro está; obliga al país a cumplir compromisos económicos internacionales.
Pero si seguimos la trayectoria del presidente americano Trump, encontramos que equivocado o no, siempre cumple lo que dice. En ese sentido, ha dicho que cancelará el TLC y ello indica que tarde o temprano lo hará. Si Trump cumple su palabra, México resentirá la sacudida económica; pero a cambio tendrá también una independencia económica que no tiene desde el nacimiento del TLC. Experimentaríamos una nueva realidad política y económica.
¿Pero construir un nuevo proyecto de nación está en la cabeza de los futuros candidatos?
¿Qué hacer ante la conflictividad social del sureste -Chiapas incluido- y su pobreza y también ante los problemas de seguridad pública del norte?
¿Cuál es el proyecto nacional de los candidatos para evitar que la brecha de la desigualdad entre el norte y el sur del país no siga ensanchándose?
¿Qué medidas habrá que tomar ante las deudas de los gobiernos estatales y municipales?
Todo ello -y por supuesto que muchas otras cosas más igual de importantes- debería de ser la agenda de las próximas campañas. Pero hasta ahora los candidatos presidenciales están abocados a detener el impacto social de López Obrador. El verdadero candidato a vencer.
El país necesita un nuevo proyecto de nación, un cambio de rumbo y de nombres de quienes deciden ese rumbo.
Los mexicanos votaremos este año para elegir a quienes dicen tienen un proyecto y lo podrán en marcha. Pero el problema es que los partidos políticos en estas elecciones -antes que el proyecto de nación que México necesita- se juegan el todo o nada.
Un PRI que poco a poco en cada elección se muere y por lo tanto necesita alianzas, herido mortalmente por la corrupción y la impunidad de sus miembros, se juega la vida como una institución política viable para los mexicanos de ahora y de mañana.
Un PAN que busca a toda costa recuperar el poder político perdido en solo doce años de poder. Con el estigma de haber sido los iniciadores de la guerra contra la delincuencia organizada que hoy desangra a los mexicanos.
Una izquierda que busca en estas elecciones su primera oportunidad de gobernar a todos los mexicanos y que va con todo, realizando alianzas otrora impensadas y con el costo que ello implica.
Y en medio de ellos una sociedad cada vez más hastiada. Y que además verá antes de votar, las campañas electorales más competitivas de nuestra historia, pero también las más caras y, por ende; las de mayor dispendio de nuestra democracia representativa.
Es decir, habrá una campaña política de guerra sucia, de “fake news”, de desinformación e incluso para inculcar miedo al votante.
Enorme desafío mexicano. Todos queremos un cambio; pero nuestros partidos políticos lo que quieren es imponerse a los demás incluyendo a los candidatos ciudadanos; los cuales a nivel local y regional ganarán espacios, pero realmente sería una sorpresa que se impongan a nivel nacional.
Ante estas condiciones y si no hay rumbo nacional; las campañas electorales representarán un costo que después, los ciudadanos tendremos que asumir.
Las elecciones y las campañas tradicionalmente siempre nos hacen sentir que habrá progreso, que habrá obra social y que, por fin; nuestras ciudades y localidades tendrán la inversión que les falta.
Nos llenan de promesas que luego, cuando el candidato se convierte en gobierno, no puede cumplir. Pero eso sí; el costo de esas promesas, a los ciudadanos nos hacen asumirlas con más impuestos y/o menos obra social porque los compromisos financieros asumidos tienen que cumplirse.
El desafío es pasar del derroche gubernamental, del dispendio electoral, de la guerra sucia, de la desconfianza en los órganos electorales a una verdadera competencia que también detenga los derroches y que obligue a los candidatos y partidos políticos a presentar propuestas reales y concretas.
El país necesita dar un salto hacia adelante. Y esa capacidad de cambio está en nosotros los ciudadanos.
En estas vacaciones decembrinas a partir del internet; pasé poquito más de una hora viendo de nuevo una joya del cine español de todos los tempos: “Bienvenido Mister Marshall” de Luis García Berlanga. En estas épocas preelectorales, recomiendo ampliamente verla para entender lo que pasa con los ciudadanos antes y después de unas elecciones.
La trama sucede en un pueblo que tendrá la visita de diplomáticos americanos, era la época de la posguerra europea y la implementación del Plan Marshall en el resto de Europa. Se decora el pueblo, se gasta dinero y todo mundo tiene la ilusión de pedirles algo a los visitantes. Un campesino sueña con un tractor, un muchacho con una bicicleta y así todo el pueblo sueña con arrancarle algo a los americanos.
Sin embargo, los americanos pasan de largo en el pueblo y este tiene que pagar los gastos de la decoración para el recibimiento. Así estamos los mexicanos con las elecciones. Son un gasto oneroso que luego hay que pagar.
El discurso del alcalde y su asesor no tiene pierde:
Por eso, vote por quien quiera, pero primero razone, no tenga miedo, no sea indiferente, pensemos en el bien común. Si no lo hacemos, como les sucedió a los habitantes de Villar del Río -el pueblo donde transcurre la historia de Luis García Berlanga- todos terminaremos pagando estas elecciones.
Twitter: @GerardoCoutino
Correo: geracouti@hotmail.com
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